Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Declive o victoria

¡Ay, oy, Trump!

Mundo colapsando a tope, pero en expansión. Se contrae y se expande a la vez. Como el propio universo. El ítem agujero negro ha perdido prestigio desde que explican que pierde energía, materia, algo. La gracia del cacharo black hole era que nada podía salir, que engullía todo, atraer y engullir, ñam ñam. Destrucción total.

Ya no quedan objetos temibles aparte de los humanos y sus depredacciones. Los humanos, si los vieras desde media distancia, te darían miedo. Más que alma, otro objeto ya en trance de out destroy.

Y así va el colapso del sistema estandar desde el 1945 hasta el 2001 o dos. Año uno de la nada. Novedades autopilotantes. El humano en el deshielo de los polos, catacrok, se cayó otro bloque en el martini. Sube el terror.

Y cada país, estructuras ya obsoletas, excepto para colocar amigos y allegados, hace lo que le mandan, igual que siempre. Algunos, que siempre han mandado (pongamos desde el 1918) a tope, ahora se encuentran que mandan un poco menos, es poco, de momento, pero un poco es mucho.

Tantos países de segundos y terceros mundos empiezan a abandonar el imperio, esa sensación, que el imperio necesita –como todos los que han declinado– una guerra para quitarse el suspense de encima, el suspense de si pierde o mantiene o gana o cómo queda la cosita.

Por eso la anuncian tanto.

Y ambién porque ayuda a distraer de otras anticosas.

 

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