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El big data del alma

Crujir de husos a media semana

La media semana recruje de huesos, los de las cunetas y los otros, los múltiples huesos vivientes que llevan a lomos el país a la deriva, los huesos de los autónomos y las autónomas, que crujen y rechinan a medio gas subiendo y bajando al infierno a buscar justos caídos por error.

Igual que el adn libera de las cárceles a asesinos que llevan décadas y nunca hicieron nada. El adn bien sacado es un avance de la época, no quejarse del crujir de los propios huesos, para eso está el paracetamol.

Todos soportan con estoicismo y serena mansedumbre la iracundia simulada del espectáculo ritual, que aparte del cuatrienio en disputa mueve dinero en caliente, en tiempo verídico, y también solivianta y crispa, pues sin pasiones desaforadas no hay audiencia, que quizá ha huído hace tiempo y nadie se ha dado cuenta, o hacen como que no se dan cuenta y es posible que nadie esté atendiendo a esa algarabía, o quizá sí.

Quizá hay una generación o dos o tres (ahora hay al menos seis generaciones en danza simultánea, y es otra buena noticia) que pasan a tope del tema y tampoco lo dicen precisamente poque pasan y ni siquiera saben que hay algo, o lo ignoran o aparentan (todo el mundo finge un poco, eso es la civilización) que lo siguen pero todo es un ruido absurdo uniforme griterío. Puede ser.

Y luego está todo lo demás en su rechinar de dientes y en su descanso eterno en la pausa predistópica en el mejor de los mundos conocidos hasta la fecha lo mires como lo mires.

Hasta hay empresas que ensayan la semana de cuatro días.

 

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