Un oligarca que vive fuera de Rusia ha criticado a Putin, el ejército ruso y la invasión.
Los disidentes debilitan a las dictaduras. Hay que tener mucho valor, etc. Van a la cárcel, en el mejor de los casos. O al exilio. O a la tortura y la muerte. Los vuelos de la muerte. Los países libres tienen sus cosas, sus guantánamos, sus persecuciones despiadadas por todo el mundo (Assange, concedida la extradicción judicial, Johnson podría suspenderla, como en su día a Pinochet, amigo de Tatcher). Los países libres tienen sus cosas. Pero no es lo mismo. Las dictaduras trocean y echan polonio y otros venenos en los calzoncillos: Novichok, como a Navalny, que está en la cárcel.
Por eso decir algo en voz alta es un riesgo total, y por eso tiene tanto valor. Y debilita tanto. La periodista que salió en la tele rusa al principio de la invasión.
Un magnate oligarca que vive fuera de Rusia se ha atrevido a decir un montón de verdades sencillas: si hubiera estado dentro ya lo habrían apresado. Estaría trasegando polonio o plutonio.
El magnate oligarca se llama Oleg Tinkov. Una cosa que sugiere es qe occidente le deja una salida a Putin para que no caiga del todo, que sería peor. Que pueda decir a sus súbditos que ha ganado. Y que todos hagan como que se lo creen… durante un tiempo.
El hundimiento del barco Moscú ha sido demoledor. Y la imagen de Putin es horrible. Por malvado y por inútil. Hasta los sicópatas lo desprecian.
Cuando te empiezan a salir los disidentes, cuidado. Una dictadura de viene abajo en cuatro días.
China tiene ese problema en Shanghai: las quejas y las informaciones atraviesan con bastante fluidez –para un sistema tan hermético y vigilado– las barreras.
Cuando la info y las protestas traspasan la coraza de una dictadura peligra mucho más que una democracia, que siempre está en peligro relativo.
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Marruecos tiene bolsa de petróleo junto a Canarias.
La versión de Rubiales, presidente de la RFEF.
The Economist sobre las equivocaciones de China, en La Vanguardia.