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El big data del alma

Vuelve el disimulo… aunque sale más caro

El disimulo fue la gran innovación del CRACK del Año 8.

Hubo otras retro-innovaciones (que aun padecemos) pero el disimulo fue espectacular. No pasaba nada. Todo OK. Hasta que obligaron a aquel Zapatero (que a veces aun asoma) a remodelar la Constitución en una tarde para… ya saben.

Para dar preferencia al pago de la deuda. A cambio nos dejaron ganar el Mundial. Solo falta Eurovisión.

Aquel hito histórico de retocar la K está de nuevo sobre la mesa. Siempre estará a una llamada de distancia. Una tarde.

La opacidad es gran indicio del disimulo covídeo. Estamos en otra época sin salir de la anterior.

Cuesta arriba y sin frenos.

El fingimiento o disimulo es la capacidad del Estado y sus súbditos de hacer como si no pasara nada.

Porque no pasa nada.

Porque yo lo valgo.

Pero empieza a pasar de todo. Excepto alguna cosa.

La opacidad baja a chorros.

Y ni un turista.

El antiguo régimen no altera ni un músculo. Poker total con el comodín de la Unión Europea.

Pero Lagarde no coge el teléfono.

Todos viendo series viejas. El archivo de las streameras está ardiendo.

Amazon patrulla todas las carreteras locales. De paisano, en furgonas camufladas, permea y capilariza el comercio covídeo.

Amazon vertebra España, aunque paga los impuestos reducidos en otra parte. Es lo normal.

Entretanto el Estado se aferra a agosto y sus desastres y atrocidades para pasar inadvertido.

Atrocidades que son el salvavidas de los gobs.

Ojo. Hay un factor X nuevo: el disimulo sale cada día más caro.

Cada influencer exige una pensión, una sinecura, un algo.

Menos mal que el presi ha anunciado la cogobernanza dedazo.

 

 

 

 

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