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El big data del alma

Bola de plasma solar en el aperitivo de jueves santo

El sol lanzó el lunes una bola de plasma que llegará a la tierra mañana jueves a la hora del apertitivo (13 h.).

Una bola de plasma es como si el sol se hubiera reventado una espinilla.

La bola de plasma alterará un poco la parte geomagnética terrícula. A lo mejor estás hablando solo al Universo, te pilla la bola de plasma y conectas con el big bang, o con algún conocido. Puedes ver a Eärendel…

La bola llega a España a la hora del aperitivo. Por consumo de tranquimazines merecemos ese honor. Los gobs aprovecharán este advenimiento solar para nombrar diversos cargos:

Alto comisionado para la bola de plasma…

La bola solo la analiza la ciencia, la meteorología, las agencias espaciales (no se achicharre algún satélite), los surferos, la patronal magnética… pero se echa de menos la interpretación de letras, filosófica, simbólica, mitopoyética…

Incluso literaria.

Como todo lo demás excepto la política la bola de plasma solar carece de significado fuera de la ciencia.

No hay nada que decir. El universo plano y sus bolas solo tiene sentido para Einstein y dos o tres más.

Empero la ciencia necesita metáforas vivas ya que el problema universal número dos es explicarse bien.

El número uno tengo que pensarlo… un candidato podría ser la nada.

Lo mejor de esta bola de aperitivo es que como no hay aperitivo real –¡se acaban las gambas!– la misma bola lo suple: es un aperitivo virtual, casi del metaverso, un regalo del sol.

Una bola de helado y Martini casero!!!

Las perturbaciones magnéticas de la bola de jueves santo podrían fundirle los sesos a Putin y a ver.

Eso sería casi casi una señal del cielo. Amon Ra, Osiris, Anubis…

Lo bueno es que la bola, a fin de cuentas un regalo (aunque no sepamos aprovecharlo o revenderlo a Iberdrola o Endesa en Wallapop), es que cae o caerá DM en pleno Jueves Santo.

La bola viene a confirmar que estamos en el camino correcto y que todo irá bien. O ya fue bien.

Estamos en el lado del bien, pero ¿quiénes?

El mensaje de esta bola navideña primavérica es justo lo que Ud anhela: recuperar el hedónico fair play y dolce far niente propio de los primeros mundos antes de que casi todo petara tres veces.

Todo ha petado tres veces. ¡Y aquí seguimos!

Falta el cambio climático gordo, que no se decide a petar. Aunque ha dado algunos anticipos.

La bola simbólica oracluide podría también querer decirnos eso: que la estamos petando. Pero, si fuera ese el mensaje, no le haríamos caso.

 

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