Ayer fui al cine a ver Verano 1993 (Estiu 1993), una estupenda película que recomiendo a todo el mundo desde ya. En ella suceden muchas cosas que resonarán en todos vosotros y vuestras infancias, familias y recuerdos.
Me encantó lo bien captada que está la mirada de dos niñas pequeñas y cómo se van haciendo una idea del mundo que las rodea, sus secretos, y los significados de palabras y conceptos nuevos.
A todos nos ha pasado aprehender explicaciones sobre la realidad en que vivimos que después no tenían nada que ver con la verdadera causa de cada suceso.
A veces, porque heredamos los mitos errados de otros. Otras, porque nosotros mismos malinterpretamos o construimos una imagen distorsionada.
En el entorno doméstico sucede, quizá antes que en ningún otro, al pasar tanto tiempo en él.
Aún como adultos seguimos elaborando, compartiendo y recibiendo locas teorías que nos hacen tener una percepción errónea de cómo funciona nuestro micro cosmos del hogar.
Por eso hoy voy a analizar algunos de los mitos que nos acompañan y que muchas veces oímos al visitar a un cliente de HomeServe (¡Dime en comentarios si tú también has pensado alguna vez estas cosas, será un juego muy divertido revisitar estas verdades juntos!).
1. En verano hay que bajar la temperatura del frigorífico
Hummm… interesante teoría. El sospechoso es de sobra conocido: el calor infame entre los meses de junio y septiembre. La víctima, nuestros alimentos, que requieren de una temperatura baja y constante para mantenerse en buen estado. El colaborador necesario, nuestra nevera… y tu manía de abrir y cerrar constantemente la puerta para asomarte a admirar su paisaje interior.
Efectivamente, todo cuadra y es VERDAD. Cada segundo que la puerta del frigo permanece abierta se pierde frío. En verano, esa pérdida se agudiza de forma muy intensa. Por eso debes bajar un poco el termostato en verano, y combatir cada momento de pérdida de frío con un entorno previamente más fresco en su interior.
Además, ten en cuenta que la realidad fuera del frigorífico es más dura para él en verano, y necesita un refuerzo en su trabajo para lograr el mismo resultado frigorífico.
Para ayudaros a ti y a tu refrigerador a lograr llevar a cabo su tarea de forma óptima, te invito a leer nuestro post 9 Trucos para reducir tu factura eléctrica con tu frigorífico, y a ver este vídeo cortito con esos consejos de nuestros expertos profesionales en la reparación y el mantenimiento de electrodomésticos:
2. Los cargadores no oficiales de móviles y electrodomésticos consumen más energía
¿Verdad que algo no funciona igual de bien cuando cargas tu Smartphone con el cable original que lo acompañaba al comprarlo que con ese que compraste en cualquier tienda el otro día?
Por algo será… ¡y es CIERTO!
Los componentes de estos accesorios suelen ser de peor calidad -como digo tantas y tantas veces, lo barato sale caro–
Esto ralentiza las cargas de tus dispositivos electrónicos, disminuye la eficiencia de la energía consumida, y además es más peligroso frente a posibles picos de tensión eléctrica y otros accidentes o problemas que pueden suceder en cualquier enchufe.
Por eso es mejor que te hagas con cargadores de calidad para todos tus aparatos eléctricos, protejas tu red con regletas de calidad y con protección frente a sobrecargas en cada enchufe, y no conectes nunca demasiados aparatos al mismo tiempo en cada punto eléctrico.
Además, no dejes enganchados los cargadores cuando no haya un móvil cargando (o se producirá un consumo fantasma de electricidad que no irá a ninguna parte salvo a tu factura de la luz).
3. Las cocinas a gas son las que menos consumen y contaminan
Este mito resultaba difícil de creer en una época en la que pensamos que más moderno equivale a óptimo, ¿verdad? Pues la afirmación es absolutamente VERDADERA.
El IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía) ha establecido el siguiente orden en el ranking de eficiencia de cada tipo de cocina: las que optimizan mejor la energía consumida son las que funcionan a gas, seguidas de las cocinas por inducción, las vitrocerámicas y las de resistencia eléctrica, que son las que más energía consumen.
Probablemente seas, además, de los que aseguran que la comida sabe mejor cocinada en ellas (yo también: unos huevos fritos preparados sobre el gas son imbatibles…), y por eso el gas triunfe tanto en los hogares españoles, siendo el más presente (casi un tercio de las casas aún cuentan con él).
No es un tema menor: la cocina en un hogar supone el 7,4% del gasto en energía y representa el 9,3% del consumo eléctrico. Y además, las cocinas a gas son las que menos CO2 emiten. Resulta más eficiente producir calor con gas que con electricidad -IDEA dixit-, y los datos para corroborarlo están ahí: una cocina de gas natural tan sólo se emiten unos 200 gramos de CO2 por cada kWh, frente a los 450 gramos que produce la vitrocerámica y los 360 gramos de las placas de inducción.
Eso sí, para disfrutarla más, sacarle todo el partido a su energía, y tener tu cocina más segura, mantén siempre limpios los quemadores y comprueba que el color de la llama es el adecuado: azul (si ves algo amarillo, llama a uno de nuestros profesionales para que lo revise, pues algo va mal en la combustión y podría ser muy peligroso).
Y recuerda que siempre es conveniente contar con ayuda profesional extra para tus electrodomésticos y tu red eléctrica doméstica, como la que brindan estos packs de protección que te ayudarán a resolver cualquier imprevisto, avería o susto en casa.