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El big data del alma

Que les pongan a los diputados presos una celda en el Congreso

Los cuatro diputados presos y un senador están en una especie de limbo: son cargos electos, han firmado, han guasapeado como tales y han pulsado los artilugios propios de sus cargos… pero son presos preventivos, provisionales… y están en medio de un juicio… ¡por presunto golpe de Estado! ¿Rebelión, sedición, malversación?

Están y no están. Viven en la furgona policial. Entran y salen por el garaje. Duermen en las celdas y acuden al Congreso y Senado. ¡Al juicio!

La XIII legislatura empieza con esta novedad judicial, golpicial, sediciosa, presuntamente todo.

Los rebeldes se han puesto traje. Son rebeldes de orden y corbata. Sediciosos corbateros. El juicio se ha parado para que los presuntos pudieran ir a firmar donde los leones de Ponzano.

Novedad absoluta. Los que quieren independizarse están en la cocina, bien adentro, en el núcleo legislativo del ente del que abjuran.

La vicep Calvo ha dicho que el reglamento es claro y que habrá que devolver a estos presos a sus celdas, que lo de hoy ha sido fleur de un day. pero no está tan claro. Hay que hacer una consulta a los letrados. Entretanto, se pasa la XIII legislatura sin sentir.

El time vuela.

Sería útil apañar una celda en el mismo edificio del Congreso, una especie de pecera, como los despachos de quita y pon, y que los presos pudieran residir en esa microcárcel provisional o limbo parlamentario.

Es verdad que ese módulo de presos electos les daría mucha visibilidad –¡vaya meme!–, pero también sería una forma de promocionar al Estado al que quieren escabechar.

Tal es la grandeza y tronío de ese Estado que se permite exhibir y dar realce a sus íntimos enemigos poniéndoles un piso en el sitio donde habita la soberanía nacional…

Que ellos quieren conculcar.

Es una reforma barata, cuatro pladures y unas paredes de cristal.

 

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