Hay mucha gente implicada en la protección animal, con muchas funciones, distintas filosofías y labores. Hoy os voy a hablar por primera vez de aquellos que se dedican al rescate de animales. Bueno, realmente no es la primera vez, en la novela que escribí aquí viernes a viernes y cuya revisión ya estoy terminando (falta hacía una buena corrección), un capítulo estaba protagonizado por un rescate. Solo que los rescates con frecuencia no son tan sencillos como yo lo describía; requieren de muchos días de guardia, mucha paciencia, horas robadas al sueño, a la familia, al ocio, lo que sea preciso para salvar una vida.
Voluntarios que dedican su tiempo a acostumbrar a comer siempre en el mismo sitio a un animal que ha perdido la confianza en el ser humano y no se deja atrapar, vigilando durante largas noches, recorriendo carreteras y pueblos perdidos tras el aviso de un animal herido, patrullando, montando jaulas trampas, luchando contra la incomprensión de muchos, las pocas manos, los pocos recursos…
A eso se dedica el Equipo de Rescate Animal (ERA), que responde avisos que requieren de un equipo especializado, porque eso son ellos: especialistas en rescate animal que necesitan dar a conocer su labor para poder hacer más, ayudar más, salvar más vidas. Anualmente rescatan unos 250 perros.