Calle Ferraz, 68-70, Madrid; sede central del PSOE, hace unos trece años. Pepe Blanco, el todopoderoso secretario de Organización y Acción Electoral del PSOE y principal artífice de la sorprendente victoria en julio de 2000 de José Luis Rodríguez Zapatero sobre José Bono en la carrera por el liderazgo del partido, se ha rodeado de tres jóvenes treintañeros para gobernar con mano férrea la vida interna de la organización, muy deteriorada en los años anteriores de liderazgo de Felipe González y en los escasos tres de Joaquín Almunia. Los tres jóvenes son amigos, andan gran parte del día juntos y tienen despachos cercanos en la primera planta de la sede central socialista, en la que también está Blanco, su jefe. Unos los llaman los Blanco Boys. Otros, rememorando una legendaria película del oeste de Sergio Leone y Clint Eastwood, se refieren a ellos como ‘El alto, el malo y el guapo’.
‘El alto’, 1,94 metros, se llama Óscar López: 30 años y licenciado en Ciencias Políticas, desde 2000 es coordinador de la Secretaría, la mano derecha de Blanco. ‘El malo’, al que otros dicen ‘el feo’, se llama Antonio Hernando: 36 años y licenciado en Derecho, es asesor de la Secretaría, se ocupa en esos momentos de movilización electoral, luego le encomendarán temas de formación interna en el partido. ‘El guapo’, 31 años, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, también asesor de la Secretaría, se llama Pedro Sánchez. Cinco años atrás, había trabajado también como asesor en el Parlamento Europeo, donde había coincidido con Óscar López, y había sido jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia, Carlos Westendorp, durante la Guerra de Bosnia. Ahora hace papeles para su jefe Blanco, argumentarios de campaña, discursos para mítines, etc.
Salto en el tiempo, verano de 2014. Pedro Sánchez gana las primarias y se convierte en secretario general del PSOE. Entre sus primeras decisiones, apoyarse en sus dos viejos amigos y promocionarlos políticamente: a Antonio Hernando lo nombra portavoz del Grupo Socialista en el Congreso y a Óscar López lo hace primero secretario general y después portavoz del Grupo Socialista en el Senado.
Nuevo salto en el tiempo. Octubre pasado: Antonio Hernando, que ha sido mano derecha de Sánchez durante sus dos años largos de secretario general del PSOE, lo abandona y acepta la propuesta del bando socialista que ha derrocado a Sánchez y sigue de líder parlamentario del partido con la nueva dirección, la de la gestora. Sábado pasado: Óscar López lo abandona también y se convierte en jefe de gabinete de Patxi López, que acaba de anunciar su candidatura a la secretaría general, una candidatura que resta posibilidades a la del propio Pedro Sánchez.
El alto y el malo han dejado al guapo, o eso parece.
En el PSOE, como en muchos otros partidos (véase estos días Podemos), las luchas internas de poder tienen muchas de las características de las películas del oeste: relaciones personales volátiles, lealtades, traiciones, venganzas, pistoleros a doble sueldo o que cambian de bando, duelos y confrontación directa, sacrificio, esfuerzo, ganadores y perdedores cambiantes, ambiente crepuscular, psicología, utopía…
A la película ‘El alto, el malo y el guapo’ probablemente aún le queden varios episodios.
P.D. Hace esos trece años, a Pedro Sánchez algunos en el PSOE lo llamaban Pedro el Guapo para despreciarlo. “Mucha fachada y no sabemos si algo en la cabeza”, oí comentar sobre él por aquel entonces. Luego, cuando llegó a secretario general y la socióloga británica Catherine Hakim ya había formulado su teoría sobre el capital erótico, algunos de aquellos mismos críticos zumbones se convirtieron en panegiristas. Pero esa es otra película. Os la conté aquí en julio de 2014.