Entradas etiquetadas como ‘Yulia Brodskaya’

Papelitos enrollados

El quilling o filigrana de papel es un arte menor, que siempre quedó relegado al hobby, a la manualidad casera de la señorita adinerada, al mundo en zapatillas.

Consiste exclusivamente en enrollar papel, de ahí que esté en esta sección de Obsesiones. Me vienen a la mente los tics nerviosos que hacemos con las manos mientras mantenemos una conversación en un bar, con servilletas, envoltorios de caramelo o billetes de metro gastados.

Acabamos fabricando caracolillos por instinto, pero no caemos en la cuenta de que nuestra forma de mover las manos ni siquiera es nuestra, sino que pertenece a una especie de  herencia genética de la que no podemos escapar.

Pájaro - Yulia Brodskaya

Pájaro - Yulia Brodskaya

En el Renacimiento, los monjes y las religiosas utilizaban el papel que recortaban de los bordes dorados de los libros para crear filigranas baratas, simulando a las de oro, para adornar las figuras sacras.

Más tarde, en el siglo XVIII y XIX el quilling se convirtió en cosa de señoritas educadas en colegios femeninos que incluso contaban con una asignatura sólo para este arte.

Las damas victorianas adineradas y desocupadas, sin tener que trabajar y esperando al mejor de los maridos posibles, también mataban el tiempo decorando armaritos o adorables marcos para fotos.Tras un tiempo en que cayó casi en la extinción, ahora asoma de nuevo con timidez.

Quilling Palm - Iron maiden art

Quilling Palm - Iron maiden art

La rusa Yulia Brodskaya es una de esas herederas que han sabido  renovar el quilling huyendo de las labores cursis. Hace filigranas para anuncios publicitarios. Sus trabajos, aunque coloristas y sencillos, no resultan repelentes. Los caracolillos no predominan sobre las figuras, que parece que vayan a escaparse del papel haciéndo remolinos.

En otra de mis pesquisas me topé con la misteriosa Iron maiden art. Al ver la figura de una palma de la mano que
había creado sólo con filigranas me importó bien poco no saber ni su nombre de pila o que tuviera una página web fea.

Da la sensación de haber empezado hace poco: tiene pocos ejemplos y el entusiasmo se palpa, pero no la menosprecio como podría suponer algún tertuliano amigo del comentario sin sentido. Me gustan los artistas que no dan a su obra una importancia estratosférica y se refugian en un espacio pequeño sin hacer ruido, esperando a ser encontrados como una moneda en el sofá.

Helena Celdrán