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El big data del alma

Cúpula de calor y nervios

Canadá, 600 muertos y 49 grados. Y parte de USA. Lo llaman «cúpula de calor». Terrible metáfora, o ni siquiera es una metáfora.

El cambio climático (CC) nos torra. Nos torramos. Está aquí, pronto en sus hogares. Ya en todos los cerebros.

El CC recalienta los cerebros casi tanto como el propio calor. Nos pone fecha de caducidad, fin de ciclo, que ya ha acabado. Somos epigonos de nosotros mismas.

Los muertos por calor son siempre muchos más cuando pasan unos meses y se echan las cuentas. Futuro calor. Futuro CC.

La Antártida se recuece. La tufarra persiste. Y el recambio no está listo. Ni coches eléctricos asequibles, ni fábricas de baterías… ni mucho menos microchips.

Además del CC físico, o molecular (si es que existe esa categoría) tenemos el Cambio Climático Cerebral (CCC), que consiste en que no se nos ocurre nada.

Estamos estancados, estanflaccionados… humanamente, se entiende. El futuro ha desaparecido, aunque se vuelve a crear el empleo destroy de la pandemia, y quizá eso ya es suficiente futuro, al menos del pasado mes de junio.

El futuro verbalizado o balbuceado es Dersu Uzala y pago por cada inhalación de aire. Y pago por expirar (echar el aire inhalado). También por expirar, pero eso ya se sabía. Y por autovía.

La cúpula de calor es la propia caja craneal, el horizonte de pensamientos posibles, permitidos… ninguno. Cero cero.

El Cambio Climático Cerebral es la cúpula hermética de nuestras ilusiones destroy, un muro, una cubierta o carcasa, eso sí, transparente, que envuelve y blinda cualquier idea: si es buena la comprarán Facebook, Amazón, etc. Si no es idea de negocio no existe.

La cúpula mental se junta con la de calor o se retroalimentan. Y así vamos al finde intentando no pensar en nada. Es el ciclo combinado de nada / cero.

Pensar eleva el CO2 y pronto habrá que pagar por ese calentón extra.

Gracias.

 

Los nervios aumentan la temperatura en 1º per cápita.

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