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El big data del alma

Meritxell Batet entroniza el azul Serrat y encarna la soberanía popular (y bipolar)

En España se ha montado un Huawei con los presos Cat. Yo he puesto una lavadora y se me ha olvidado el jabón. No te digo más.

Hasta que pasen las elecs del domingo no cesará esta sana rivalidad, y después tampoco. Una vez que se le coge el gusto al cuchillo en la boca, ya es difícil dejarlo. Grandes emociones.

Grandes emoticonos para desayunar, broncas e mediodía y locura a la hora de la cena, que solo amaina cuando va a llamar El hormiguero, pero como nunca llama enseguida renace el cainismo en la tanda de anuncios.

Hay dos bandos irreconciliables hasta el lunes. Menos mal que ha ido Meritxell Batet, la nueva presidenta del Congreso, a ver al Rey, el nuevo rey desde hace unos años (y ya casi emérito a fuerza de sustos) y se han sonreído ante el tapiz. El tapiz regio es como el cuadro de los ciervos pero en caro.

La sonrisa templa el régimen y aviva el furor bursátil, España crece contra todo pronóstico por los viernes sociales y otras medidas de Sánchez 84 (la temporada anterior en la cronología Zara, que es la que marca el tempo planetario).

Los dos bandos disfrutan del jaleo en torno a la banda de los cinco presuntos, (el del Senado menos porque el Senado es como de tebeo, no ha acabado de cuajar): a ver si les ponen a los presuntos ya una celda pecera en el hemiciclo y consagran el limbo semipenal legislativo-mix hasta que el Supremo dictamine.

Pero el suspense mola. Es lo mejor para las elecciones. El Supremo podría esperar al Var del domingo 26M y hacer un auto a medio lunes modo salomónico.

Entretanto se crispa el orbe Meritxell propicia una tregua de sólida rutina institucional entronizando el azul Serrat: el Rey ha estado a punto de besarle la mano a Batet. Que hubiera sido lo normal, ya que ella, Ella, encarna la Soberanía popular (y bipolar) de la patria.

Bipolar por la polarización ambiental electoral.

(Continuará) 

Día duro en la España bipolar. Cada cual tira para su lado ante las urnas del domingo y en medio la cuerda de presos que siguen en el limbo mientras todos someten a Montequieu a fuertes tensiones. O sea, lo de siempre, el juego de los partidos, la democracia en marcha. Y gracias.

 

 

 

 

 

 

 

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