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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Los 300 (maratonianos extraviados)

 

El Maratón de Madrid Rock’n Roll ha sacado las que parecen ser clasificaciones definitivas de la prueba de 2013.

De las clasificaciones provisionales a las definitivas hay un saldo negativo de trescientos participantes. De 10.462 a 10.162 clasificados. Los que acompañaron, los que se fotocopiaron el dorsal, los que acortaron o que decidieron ir directos a recoger su ropa o los que simplemente son seres ectoplásmicos que no salen en algunos de los pasos de control. Los trescientos perdidos.

Todo el listado está en este enlace.

Este será el número definitivo en el que tenemos que medir el volumen de la carrera: 10.162 finishers. Ni los 26.000 participantes de Marca ni de las cuentas de la Alcaldía. Los enardecidos debates de los roperos, la saturación, si mucho o poco público, todo eso quedará en un segundo plano pasadas unas semanas.

En las estadísticas de finishers de los organismos que listan estos temas, la cosa quedará con esos diez mil llegados a meta que suponen un ascenso contundente en las cifras de los años anteriores.

Entre las carreras que se están disputando en la península ibérica, Barcelona sigue siendo la más populosa con 14.776 llegados a meta. Madrid, 10.162. Tercera es una sorprendente Sevilla con 5.932. Están por llegar las cifras de este otoño de Valencia.

Y atención que el maratón que pasó al otoño tuvo una cifra de 7.779 llegados. En esos números eran los de Madrid en 2011. El grupo formado por la SD Correcaminos está recortando con un proyecto empresarial y de turismo deportivo fuerte.

¿Tienes en mente algún maratón de los mencionados?

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Foto: Trulia.com

Así se complicó la logística del Maratón de Madrid

Vídeo elaborado por David y que nos ha remitido para que podamos ver la zona de meta, donde se tenían que recoger las bolsas del ropero. Contando con que no todos usáramos los servicios de ropero, todavía eran unas ocho o nueve mil bolsas. El caos es evidente y la impresión de la capacidad logística es terrible. Los corredores hablan con una mezcla de ironía y desesperación.

Aparentemente no todos los camiones tenían este caos. De los doce camiones (servidos por voluntarios que poco más podían hacer), habría dos o tres en condiciones particularmente difíciles y que eventualmente habrían volcado todo en el suelo.

El sistema de entrega difería extrañamente de otros años, donde se anotaba el dorsal del corredor en la bolsa. Este año, quizá por razones de seguridad (no confirmadas por la organización), se adherían dos etiquetas ralentizando mucho el proceso.

Recordemos que en 2012 el ropero donde entregabas las pertenencias estaba a casi tres kilómetros de la salida, distancia que los maratonianos tenían que hacer antes de afrontar los 42km195m.

A la hora del disparo de salida unos 2.000 maratonianos estaban todavía haciendo cola, como podemos ver en este otro vídeo, elaborado por Commedia.

¿Qué te ha parecido el Maratón de Madrid? Aporta tus sugerencias

Todavía con los dolores en las piernas, unos miles de participantes siguen flotando por la experiencia. Otros cientos andan llegando a sus casas, otros yacemos en el sofá y solamente unos pocos privilegiados conservan oxígeno en su cerebro como para un análisis post-maratonem.

El Maratón de Madrid ha superado una edición más. A los que venimos corriendo maratones en esta ciudad desde décadas pasadas nos sorprenden cosas. Otras ya no nos pillan de sorpresa. He elaborado un sintético resumen.

PÚBLICO

Corrí en 1989 mi primer maratón (aquí, en casa) y aquello sí era un erial. Exclusivamente había público en Sol, Lago, Retiro, evidentemente y tres lugares de fácil acceso en transporte público. Luego vinieron los terribles primeros años noventa, en los que la participación se caía hasta poco más de tres mil corredores.

Hoy, 2013, se ha podido ver que a la ciudad no le queda otra que asumir que corredores se meten por todo el centro componiendo un mosaico más del turismo interior y exterior. Gran Vía, Sol o Plaza España están cruzadas por esa sudorosa masa, inconveniente absoluto de quienes «tienen que cruzar con el coche» por que sí, alegre horda de grandes seres deportistas. La ciudad, desde «arriba del todo» tiene que entender que es tan rentable como un gran desfile, un día festivo o la celebración de la Vuelta a España.

La mejora es evidente. Los distritos de los primeros kilómetros tienen su pequeña porción de público. A las 9.30 están ya algunos ciudadanos por Chamartín y Príncipe de Vergara. Raimundo Fernández Villaverde es el comienzo de la fiesta. Guzmán el bueno o Fuencarral acogen con su estrechez una parte muy cálida. El núcleo de Callao-Sol-Mayor-Plaza de Oriente es espectacular, a la altura de las mejores pruebas del globo. En general se acumula cada vez más entusiasmado público ocasional, además de los familiares y acompañantes. En este sentido Madrid crece en expectación pero es que somos así. Nos han dado permiso para circular corriendo y caminando por el centro de la ciudad, y nos convertimos en inamovibles.

RECORRIDO

Es una canallada. A los cuarenta y dos kilómetros hay que sumar las cuestas. Los responsables no se van a dar por aludidos. Ellos tienen una idea de cómo encaja un evento masivo en la seguridad de la ciudad. Los rectores municipales quieren la Castellana despejada a una hora temprana. Creo que lo llaman ‘eje estratégico’, como si nos fueran a invadir los norcoreanos.

En general nos hacen un favor recorriendo muchos kilómetros de continuado descenso hasta que se termina de descender. Como no podemos horadar el suelo, nos mandan de nuevo desde el km 32 hacia arriba. En los últimos 10 kilómetros ascendemos unos treinta metros de desnivel.

¿Qué se podría hacer? 

La organización ya ha tirado puntada con hilo y así se ha anunciado en la prensa. Hay que mejorar el recorrido. Hay que contentar a la candidatura olímpica. Hay que mostrar al mundo la renovación del balcón ribereño. Hay que estorbar poco en el funcionamiento de la ciudad. Demasiadas cosas juntas.

Mi propuesta está colgada grosso modo aquí. Se ascienden unos 290 metros y se descienden 300.

Un recorrido colgado en el mismo servidor de rutas indica que el recorrido del maratón de 2012 tenía 440 metros de desnivel para arriba y casi los mismos abajo.

Las especificaciones de la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) para un recorrido homologado hablan de un máximo de diferencia entre el punto de salida y de meta. Saliendo en Atocha y llegando al Lago de la Casa de Campo se conseguiría otra cosa. Terminar ahí con un corto bucle después de regresar desde un hipotético paso por Sol k23, manteniendo el recorrido actual hasta Príncipe Pío (aprox.k29) y luego Calderón-Madrid Río ida y vuelta. El resto del recorrido podría ser el mismo alargando a la esplanada de Atocha la salida y pasando un poco más arriba de Plaza Castilla en el tramo medio.

Hombre, déjennos pasar por esa zona, que además es plana. No vamos a poner cargas detonadoras en Cuatro Torres. Miraríamos hacia arriba embobados (somos así), nos estorbaríamos un poco y saldríamos de allí pitando por Mauricio Legendre.

LOGISTICA

La actual logística no soporta 25.000 participantes de tres pruebas diferentes. Este año ha habido un caos evidente en la entrega de ropa a los camiones-ropero. Tras unos cuarenta y cinco minutos esperando, he dejado mi bolsa en medio de nervios y empujones a las ¡nueve en punto!. A la hora de salida. En dos o tres ocasiones ha estado a punto de producirse una seria avalancha. ¡Demasiada tensión también por parte de los corredores! pero… ¿no es natural que la gente se ponga nerviosa?

Ahí quedaban más de mil personas intentando dejar sus pertenencias. El sistema se ha complicado con unas etiquetas que no tenían que ver con el dorsal, rotuladores y pegatinas allá y acá.

La meta se ha ido complicando con grandes colas para recoger algo de beber y comer. No es que dieran nada gratis y que todos se hayan abalanzado a pillar barra libre. Era una botella de agua y unos frutos secos después de cuarenta y dos kilómetros y más de cincuenta euros de inscripción.

¿Tienes alguna otra idea que aportar? ¿Algún comentario? Quizá esto lo lean los organizadores. Quién sabe.

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Foto: EFE

¿Por qué los corredores se desviven por la pasta?

Dos de fetuccine, seis pizzas, una lasaña de cuatro pisos y una cortina para la puerta de casa hecha con macarrones, por favor

¿Es que vas a reflotar la deuda de la empresa Barilla tu solo?

Pasta, pasta, la comida de la pasta. La Pasta Party. Hoy se vive uno de esos ejemplos de locura colectiva porque mañana se disputa una prueba de maratón: la Rock’nRoll Maratón de Madrid. Se come, cena y algunos desayunarán pasta porque en las teorías se observa la verdad ineludible de la carga de hidratos.

Los hidratos de carbono (mejor, glúcidos) son la gasolina del músculo. El músculo del corredor de fondo necesita una base energética y los glúcidos son macromoléculas compuestas por las formas primarias de almacenamiento que conocemos con los habituales nombres de glucosa, glucógeno y almidón.

¿Dónde encontrarlos?

Los glúcidos no. Esto es fácil. Los alimentos más ricos en estas macromoléculas son las legumbres, el arroz y la pasta. En general los alimentos que contienen almidón, elaborados con harinas de maíz, trigo y en general de todos los cereales.

¿Dónde encontrar a los corredores? Esta noche si sales a dar una vuelta por Madrid posiblemente veas a mucha gente, con chándal o ropa deportiva, ocupando las mesas de las pizzerías o restaurantes italianos. A mediodía la concentración de corredores y acompañantes en la Casa de Campo madrileña era superior a si hubieran repartido calcetines de atletismo gratis. En Nueva York el pasta party es una fiesta mundial. Un año nos dieron un sublime plato de arroz en el maratón de Valencia, costumbre que se mantiene en la actualidad. Y ahí es donde estamos todos. Carbohidratándonos, a pesar de las esperas, estar de pie, las colas y la ración correspondiente.

¿Compensa? Es un ritual. Sobre los rituales no se discute.

Si no, estaremos en casao en ese coqueto apartamento que hemos alquilado, haciendo bajar las reservas de pasta federales y de las tiendas, saliendo de bolsas de plástico, ya sean espirales, circulares, alargadas o precocinadas. Todas tienen en común una cosa: nos darán la seguridad que, al menos en teoría, nuestros depósitos de energía estarán hasta arriba la mañana siguiente.

La del maratón.

¿Puedes dejar un momento el tenedor y los tallarines y contestar cual es tu pasta favorita antes de la carrera?

 

Cosas que deberías saber si viajas al Maratón de Madrid

Madrid no es una carrera difícil. Te llevarás un carro de minutos extra y empezarás a entender eso de que a Madrid no se viene a hacer marca. Pero…

No le eches la culpa al desnivel o a la altitud. Si vienes a Madrid a correr, acompañado por tu pareja, que te adora, o por la banda de tu club, que también te adora, te encontrarás con que EL MURO de la carrera está situado ocho kilómetros antes de la salida. En concreto está situado en esas infinitas posibilidades que tiene la ciudad para salir, tomar algo, caminar y satisfacer a todos los componentes de la expedición.

Podías haber escogido otra ciudad u otro recorrido. Pero queremos darte una bienvenida como mereces. En Madrid somos muy así. De acoger bien a la gente.

Por eso hemos modificado las condiciones bajo las que correrías normalmente un maratón.

Te listo las principales (42) particularidades del maratón que te marcarán hasta el punto de no saber a ciencia cierta si regresar otro año, empadronarte aquí o cantar las alabanzas de nuestra carrera a los cuatro vientos.

1. Tu hotel está cerca de una zona de copas.
2. Tu hotel está cerca de un buen restaurante.
3. Hay más de 20 opciones de enganchar un buffet libre de pasta. ¿Comida de la pasta en la Feria? ¿En serio?
4. En la Feria del Corredor te da más sed que en otras. Al otro lado hay bares. Paseo de Extremadura.
5. Nadie podrá negar a tu pareja que paseéis por el Thyssen o el Reina Sofia.
6. La terminal del aeropuerto te cobra tres pavos para usar el metro. Extra.
7. Se publica y distribuye la Runner’s y Planeta Running y Corricolari. El triángulo maldito.
8. No conocías el vermú de grifo.
9. Cuando cruces la zona del Rastro el día del maratón te picará la curiosidad y comprarás dos sillones estilo imperio.
10. El día de antes podéis ir de la feria del corredor al zoo con los niños.
11. En Madrid vive Antonio Alix.
12. El segundo vermú de grifo está mejor aún, añades a viva voz.
13. Te acuerdas con añoranza de la feria de la pasta (es el vermú).
14. Venden churros y pasarás por la puerta. Una y otra vez.
15. Tenemos una famosa alcaldesa consorte.
16. En Madrid vive el que mandó el km 40 por la cuesta de Alfonso XII.
17. ¿Sabías que en la comunidad de Madrid hay QUINCE DECATLONES?
18. Podrías toparte conmigo por la calle y te inscribirías a un ultra trail de vino y carrilleras.
19. Recomendarás el vermú de grifo a los demás maratonianos, a un señor que lee el As y a un policía local.
20. En meta habrá un momento en que quieras llamar a tu esposa o esposo. No podrás. Un alto cargo visitará la zona e inhibirán la radiofrecuencia. Tómate una bebida en la zona de meta y haz tiempo.
21. Aquí nadie se siente extranjero. Somos tan hospitalarios que casamos a los estudiantes de Erasmus con nuestros bares.
22. Nuestros agentes de movilidad podrían colocar un dorsal a tu coche. Desconocías las mil reglas de la ORA.
23. Madrid logra que rebautices a nuestra actriz como «Maribel Vermú».
24. A nuestros refrescos los llamamos refrejcos. Pero tú ya te has decantado por el vermú de grifo. Avisa, por si acaso, a tu pareja.
25. Madrid dió nombre a CajaMadrid (hoy, Bankia). Acojona, ¿eh?
26. Ya no se pasa por la M30 ni por la zona alta de la Castellana pero hemos encontrado un rato canalla en el recorrido. Lo escondemos para que lo encuentres tú mismo.
27. Seguimos discutiendo si el maratón o la maratón. Mientras, nos la van colando.
28. Estamos buscando donde colocar una calle a los Calambres de Fabián Roncero.
29. El vermú de grifo está demasiado bueno. Les pides patrocinio entre grandes voces y abrazos.
30. La hemos soterrado. Sí. Años preguntándote cómo es la M30 y te quedarás con cara de panoli.
31. Hacemos tiempo hasta que llegue la edición del centenario del maratón. Llevamos 36 años haciendo tiempo.
32. En este kilómetro está el cuestón canalla y donde aprendieron a cocinar Chicote, Paco Roncero y otros.
33. No hemos logrado hacer que Chicote corra. Solamente que juegue al rugby.
34. A Paco Roncero sí. Está abducido y entrenando.
35. Insistimos. El maratón no es duro. Lo que es… es jodidamente largo.
36. Viniste en AVE y te quedaste enamorado de la de cosas que somos capaces de vocear al teléfono (y sin vermú)
37. Hemos trasladado toda la población residente de los kilómetros 3 al 14 del maratón a un agujero negro. Hoy están fuera, ya digo.
38. Verás que a la espalda del Bernabéu y del Calderón hay sendas cuestas asesinas. Da gracias que no subimos el maratón hasta Vallecas.
39. En Atocha venden bocatas de calamares insuperables. Sólo superables por otros míticos bocadillos de calamares. Pasarás y picarás.
40. Aquí la cuesta de Alfonso XII, aquí un amigo.
41. En el kilómetro 24 está Casa Mingo y su pollo a la sidra. Tu pareja te pedirá venir a comer un día. Pero estarás ausente pensando en el vermú (de grifo).
42. La culpa es exclusivamente tuya. Tú elegiste venir a correr aquí (a Madrid).

¡Suerte y buena carrera, por que tú lo vales!

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Foto: Blog 10Guillómetros.

La batalla maratoniana entre Etiopía y Kenia continúa

Finaliza Abril en cuanto a las carreras de más caché del planeta. Los maratones donde los mejores se sacan los ojos de manera amistosa. Las manadas de chacales entrenados a ritmos insostenibles para los demás humanos. En los primeros cuatro meses del año se han disputado las tres cuartas partes de las carreras más bestialmente rápidas del año. Dubai, Tokio, Paris, Londres, Boston, Seul, Rotterdam y Hamburgo, además de algunas invitadas a las que asoman los mejores.

El año pasado estábamos augurando qué pasaría en los Juegos Olímpicos que luego se llevaría un ugandés. Si los maratones clasificatorios para los Juegos en las dos naciones serían mejor o peor estrategia. El año se cerró.

El nuevo 2013 llega y todos hacemos borrón. A la espera del otoño con Berlín y Nueva York y Chicago, los ‘world majors’ se van sucediendo con un ojo en la despedida de Haile Gebreselassie y los 2h03 de Mutai.

KENIA vs ETIOPIA

En los míticos años 90, ya tan lejanos, o en el comienzo del milenio, se solía citar una frase: «En Kenia solo hay maratonianos». Iten sigue acumulando expediciones de periodistas y maratonianos. Eldoret sigue conservando el mito. Los tiempos más aberrantes del ranking y las victorias prestigiosas pertenecían a Kenia.

Pero ha llegado 2013. ¿Qué ha pasado para que los cinco tiempos más rápidos del año se hayan conseguido por etíopes? ¿Cómo puede haber recuperado el cetro mundial con tal densidad de corredores la tierra de Bikila, de Yifter, de Dinsamo, el primer hombre que bajó de 2h07 en 1988?

Pero no es todo. El dominio etíope es tremendo en 2013. En el ránking mundial Kenia tiene que conformarse con las posiciones 5ª, 6ª, 8ª y 10ª. En el top 25 masculino el marcador es 13 – 12. ¡Trece de las veinticinco mejores marcas son de atletas de la tierra de Bikila! En las victorias del año en el calendario, Etiopía se ha llevado Dubai, Londres, Boston, Seul, y Rotterdam. Kenia, París, Tokio y Roma.

En categoría femenina, de las catorce mejores marcas del mundo, once son etíopes. Victorias en Rotterdam, Paris, Dubai, Houston y Boston.

La competitividad etíope es feroz. Los métodos de Iten (Kenia) y la concentración de talento sin control han sido copiados y quizá mejorados. Bajo el único criterio del entrenamiento feroz y la densidad, Etiopía tiene un centro de absoluta excelencia – a su manera – llamado Bekoji. El periodista Simon Hattenstone se rindió ante el azul del cielo allá arriba, en la alta llanura. «No puedo respirar pero, cuando meto algo de aire garganta adentro me doy cuenta de lo puro que es ese aire». Está a más de dos mil kilómetros de la capital Addis-Abbeba.

Si el altiplano de Iten se sitúa a 2.400 metros Bekoji está a 3.200 metros de altitud. Si el centro de entrenamiento de Iten engloba hogares de las tres Kiplagat (Edna, Lorna y Florence) y de David Rudisha, en Bekoji está Sentayehu Eshetu, quizá uno de los entrenadores que más metales acumula en la tierra. Sus discípulos tienen nombres como Kenemisa Bekele o Tirunesh Dibaba (tres oros olímpicos). Pero también Derartu Tulu (oro 10.000 en Barcelona’92 y Sydney’00. Y Fatima Roba (vencedora en Boston y Nagano).

Si en Kenia se aplica el entrenamiento de modo bestial (nunca a salvo de acusaciones inciertas sobre dopaje) en Etiopía se eleva. Si los muchachos del Rift Valley corren sin apenas comer para salir de la miseria, el entrenador Eshetu menciona similares aplicaciones: determinación, pulmones enormes y un chasis mínimo así como la dureza de haber trabajado en el campo. Lo no poco que produce la zona está marcado por lo épico. Cabras, semillas oleaginsas, café, té, azúcar de caña salen de un suelo ocre tostado por temperaturas sin misericordia.

Y los resultados han terminado saliendo.

Es interesante comprobar que se ha producido una globalización del maratón etíope. La asidua aparición de los mejores en los eventos de todo el mundo podría venir a la sombra de apertura del gran Haile Gebreselasie. Asociado a Global Sports Communication, el gigante del managing del atletismo y también imagen de Adidas, hay una vía de apertura que ha promocionado al país antaño inestable. Tras los años de dictadura y de guerra con Eritrea, el ingeniero Hailemariam Desalegn subió al poder llevando a cabo una transición suave como primer ministro etíope. De temidos dictadores, el país ha pasado a un dirigente que este mismo mes de Enero es elegido como secretario general de la Unión Africana.

¿Se han terminado aquellas odiseas de los atletas para conseguir un visado de salida para competir?

Es posible que el aperturismo político del país lo facilite. Recordemos que en 2010 y 2011 todavía eran habituales los atletas que cancelaban su participación. El maratón de Barcelona 2011, o el caso del fabuloso Tsegaye Kebede, vencedor en Londres’13 y otros ¡cinco! majors entre 2008 y 2012, con serios problemas para viajar por el mundo hasta 2007.

La irrupción de nuevos ricos en el mercado de los maratones se ha beneficiado de modo inmediato. Desde 2008, año en que se depositaba un millón de dólares como premios en metálico en Dubai y los patrocinadores exigían que participara Gebreselassie, el cometa verde ha trazado una imparable ascensión.

Así, en Enero los cuatro tiempos más rápidos del año eran etíopes en el recorrido por la ciudad del oro rápido, Dubai. Desisa, Shiferaw, Tola y Negesse metían un 4 – 1 a Kenia. La prueba que organiza el inglés Peter Connerton bajo la bandera de Pace Events es el Eldorado de los 42km195m.

¿Está Kenia derrotada?

Tocada, pero no hundida. Esta mañana Eliud Kipchoge contraatacaba con la victoria en Hamburgo y una escalofriante marca de 2h05. Priscah Jeptoo vencía con 2h20 en Londres por delante de Edna Kiplagat, otra keniana. Boston vió hacer caja a Rita Jeptoo para el saco keniano. En otoño Berlín y Nueva York darán lustre a las estanterías de los corredores de Kenia, que muestran un dominio favorable en los recientes tablones de honor de esas pruebas. Chicago tiene vencedores masculinos de nacionalidad keniana desde 2003, con los tiempos memorables de Evans Cheruiyot o Samuel Wanjiru.

La capacidad de sobreponerse al hambre, a las guerras, a entrenar varios puntos más que un humano ‘normal’ volverá a evaluar a los antaño tiránicos corredores de Kenia. Cuando el tarraconense Manuel Tornero relata que un chico que podrá correr fácilmente medio maratón en 1h04 le pide dinero para comer porque pasa hambre y tiene que seguir entrenando se entienden las variables de superación de estos seres.

Superarse. El terreno quita la vida. La agricultura apenas regala nada. Corren descalzos hasta encontrar unas zapatillas de segunda mano. O tercera. Comer o correr.

Si come dos veces al día podrá entrenar hasta reventar de nuevo u obtener un buen resultado. Y alguien se fijará en él. Quizá los más profesionalizados puedan seguir entrenando con los mejores medios. La diferencia de poder pasar al profesionalismo antes o después nos seguirá brindando resultados en esta particular batalla entre las dos naciones más poderosas del fondo mundial.

En las dificultades de ambas sociedades no hay diferencia. Quizá un azar cruel les legue a sacar del desconocimiento y lleva a aparecer en artículos como este.

Escritos desde un cómodo sofá. En el lado que paga a los corredores. Con la única presión de acertar a subir el post al blog a su debido tiempo.

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Fotos: Boston.com, Telegraph.co.uk

Por qué correr un maratón sigue siendo un escenario seguro

Se empiezan a despejar las incógnitas de la horrenda ecuación de la semana.

¿Estamos ante una amenaza global en los eventos deportivos?

¿El terrorismo del siglo XXI, supuestamente de corte islámico, ha empezado a usar las carreras como abominable escaparate?

¿Qué pasa si corro este domingo en Londres?

¿Está el maratón de Madrid amenazado por estos asesinos?

La difusión de las fotos y vídeo por parte de FBI muestra que los circuitos cerrados de TV lo pueden casi todo. Más de cincuenta mil fotos facilitadas por los ciudadanos de la sociedad de la información, facebook y twitter componen un mosaico donde se demuestra una cosa: nos comunicamos pero también nos ‘vemos’ de manera constante.

Nos guste o no, gracias a ellas se han podido detectar dos potenciales sospechosos. De aspecto occidental. Exista relación o no, a escasos kilómetros esta mañana se ha desatado un tiroteo en el campus del Massachussets Institute for Technology. De nuevo la sensación de estar ante un fenómeno regional, los unabombers. Un perfil psicológico radical, enfermo, un objetivo político demencial relacionado con la libre expresión del armamento y la defensa particular. Un perfil que parece encajar, según la CNN, con uno de los sospechosos de las imágenes distribuídas por el FBI.

 

 

Puros productos de una sociedad, la estadounidense, que está debatiendo con acritud las medidas de política interior y de seguridad. En realidad lo están haciendo desde siempre. Intentan envenenar a su presidente, le amenazan.

Un fenómeno de crisis con génesis estadounidense. Una sociedad en la que los propios musulmanes de las ciudades y barrios de Massachussets tienen miedo a prestar ayuda a sus conciudadanos en Boston tras el ataque del lunes, y denuncian que tuvieron que permanecer en casa ante el miedo de ser tomados como sospechosos.

¿Qué tiene que ver esto con un maratón popular celebrado en una ciudad europea?

En plena crisis militar, durante los años del terror derivado de las guerras en Afganistán, Siria, Palestina e Israel, Sudán, Iraq, se han celebrado (de 2001 hasta hoy día) carreras de maratón en las que participa medio millón de personas. Cada año. Y nunca se ha tenido constancia de ataques o amenazas durante esos doce años. A pesar de todo, millares de autobuses siguen llevando al puente de Verrazano participantes en la salida de Nueva York. Miles de personas esperan en el Mall, the Strand y alrededores de Buckingham en las millas finales de Londres, el Loop de Chicago, París, o el millón de espectadores de cada año en Berlin.

Por tanto, descartemos que el maratón de Londres esté tan en peligro como parece extraerse de las medidas de seguridad extraordinarias recientemente aprobadas. El régimen del terror consigue que se justifiquen determinadas inversiones en más control. De acuerdo. El viceprimer ministro británico Nick Clegg anunciaba que la seguridad se duplicaría, triplicaría o incluso cuadruplicaría. Pero también convierte en una aberración un escenario que año tras año aglutina casi un millón de espectadores y cuarenta mil participantes.

Londres ha celebrado su maratón tras los atentados del 7/7. En 2005 la ciudad vivió su particular descenso a los infiernos. Pero era Julio y la memoria crítica y el terror se matizaron hasta el mes de Abril siguiente. En 2006 Felix Limo venció corriendo como el que le lleva el diablo (2h06.39) y encabezaba una marea de 33.000 participantes. Se rechazó un número equivalente de solicitudes. Recordemos que en 2013 se esperaban unas cien mil solicitudes.

¿Y en el maratón de Madrid?

Lancémonos a correr sin miedo. El maratón madrileño está lejos de ser un objetivo de la oleada del terror de esta semana. Que sea un homenaje sentido a los que han sufrido el ataque de las bombas de los fanáticos. El miedo instaurado durante la última década no puede alcanzar cada manifestación deportiva o cada agrupamiento humano porque terminará coaccionando la capacidad del ser humano de reunirse.

Y de coaccionar la reunión al estado de sitio hay pocos pasos intermedios.

El maratón de Madrid baraja extremar las medidas de seguridad. De partida ya cuenta un total de 450 policías municipales, 100 miembros de seguridad privada y 180 policías nacionales. ¿Puede absorber la ciudad el trasvase de otros cientos de unidades y sacarlas del Domingo de mañana de la capital? ¿Debe hacerlo?

¿Está el maratón a la altura de los requisitos de seguridad de eventos de índole política o de conflictos sociales? ¿Veinte mil participantes en un maratón requieren más seguridad que cien mil manifestantes?

Madrid reunirá en la salida un bonito conglomerado pacífico de veinte mil personas. Las repartirá por una ciudad que vive en cierta medida ocupada en otras cosas. Es domingo por la mañana y los tres millones de habitantes de la capital tienen ritmos muy dispares. Habrá más peligro conceptual en los conductores que ven sus nervios estallar ante cortes de tráfico, según ellos, imprevistos. Los visitantes al Rastro mirarán como miran siempre. Madrid Rio tolerará el paseo matinal en lugar de apiñar a la gente en los lados de la carrera. Estos son los auténticos peligros del maratón de Madrid.

Y el objetivo de la organización será solucionarlos.

Animar a que la ciudad salga a correr (rompiendo la maldición de la barrera de los diez mil llegados a meta) o a animar a los laterales de todo el circuito. Dos maneras de participar en uno de los eventos más agradables y seguros que cuenta una ciudad. A pesar de lo ocurrido en Boston, Massachussets, EEUU.

No lo olvidemos. Yo correré en el Rock’nRoll Madrid Maratón y la seguridad será una de mis últimas preocupaciones.

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Foto: Claudio Luna.

Hoy muchos pensamos en Boston

116350-452-550Espeluznante.

Ayer estuve toda la tarde hasta la llegada de los favoritos tuiteando con despreocupada alegría sobre el maratón de Boston. Cerré el PC a las seis y pico hora española y me dirigía a casa. Desconecté pensando en los tópicos, en la suerte de poder seguir eventos a distancia, de que se unan veinte mil personas para correr.

Y el runrun de lo del ‘Patriot’s Day’ estuvo acompañándome mientras colocaba el dial del coche en turbo 3, de verdad. Estuve haciendo memoria de mi equivocación previa, pensando durante años que no era el Lunes de la celebración del patriotismo estadounidense sino el Lunes de Pascua, el día que se corría el Maratón de Boston.

Que lleva celebrándose desde 1897. El evento más añejo del mundo del correr. Ajeno (o no, ya vemos) al devenir del mundo. De sus juegos olímpicos, de sus presidentes, de sus guerras.

Pero ya vemos que no. El cobarde (como siempre) y abominable hecho de colocar explosivos con el objeto de matar al mayor número de gente también alcanzó ayer al  maratón bostoniano. A los familiares que esperaban, a amigos, a autoridades. Qué más da. Seres que disfrutaban de una mediodía de ocio.

Massachussets, hasta ayer ajenos, lejanos, como todo esto, a la brutalidad. El estado verde, cuna de los Sox, de los Celtics, de las victorias del indio tarzán Brown, hoy llora porque el terrorismo ha golpeado en sus calles. Muertos y heridos recuerdan hoy a todo el mundo que nuestro planeta está en constante agitación.

Por un lado el ocio de los humanos. Por otro su capacidad de generar horror. Vaya especie.

¿Cómo es una zona de meta?

Habitualmente una prueba deportiva como un maratón tiene reservada un buen hueco en la ciudad para su celebración. Se delimita el tráfico y se corta un tramo de no menos de un kilómetro para la meta, las gradas, la zona de llegada. El maratón de Boston tenía ayer desde Boylston St no menos de dos millas acotadas.

En esa zona se encarrila a los participantes a pasar a una zona de descanso donde se acumulan centenares de personas. Tiendas de campaña que ayer servían de hospital improvisado normalmente son zonas de masaje, donde puedes recoger las mochilas con tu ropa, beber y comer algo que te repone. A lo largo de miles de metros cuadrados el corredor para y deja que la alegría de terminar los 42km195 sea completa.

Anteriormente  muchas pruebas colocan gradas donde miles de espectadores (donde podrían estar tus familiares o amigos) ven tu llegada a meta. Sorprendentemente la ciudad de Boston relajó los controles de seguridad en un día tan señalado.

Durante la retransmisión que se podía seguir en directo por ‘watchlive’ resultaba pintoresco la cantidad de soldados y demás personas uniformadas a lo largo de la ruta. Podías ver soldados marines pertrechados con equipación de campaña haciendo a pie el recorrido. Pues bien, todo eso no sirvió.

¿Es un sitio seguro?

Pues habitualmente lo es. ¿Dejamos que nuestros seres queridos acudan a estos eventos?

Pero, ¿por qué no? Las ciudades están llenas de eventos donde sus ciudadanos acuden a miles. Nadie tiene por qué quedarse en casa por la amenaza de la violencia. Quizá sea lo que la violencia busca. El miedo.

Que ningún miedo te deje en casa por absolutamente ningún concepto.

Un abrazo sentido a los que se han visto afectados por semejante acto de barbarie. Hoy todos salimos a correr con un nudo en el estómago.

Que no se nos quite el nudo de la conciencia de cómo está el planeta el resto de los días.

¿Crees que solamente hay un tipo de maratón?

Maratón. Prueba atlética que se disputa sobre la distancia oficial de 42 kilómetros y 195 metros. También está la coña de «en mi pueblo corremos un maratón para las fiestas». Pero este lado simpático lo dejamos para otros posts o para RunerEnfurecido.

Lo normal, hasta los años en que todas las ciudades estaban asfaltadas y el boom de los años 70 se extendiese, era que las viejas pruebas atléticas se corrieran por las polvaredas magníficas de las ciudades del mundo civilizado (Boston, la London Poly, el barrio de Yonkers). ¿Puedes imaginar cómo estaba Amsterdam en 1924? Pues ya tenían maratón. Ver foto.

Luego llegaron las máquinas que bituminaban todo. Si te dejabas, asfaltaban hasta las tapaderas de las alcantarillas. Y todo lo que significó «maratón» era ruta, ruta y más ruta. Maratones sobre recorridos asfaltados y lo más convenientes posible. Es lo que hoy conocemos como el fenómeno de participación en deporte de masas posiblemente más generalizado del mundo occidental.

No. Ir a ver el fútbol no es participar en deporte.

Pues bien. En los noventa se inició un goteo de viejas piernas de liebre. Tiraban al campo. Más bien al monte, como las cabras. Se empezaron a organizar pruebas de 42 kilómetros, metro arriba o abajo, por roquedos, pastos, crestas, sendas o pistas de montaña. En España teníamos el Aneto Extreme, allá por 1996 corríamos los primeros canchales de la sierra de Guadarrama en distancia maratón, Catalunya tenía la de SantLlorenç Savall y luego se terminó desbordando todo.

Incluso hoy día de las pruebas ultra se acomoda una versión suave de ‘únicamente’ 42km, para que podamos acomodarnos en largas excursiones deportivas como las experiencias alpinas por Suiza (están Davos, Interlaken, etc.)

Se habían convertido los míticos y terribles sufrimientos del maratón, la distancia de la muerte, el muro, el mazo y toda la colección de literatura publicada, todo, en una marcheta, en un hobby naturalista.

Un paso más allá ha sido la recentísima posibilidad de correr cada uno por donde le diese la gana. Los GPS y la autonomía de las mochilas de hidratación te hacían libre. ¿Corremos un maratón? ¿El viernes por la noche?

Y últimamente no es raro combinar varias como saludable y relajada manera de estar más tiempo amortizando nuestro preciado tiempo y su equivalente en los precios de inscripción. Pudiendo estar ocho horas por un circuito en el que te miman y lleva y traen, ¿por qué ceñirse a estar cuatro en una ciudad?

Con estas, las próximas semanas tengo dorsal para tres eventos parecidos pero muy diferentes:

1. Rock’n Roll Maratón de Madrid. Todo asfalto. Todo calor y todo ciudad. El 28 de Abril.

2. El Soplao (Cabezón de la Sal). Otros 43km por praderas, pistas y monte de la zona de Saja. El 18 de Mayo.

3. Maratón del Anochecer (San Sebastián de los Reyes). 43km por pistas de tierra y caminos del entorno del Jarama. 25 de Mayo.

Todo maratón, tan poco maratón.

Ya iré contando.

 

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Foto: Geheugen Van Nederland.

Grete Waitz. El récord mundial que duró un día

Había llegado un domingo sin pista ni cross para los chicos de Madrid. Mi padre había bajado a comprar la prensa y el Madrid jugaba contra Osasuna. Ganaría aunque el Athletic también vencería en su duelo con la Real. Mi vecino Manolo dijo que habían atropellado a un chaval en Colmenar Viejo. También dijo que apenas había habido gente en el mitin de Tierno Galván, que aún no era un parque desolador sino un veterano político.

En Madrid, el 17 de Abril de 1983, no se tenía mucha idea de que  Grete Waitz, maratoniana noruega, la corredora que dominó el Maratón de Nueva York durante nueve ediciones, batía el récord mundial de maratón en Londres. La rubia de las cejas transparentes que coleccionaba treintaydoses y veintisietes en los cronómetros de Central Park.

Desde su primera victoria en 1978 había encadenado cuatro triunfos estremecedores (1978, 79, 80 y 82) y tenía la confirmación del equipo que dirigía Fred Lebow para su nueva revancha contra la soledad en noviembre del ochenta y tres. Pero además había aceptado el reto de doblar dos pruebas a ritmo demencial, de récord. El campeón olímpico británico Crish Brasher, el viejo obstaculista, había pujado fuerte para seguir con el crecimiento del joven maratón de Londres. Relanzado en 1981 como substituto del moribundo London Polythecnic Marathon (que se celebraba desde 1909), Brasher dirigió sus esfuerzos a traer a Waitz a correr a la cuna del atletismo profesional.

En la típica matinal que los londinenses califican como ‘grey day‘, Grete calzaba sus rayadas adidas rojas y blancas, camiseta interior y guantes. Sus sempiternos guantes, esta vez también rojos. ‘Grey Day’, dos años antes, no había sido sólo eso. En la época en que Brasher lanzaba la idea de retomar el maratón por las avenidas de la ciudad, ‘Grey Day’ había sido el single que escaló hasta el número 4 de las listas británicas en 1981. Era un himno, una queja sintomática de los londinenses ‘North London Invaders’ (ya rebautizados como Madness). Era un canto contra un panorama muy gris: los cierres de las minas por el gobierno conservador de Margaret Thatcher, la venta de las acciones de British Aerospace, o el anuncio de los riesgos de una guerra racial en la prensa precisamente la tarde anterior al nacimiento del maratón de Londres.

Dos años después, con el estallido social sin solucionar y la dama de hierro encaminada hacia una nueva victoria electoral, se presentaba un muy británico nuevo domingo gris. Tras los chaparrones matinales, el Abril de 1983 iba a deparar una mejor marca mundial. Recordemos que la federación internacional no habló de récord del mundo de maratón hasta pasados mil millones de años, dado que no hay dos recorridos iguales ni se celebra dentro de un estadio. Cayó una mejor marca mundial, fuera por el maravilloso y plano recorrido de Londres o por los miles de libras que Gillette aportaba de nuevo como patrocinador. Y es que se estaban dando los primeros pasos en la era del dinero en las carreras en ruta. La IAAF había permitido en 1982 el pago en metálico a los deportistas de élite y el cataclismo del deporte amateur estaba sirviendo en bandeja que las grandes carreras tirasen de talonario. Waitz afrontaría Londres en Abril, y Nueva York en Noviembre.

Un inspirado Mike Gratton ganaría con 2:09 pero los ojos estaban puestos en la finísima chica de las coletas y la camiseta de tirantes roja y blanca. Su grupo de referencia, con tipos curtidos en maratones a ritmo de dos horas y media, viajaba prácticamente desmembrado a la altura de los puñeteros adoquines del Upper Thames. Al paso por el puente de la Torre apenas tres duros maratonianos escoltaban de aquella manera a Waitz. Su gesto, tantas veces fotografiado, con las mejillas contraídas y sus finos labios en una mueca de rigidez, la encaminaba a la vieja meta del Westminster Bridge (meta hoy sustituída por la llegada en el Mall, frente a las habitaciones de su alteza real en Buckingham).

El último recodo sobre el río le llevó a un debut en la ciudad de verdadero escándalo. El recorrido de Londres probaba su bondad y Grete Waitz colocaba el mejor registro de una mujer en 2h25:29 durante toda la tarde del Domingo, hora del meridiano de Greenwich, el parque desde el que los miles de corredores salían en pos del sueño de las veintiséis millas y el pico caprichoso del rey inglés.

Nuevo récord mundial, mejor marca o como quisieran decirlo los periodistas. Tenían toda la tarde por delante. La edición del Lunes de la prensa colocaba sus estrechísimas columnas sobre el maratón calculando milimétricamente las palabras, entre las que debía aparecer la referencia a la hazaña de la noruega Waitz.

Mientras Waitz descansaba en el hotel y terminaba de atender a la prensa, a cinco mil kilómetros de distancia una chica con el pelo corto repasaba en la cama el esquema de carrera. El mismo Lunes se torcieron los planes. Sería un récord un récord del mundo que únicamente duraría hasta la tarde del día 18. Y es que la corredora norteamericana Joan Benoit corría apenas veinte horas más tarde, durante la tarde del Lunes de Pascua de 1983.

En 1983 no se contaban con los medios técnicos de hoy. Nadie subía a twitter ni podía mandar un correo electrónico a la sede de la Federación Internacional de Atletismo, la IAAF. Mientras los federativos leían durante la mañana del Lunes 18 las marcas de la prueba londinense y programaban en papel la actualización del récord del mundo de Grete Waitz, amanecía en la irlandesa capital de Massachussets. El recorrido de punto a punto desde Hopkinton, en mitad del campo de Nueva Inglaterra, por la A135 hasta el centro de Boston, hervía de público. El «duelo al sol» del año anterior había supuesto un par de escalones en la vorágine del running en los Estados Unidos. Alberto Salazar y Dick Beardsley habían corrido codo con codo para disputarse la victoria en meta por apenas unos segundos en una edición dramática por el calor de Abril.

La chica del pelo corto, Joan Benoit, escogió camiseta blanca y banda roja (aquellas míticas camisetas donde seriegrafiaban «Athletics West»). A lo largo de la prueba coincidió con igual legión de rápidos corredores masculinos. Benoit, nacida en Maine con ascendencia francesa, aplicó un juicio sumarísimo al mejor tiempo en el que nunca una mujer había corrido 42.195 metros. Lo mandó al escalofriante tiempo de 2h22:43.

benoit

Sin ir más lejos, el tiempo de la estadounidense le podía haber supuesto llegar segunda en el maratón de Madrid de ese año, a un par de minutos del vencedor.  Y es que la especialidad en categoría femenina estaba un tanto en pañales.

Los maratones contaban con participación femenina desde relativamente pocos años. En 1977 la mejor marca estaba en manos de Christa Vahlensieck, una corredora alemana que la había rebajado de 2h40. Entre 1978 y 1978 Waitz lo puso en dos hachazos en el rango de las 2h27. Además, cronómetros conseguidos sobre el tozudo recorrido de Nueva York, con sus puentes en Brooklyn y Queens, y con las dos millas finales por el Central Park. En 1980 y en 1982 Waitz acumulaba dos entorchados más en la gran manzana y todo estaba listo para que el planísimo circuito de Londres supusiera la fractura definitiva de la barrera de 2h25. No pudo ser por segundos, aunque amplió su currículum como gran dominadora con un nuevo récord planetario. Lo inimaginable es que se tardase tan poco en convertir en el récord del mundo de Grete Waitz en el más breve de la historia de la distancia del maratón.

El tiempo: esa variable injusta por la que sufren los grandes deportistas.

El crono de Benoit en Boston tardó once años en ser mejorado. Tuvo que llegar la era de Ingrid Kristiansen, otra noruega, la última dominadora previa a la aparición de las corredoras africanas y asiáticas.

Waitz murió en 2011 tras batallar contra el cáncer. Tenía 57 años.

Joan Benoit corrió en 2010 de nuevo en Chicago, con 53 años, en 2h47:50 para ser 43ª en la carrera donde subió a los cielos del deporte. Intentaba clasificarse para las pruebas de selección del equipo americano que acudiría a los juegos Olímpicos de Londres 2012. Quedó fuera por un minuto y cincuenta segundos.

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Fotos: Daily Telegraph, Sports Illustrated.