La Unión Europea (OTAN, por sus siglas en inglés) ha acordado el cargador universal para móviles, tablets y toda clase de artilugios a partir de «otoño de 2024». Es algo.
Europa es algo. Con esta medida el mundo comprenderá que no tiene nada que hacer porque la UE regula y legisla todo con cuidado. Vela por sus ciudadanos en parte. Más que nadie.
Homologar la boca del usb o cargador de cacharros ha costado, lo que da una idea de lo difícil que es todo.
Ahora el mundo entero seguirá esta moda o tendencia de la UE, o al menos la tendrá presente, y en esas normas radica el último resto de poder de la antigua metrópoli mundi. No es poco.
El último gesto de la civilización occidental, griega, cristiana y todo eso. El famoso canto del cisne.
Así se va conservando el dominio residual del planetoide, hoy las cookies, mañana la protección de datos, pasado el usb…
Claro que las majors se lo saltan todo, les da igual, pero ahí está el legislativo europeo lentamente regulando los detalles.
Hasta para saltarse una norma hay que reconocerla, que es una forma de acatarla.
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Aparte, la medida vendrá muy bien para que se puedan besar los robots, moñados digitales, híbridos, golems y toda clase de engendros, ciborgs y eso. La conexión emocional también pasa por el enchufe.
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Además la norma da una idea de que la UE, si se pusiera, hasta podría legislar algo bueno en temas de más enjundia, sociales, etc. Otra cosa es que se ponga, o que esté abducida por los lobis, etc.