«Perdona por verter una botella de vodka en tu acuario. No sé qué me dio». La frase, escrita sobre papel cuadriculado, tiene un tachón, diferentes tipos de letra y trozos de papel pegados. Junto a ella figura el retrato de un hombre trajeado —de mediana edad y con un amago de sonrisa en el rostro— que parece ser el autor de la hazaña.
Apology Drawings (Dibujos-disculpa), de David Fullarton, es una colección de sencillas ilustraciones hechas en hojas de cuaderno, viejos folios, trozos de cartón, sobres marrones y otras reliquias propias del contenedor azul de reciclaje.
Los retratos realistas de personajes imaginarios de todas las edades están acompañados por un breve texto en el que se lee una pobre justificación, la excusa barata que casi es mejor no inventar: «Siento haberme reído cuando a tu gato lo atropelló un camión. Es que no soy de animales». «Siento haberte traicionado. El poder y la riqueza me intoxicaron momentáneamente».
Inició la colección de dibujos-disculpa hace un año. A veces, entre los personajes ficticios, se le escapan reminiscencias con algún político o conocido. Fullarton se ríe con sarcasmo de la conducta humana, de las torpezas cotidianas y los fallos garrafales.
El artista escocés residente en San Francisco (EE UU) encuentra la belleza «en las maneras en que la gente se las ingenia para encontrar alegría y significado en las minucias». En sus cuadernos de apuntes anota frases, palabras que escucha en cualquier lugar, el texto de un cartel publicitario… Todo sirve para inventar una conducta errónea extravagante que requiera una justificación más absurda todavía.
Helena Celdrán