¿Por qué aumenta el robo de esculturas públicas en Inglaterra?

Reclining Figure, Henry Moore, 1969, Hertfordshire © Hertfordshire Constabulary/PA

Reclining Figure, Henry Moore, 1969, Hertfordshire © Hertfordshire Constabulary/PA

La grácil escultura de Henry Moore, una pieza de bronce de dos metros de alto y tres de largo, desapareció hace diez años. Se la llevaron de su ubicación, en los jardines de la sede de la fundación dedicada al escultor en Hertfordshire, durante una noche de diciembre de 2005.

La obra, una de las varias decenas de figuras reclinadas con las que el maestro inglés rindió homenaje a las sublimes y sensuales piezas prehispánicas, etruscas y de las Cícladas, nunca va a ser recuperada: la policía está convencida de que fue fundida y vendida como chatarra por más o menos 2.000 euros. La tasación de la pieza rondaría los 4 millones en una subasta de arte.

Los ladrones —tres hombres captados por las cámaras de vigilancia de la institución pero con las caras ocultas por capuchas— pudieron actuar con la idea inicial de colocar la escultura en el mercado negro o ponerla en manos de algún perista, pero quizá se asustaron por la repercusión del robo y optaron por la destrucción de la evidencia, un acto no solo criminal sino estúpido.

Two Forms (Divided Circle), Barbara Hepworth, 1969, Dulwich Park, London © Diamond Geezer

Two Forms (Divided Circle), Barbara Hepworth, 1969, Dulwich Park, London © Diamond Geezer

Una segunda escultura de bronce, el llamado Círculo Dividido de otra de las grandes figuras inglesas de las obras al aire libre, Barbara Hepworth, fue robada en diciembre de 2011 del parque Dulwich, en el sur de Londres.

Al parecer, también en este caso interesaba más el metal que el el valor creativo, de acuerdo con la organización Historic England, que ha lanzado una campaña para llamar la atención sobre el aumento de las sustracciones de arte público y pedir ayuda a quienes tengan pistas.

La causa del incremento es el valor del cobre viejo —en España se paga el kilo entre 5,5 y 7,30 euros según el tipo, casi tres veces más que hace tres años—, la escasa vigilancia de las esculturas colocadas en lugares públicos y la creciente despreocupación ciudadana por todo aquello que no sea útil en el sentido más material del término —se monta un escándalo por la rotura de un escaparate comercial, pero se hace el silencio si se vandaliza el mobiliario urbano—.

The Pineapple, William Mitchell, 1977, Basildon, Essex © William Mitchell

The Pineapple, William Mitchell, 1977, Basildon, Essex © William Mitchell

El caso de La Piña, la fuente metálica de William Mitchell instalada en el antiguo aparcamiento de la empresa Ford en Basilidon, es similar. La pieza fue retirada de su ubicación en 2011, cuando fue trasladada a un almacén mientras el edificio era reconvertido en un bloque de viviendas. Cuando en 2012 fueron a por ella, la escultura había desaparecido.

Mitchell, que figura a la cabeza de los autores de obras desaparecidas, con cuatro, ha apuntado que tal vez los robos no estén solamente fundamentados en los beneficios de la venta de metal, al menos no en Londres, ciudad que sufre un boom de construcción de viviendas sin parangón conocido. «Muchas de las obras», afirma en una declaraciones a The Guardian, «han sido apartadas porque aquí solo interesa que haya espacio para construir viviendas«.

Jose Ángel González

1 comentario

  1. Dice ser marta

    Aumenta el robo por el aumento de inmigrantes en España a la que te descuidas te dejan urbanizaciones sin alumbrado publico, lineas de ave sin corriente ect y si los pillan unas risas en el juzgado y a la calle

    22 diciembre 2015 | 11:22

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