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El big data del alma

Despega el comercio

Imagen: descubrimiento de dónut.

Despierta el comercio, tiendas petadas, dependientes y dependientas de centros comerciales no pueden atender a todas las clientas y clientes. Prepandémico salvaje. Ha vuelto la vida comercial, que es la vida.

Ha vuelto el jolgorio tarjetero, los brillos de los móviles al pagar, el plástico al aire, los AVEs a reventar, los otros trenes de colores, cientos de aviones, tormentas de 24 horas, millones de rayos y truenos. Dos rayos han incendiado los bajos del el venerable edificio de la Cámara de Comercio en Zaragoza, antigua Feria de Muestras. Se cayó de repente un edificio en Teruel.

Teruel existió, ahí está Dinópolis, donde trabajó un verano Aloma Rodríguez y lo contó en una novela, forja y entrenamiento extremo para su superéxito de este año: Puro glamour.

Ha vuelto la locura a las ciudades y la ansiedad a los pueblos, ansiedad por estar lejos de las hirvientes ciudades y su locura contagiosa, tarjetera, los bancos tienen a un vigilante IA mirando estupefacto el trajín de las tarjetas, que van a reventar de tanto acercarlas a sus terminales… ¡y las comisiones!

Es brutal.

La crecida de la posguerra es pura euforia, y creciendo. Los bancos no compiten entre ellos, no dan un céntimo por los depositos, ni caso a Europa, ni caso a las ministras, que no pueden ya con el bolso, esta legislatura ha sido agotadora.Y lo que queda. (La posguerra ucraniana, pues ya estamos en la contraofensiva, tan precaria como la invasión, otra cosa).

El comercio interior despega como el cohete Mihura cuando despegue. Es una buena noticia, homenaje postumísimo a Escohotado. El verano hispano, con trillones de rayos y billones de turistas, va a ser algo digno de verse.

Y todo esto es la vida civil, y hasta civilizada, que discurre al margen del barullo político que ya rebosa la olla.

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