El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Entradas etiquetadas como ‘Evidencia científica’

¿Cuánto beneficioso resulta el haber recibido lactancia materna?

Lactancia materna 2Al parecer mucho. Así lo pone de manifiesto un reciente artículo de revisión al respecto de la evidencia científica sobre el impacto en la salud del adulto en virtud de haber recibido o no lactancia materna en su momento.

Con el título de The protective effects of breastfeeding on chronic non-communicable diseases in adulthood: A review of evidence (“Una revisión de la evidencia sobre los efectos protectores de la lactancia materna en la salud del adulto con respecto a las enfermedades no transmisibles”) este reciente artículo deja las cosas meridianamente claras; o al menos apunta ciertas hipótesis bastante probables que no por conocidas dejan de ser importantes a la hora de hacerlas destacar.

A pesar de que a día de hoy en la literatura científica esta relación resulta controvertida a largo plazo (el haber recibido lactancia materna o no frente a gozar de una determinada salud en la adultez) este artículo sugiere que existe un creciente cuerpo de evidencia que apunta a que la lactancia materna desempeña un papel protector ante enfermedades metabólicas y no contagiosas en la edad adulta como por ejemplo la obesidad, la hipertensión, la alteración de los lípidos plasmáticos (colesterol, triglicéridos) y la diabetes tipo II. Así, además de los conocidos beneficios a corto plazo, el fomento de la lactancia materna podría prolongar sus salutíferas ventajas a largo plazo tanto en lo que se refiere a las personas individualmente consideradas como a las repercusiones que estas enfermedades, importantes en cuanto a su gravedad y prevalencia, tienen en el tejido social de una determinada población.

Sin hacer de menos al impacto de las enfermedades contagiosas en el tercer mundo, es preciso ser consciente que las denominadas como enfermedades crónicas no transmisibles (enfermedad cardiovascular, cáncer, enfermedad respiratoria crónica, diabetes, etc.) son la principal causa de mortalidad en buena parte del mundo, en especial en países y entornos con ingresos medios y bajos.

Como siempre en estos casos el nivel de evidencia atribuible a este tipo de estudios resulta bastante controvertido ya que se basa en el análisis, siempre, de estudios observacionales, y estos frente a aquellos denominados “clínicos” o “de intervención” aportan una mucho menor potencia “probatoria” del asunto en observación. Lo malo, es que algunas cuestiones (como lo es esta) no pueden estudiarse de otra forma, me explico. Es difícil por no decir imposible, el planificar un estudio de intervención con una muestra lo suficientemente grande a la que, como es el caso, a una parte se le “obligue” a dar el pecho a su descendencia y a la otra no, con el fin de observar luego en la edad adulta de esos niños originales el posible impacto que sobre la salud tuvo el que recibieran lactancia materna o no. Y si eso es difícil, no hablemos, además, de la posibilidad de controlar las innumerables variables que sobre esa salud pueden intervenir más allá de la mencionada lactancia materna, que en este caso sería la variable objeto de estudio. Por eso, las conclusiones de este tipo de estudios de revisión sobre estudios observacionales hay que acogerlos con cierta cautela.

Sin embargo, los estudios observacionales y de revisión cuentan a su favor con la potencia de tener en cuenta grandes poblaciones, muchos estudios (todos aquellos con la suficiente calidad científica como para ser tenidos en cuenta) y grandes periodos de tiempo.

Sea como fuere, aunque controvertidas hasta cierto punto, las disquisiciones al respecto de si la lactancia materna tiene o no un efecto protector en las enfermedades no transmisibles del adulto consta de dos posibles respuestas: o es que no, o es que sí, pero teniendo en cuenta que hasta la fecha no se han puesto sobre la mesa efectos negativos la lactancia materna ofrece muchas más posibles ventajas tanto a corto (más que posibles en este caso) como a largo plazo. Es decir, la lactancia materna es, frente a su alternativa, una opción que sobre el papel ofrece un aumento de las posibilidades de salir ganando. Yo, si pudiera, no me lo pensaría.

En relación con este tema quizá te interese consultar estas otras entradas del blog:

————————————–

Imagen: Jomphong vía freedigitalphotos.net

La redención nutricional del huevo como alimento

huevos 2La historia del huevo como alimento siempre me ha recordado a la de esos dramas penitenciarios en los que se descubre, pasada una buena pila de años, que la persona que se tenía encerrada en la cárcel era inocente del crimen que en su día se echó a sus espaldas. Posteriormente, descubierto el pastel, disculpas, indemnizaciones, perdones y demás… eso en el caso del presidiario erróneamente condenado; pero en el caso de un alimento ¿en qué tipo de indemnización se podría pensar con el fin de compensar esa mala fama que un día se ganó injustamente?

La historia

El particular calvario del huevo comenzó allá por la década de los 70 del pasado siglo XX cuando se empezaba a juguetear con su culpabilidad en relación con la enfermedad cardiovascular. Así, el papel de las grasas y más en concreto el del colesterol en este tipo de enfermedades fueron los primeros indicios de la catástrofe en ciernes. En mi opinión este negativo clima hacia todo lo que tuviera grasa o colesterol se generó a partir de una incompleta lectura del archiconocidísimo Estudio de los siete países y sus secuelas. De esta forma y en cierta medida muchos alimentos fueron los que empezaron a sufrir los efectos de la ignominia nutricional, algunos se acordarán: desde el pescado azul hasta incluso el aceite de oliva (exculpados posteriormente con mayor o menor agilidad) pasando, como no, por el huevo. Pero no fue hasta 1973 cuando se dio a conocer la fatídica sentencia que hacía descender a los infiernos a este último alimento.

En aquel año la American Heart Association (Asociación Americana del Corazón) recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana. Esta sentencia recomendación fue acogida con bastante entusiasmo por la mayor parte de responsables sanitarios y terminó por calar muy hondo entre la población general; hasta el punto que a día de hoy aun hay quien sigue haciendo buenas las recomendaciones de 1973.

Afortunadamente, con el tiempo, las aguas vuelven a su cauce aunque para ello y en el tema de los huevos haya tenido que mediar un pedazo metaanálisis para dejar las cosas bastante claras al respecto de cuánto malo es para nuestra salud cardiovascular el consumo de huevos. No deja de ser una historia más ejemplificada en el post “La maleta de Asimov, o por qué lo que ayer era bueno hoy es malo (y viceversa)

En la actualidad

En este estudio Egg consumption and risk of coronary heart disease and stroke: dose-response meta-analysis of prospective cohort studies (Metaanálisis dosis-respuesta de estudios prospectivos sobre el consumo de huevo y el riesgo de enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular), se concluye, de forma resumida, que no se ha hecho evidente una relación entre el consumo de un huevo al día y el aumento del riesgo cardiovascular en comparación con la ingesta de un máximo de tres huevos a la semana. Sea todo esto dicho en relación a la población sana. Es importante hacer esta aclaración ya que el mismo estudio encuentra que entre el colectivo de personas diabéticas los datos de este análisis sugieren una asociación positiva entre un mayor consumo de huevo y el riesgo de enfermedad coronaria.

Lo cierto es que, al final, el valor de la colesterolemia de una persona en concreto depende de muchos factores, entre los que la presencia de colesterol en la dieta parece que no es el más determinante. Así, buscando entre los responsables dietéticos de la colesterolemia es preciso volver la vista hacia las grasas saturadas y los ácidos grasos del tipo trans. Pero además de estos elementos dietéticos hay otros que van a condicionar la cantidad de colesterol en nuestra sangre, entre ellos y principalmente, los factores genéticos, el peso corporal y otros hábitos de vida (en especial los referentes a la actividad física y al tabaquismo)

Y, en el caso del huevo, es cierto que este aporta no poca cantidad de colesterol, en torno a los 200 mg por unidad, pero al mismo tiempo aporta un bajo contenido en ácidos grasos saturados y alto en aquellos poliinsaturados. Una relación más que positiva para no terminar por afectar de forma sensible los niveles de colesterol en sangre.

Sea como fuere el 17 de enero pasado la Fundación Española del Corazón terminó por hacer pública una nota de prensa en al que se terminaba por indultar el consumo de huevos, al menos en lo que respecta a las anteriores y más restrictivas recomendaciones, y lo hacía de la siguiente forma:

La Fundación Española del Corazón no considera necesario restringir el consumo de huevos en la dieta de las personas sanas

Así lo entiende y lo comparte un servidor, mientras esa “no necesidad de restricción” no se entienda como una “barra libre” de huevos ya que, bien entendida, una adecuada planificación dietética no implica “barras libres” de nada. Y si en algún grupo de ealimentos es preciso poner el acento a la hora de promocionar su consumo, es sobre el de aquellos alimentos de origen vegetal e integrales, tal y como se pone de relieve en esta entrada.

En relación con este tema quizá te interese consultar:

————————————–

Imagen: nixxphotography vía freedigitalphotos.net

 

Coenzima Q10, un nombre chachi y mucho cantamañanas

No me digas que no has oído hablar de la coenzima Q10… pues algunos piensan que es la panacea, la quintaesencia de la salud… que lo sepas. Y te la pretenden vender como tal, que es a lo que voy. Los complementos que la contienen los puedes encontrar en herbodietéticas e incluso en farmacias prometiéndote lo que, falazmente, tu estás esperando encontrar en todo este tipo de martingalas: más energía, vitalidad, controlar tu colesterol, tu hipertensión, una piel más lustrosa, detener los signos del envejecimiento, etcétera.

Ubiquinone

¿Qué es la coenzima Q10?

Se trata de una sustancia análoga a algunas vitaminas que se encuentra presente en todo el cuerpo (por algo se llama ubiquinona). Su presencia en el organismo se debe a la síntesis endógena (lo que excluye su categorización como nutriente esencial o como vitamina) o se incluye en la dieta en pequeñas cantidades cuando se viene de la mano de alimentos tales como carnes, pescados y mariscos entre otros. Su actividad biológica está relacionada con la obtención de energía en las células; además de tener una cierta actividad como antioxidante. Y ya está.

¿Con qué argumentario falaz te la tratan de vender?

Son diversos los laboratorios que te pueden hacer creer que esta coenzima Q10 que ellos comercializan en forma de complementos es prácticamente la solución para infinidad de dolencias comunes. El otro día recibí un indignante correo electrónico en el que un laboratorio promocionaba su venta de la siguiente forma:

El ajetreo de la vida diaria que llevamos nos provoca estrés y en ocasiones incluso casos de ansiedad provocada también por las diversas  preocupaciones que tenemos.  Esto conlleva, también,  que a medida que avanza la semana nos veamos con menos energía vital y más cansados. Hay personas que compensan estas situaciones practicando ejercicio,  pero esto, en ocasiones, termina con dolor muscular y cansancio. También es sabido que la piel se envejece a partir de los 30 años porque el nivel de Coenzima Q10 empieza a reducirse. Para todos estos casos y para aquellos que tan solo quieren cuidarse, la Coenzima Q10 es una buena solución. […]

Una cápsula de Coenzima Q10 al día te proporciona una fuente de energía para las células de los órganos que necesitan más energía como son los pulmones, el corazón o el hígado. Además contiene propiedades antioxidantes, ayuda a bajar la presión arterial, previene la migraña y mejora el sistema inmunológico. Complementa tratamientos con fármacos para reducir el colesterol y palian el dolor muscular al mismo tiempo que alivia la fatiga y el cansancio.

La toma de la Coenzima Q10 está indicada para todas aquellas personas que quieren cuidarse. Es especialmente beneficiosa para aquellas que tengan un gasto energético elevado, como los deportistas. También está indicada para la gente de edad avanzada, que necesita un aporte extra de energía,  personas que hagan dietas pobres en antioxidantes o que tengan el colesterol alto y que estén  siendo tratadas con estatinas. Este producto también va dirigido a las personas expuestas diariamente a la exposición solar, ya que protege de la agresión de los radicales libres dañinos. Y es que cabe recordar que durante los primeros 20 años de nuestra vida, nuestra piel es joven y radiante. Esto se debe a la presencia de la Coenzima Q10 en nuestro cuerpo. Pero a partir de los 30, la Coenzima Q10 se empieza a reducir, con lo que conlleva un envejecimiento progresivo de la piel. El aporte de este suplemento consigue retardar este envejecimiento, ya que además aumenta el nivel de colágeno y elastina que son los responsables de mantener una piel elástica y flexible.

¿Para el colesterol, la hipertensión, las migrañas, la fatiga, retardar el envejecimiento…? No me digas que no suena bien. Pero, aparte de quienes te vende estas maravillosas soluciones, ¿son de la misma opinión las autoridades sanitarias? NO. Veámoslo.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se ha posicionado a partir de este documento al respecto de las pretendidas aplicaciones de la famosa coenzima Q10 en forma de suplemento y dice que de eso nada de nada, textual:

  • Sobre su contribución al mantenimiento del rendimiento o del metabolismo energético: no se ha establecido una relación causa y efecto entre el consumo de la coenzima Q10 y su contribución al metabolismo energético.
  • Sobre el mantenimiento de la presión arterial en valores normales: no se ha establecido una relación causa y efecto entre el consumo de la coenzima Q10 y el mantenimiento de la presión arterial en rangos de normalidad.
  • Sobre su eficacia como antioxidante: no se ha establecido una relación causa y efecto entre el consumo de la coenzima Q10 y la protección frente al daño oxidativo del DNA, las proteínas o los lípidos.
  • Sobre su contribución al adecuado mantenimiento de la función cognitiva: no se ha establecido una relación causa y efecto entre el consumo de la coenzima Q10 y su contribución al mantenimiento de una adecuada función cognitiva.
  • Sobre su papel para el mantenimiento de la colesterolemia dentro de valores normales: no se ha establecido una relación causa y efecto entre el consumo de la coenzima Q10 y el mantenimiento de valores adecuados de colesterol en sangre.
  • Sobre el aumento de la resistencia: no se ha establecido una relación causa y efecto entre el consumo de la coenzima Q10 y su contribución al aumento de la resistencia.

¿Sorprendido? Yo no, más que nada porque esta opinión científica de la EFSA data de 2010. Lo que sí que me sorprenden son dos cosas. La primera, el constatar el cuajo (por no decir caradura) que tienen algunos “laboratorios” en insistir en este tipo de estrategias de venta buenrollistas y fraudulentas. Empiezan citando situaciones comunes, inherentes a todo el mundo (generan la sensación de «necesidad» en prácticamente todo el mundo) y luego hacen descansar en la Q10 la «solución definitiva» sin que existan pruebas consistentes de ello.  La segunda, derivada de la anterior, el comprobar, de nuevo la pasividad de nuestras autoridades al permitir que, con el mayor descaro, este tipo de productos cuajen los establecimientos de herbodietética y, lo que es peor, de las farmacias, con estos mismos mensajes. ¿No tendría que haber intervenido ya la nueva AECOSAN (consumidores + alimentos y complementos)? Desde mi punto de vista, este tipo de alegaciones fraudulentas vulneran la legislación y no lo hacen precisamente a la chita callando. Y los paganos, los de siempre.

¿Hay casos en los que esté recomendada la suplementación con coenzima Q10?

Pues es posible que sí, pero no son, ni mucho menos, tan generales o comunes como nos pretenden hacer los laboratorios que la comercializan. Técnicamente su uso podría ser eficaz ante una deficiencia de coenzima Q10, una situación francamente infrecuente, tal y como se señala a través de la web MedLinePlus. Entre las personas que podrían sufrir esta deficiencia figuran aquellas con insuficiencia cardiaca congestiva, presión arterial alta, enfermedad periodontal, enfermedad de Parkinson, algunas enfermedades musculares y SIDA.

Además, es preciso saber que a pesar de que la coenzima Q10 es considerada como  probablemente segura para la mayoría de los adultos cuando se toma por vía oral, su suplementación podría producir algunos efectos secundarios leves entre los que se incluyen malestar estomacal, pérdida de apetito, nauseas, vómitos, diarrea e incluso, en algunas personas, puede producir erupciones alérgicas en la piel.

———————————————————

Nota: Ni que decir tiene que tras responder de forma educada a los citados laboratorios con la documentación de la EFSA que desmiente la relación causa y efecto que ellos le atribuyen en la comercialización de su producto con coenzima Q10, estos no han respondido.

Quizá te interese consultar esta entrada: Nutricosmética: otra filfa con la nutrición como epicentro

Actualización 26/02/2014: no te pierdas esta entrada en el blog Comer o no comer el respecto de este mismo tema (serendipias de la vida, publicada el mismo día que este post)

La gastronomía como motor afrodisiaco… y déjate de «cachondinas»

Fresa y chocolateCachondina: este era el ingrediente estrella de los chistes verdes de mi adolescencia y juventud. Una supuesta sustancia imaginaria, líquida o en pastillas, que consumida por no importa quién aportaba unas ganas irresistibles de trincarse cualquier cosa que se moviera. Daba igual el género, hombre o mujer; daba igual también el grado de puritanismo inicial… si te ponían cachondina en la comida o en la bebida ya se podía dar por jodido cualquier cosa, animal o persona que se te cruzara en el camino. En los chistes daba mucho juego, lo aseguro. Pero solo en los chistes.

Junto al superpoder de la invisibilidad, el de volar o el de ser indestructible, muchos hemos fantaseado con la posibilidad de tener un bote de cachondina para ponérselo en el plato a nuestro tesoro sexual más reacio. La ciencia también se ha puesto a ello, es decir, se ha puesto a trabajar para buscar esa codiciada sustancia que tantos compradores tendría de existir… pero no la ha encontrado. Ya te lo contaba un día tal como el de hoy de hace un par de años: los alimentos afrodisíacos no existen.

Sin embargo, en el terreno de las pseudociencias hay cachondina para parar un tren, mucha ciencia milenaria, mucha ciencia natural y tradicional que, al final, no sirve para nada salvo para abusar del bolsillo de los crédulos y que no ha podido demostrar su eficacia.

Volviendo a lo más o menos serio, en cierta medida se hace complicado encontrar artículos científicos que traten en concreto de la posible existencia de estimulantes sexuales entre los alimentos, en vez de problemas particulares relacionados con el sexo de uno y otro género (lo más típico la disfunción eréctil en el caso de los hombres o la frigidez en el caso de las mujeres). Además de los artículos citados en la entrada de hace dos años, he encontrado esta revisión que supuestamente explora los remedios afrodisíacos vegetales que se supone están probados científicamente. El artículo, al final se centra en la mención de cerca de 17 remedios Phytoafrodisiacos, que luego no lo son. En la mayor parte de los casos las plantas mencionadas tienen un efecto sobre disfunciones sexuales más o menos frecuentes (impotencia, cantidad de espermatozoides, etc) más que en el efecto de aumentar la libido, que es en esencia de lo que se trata cuando lo que queremos encontrar es la tan ansiada cachondina. O bien, que esa es otra, menciona plantas que al parecer tienen ese ansiado efecto… en estudios realizados en ratas. Es decir, casi nada de nada.

Comida en compañía

Así pues, si lo que nos interesa es… lo que nos interesa, lo que nos queda a título práctico es lo de siempre, a currárselo, ya lo siento. Pero esta realidad no ha de ser motivo de desaliento, más al contrario. Tal y como recogía Manuel Vazquez Montalbán en su libro “Recetas Inmorales”…

No se trata de buscarle tres pies al gato de una supuesta cocina afrodisiaca, sino de concebir el comer en compañía como una situación afrodisiaca en sí misma, sobre todo si la química de los alimentos se corresponde con la de los comensales.

Se trataría por tanto de convertir o de prolongar el acto de comer en un acto de amor. Para ello la gastronomía puede convertirse en un aliado conveniente si se sabe rodear de una cierta distinción, de misterio… y todo ello aliñado con sugerentes insinuaciones. Al final, pocas verdades más ciertas en este sentido como aquella que sostiene Isabel Allende al afirmar que el primer afrodisiaco es el amor.

Además de esta entrada quizá te interese consultar esta otra: ¿Te “alegras de verme” o acaso tomas fitoterapia adulterada?

———————————

Imagen: luigi diamanti y Ambro vía freedigitalphotos.net

Bendito o maldito chocolate

No me digas que no disfrutaste con la noticia hace unas dos semanas en no importa que medio de comunicación, con aquello de que el consumo de chocolate es no ya un alimento beneficioso, sino que además puede ser un aliado contra la obesidad, fíjate que maravilla de titulares:

Etcétera

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Todos estos titulares y en la mayor parte de los respectivos contenidos lanzan un mensaje a la población general sin aparentes contradicciones y contundente que, no me extraña, termina por provocar un cacao importante contrario a la creencia popular sobre el tema.

En realidad estas noticias parten de la publicación de un estudio científico de carácter observacional en el que se cuantificó el consumo de chocolate en una población de 1458 adolescentes europeos (entre 12 y 17 años) al tiempo que se valoraron distintas variables antropométricas y analíticas. El resultado: que aquellos participantes que según el procedimiento del estudio consumían más chocolate tenían al mismo tiempo una menor cantidad de grasa corporal total y de grasa abdominal. ¿Quiere decir esto que consumir chocolate lejos de engordar puede ayudar a adelgazar? La respuesta obviamente es: No. Veamos porqué.

Los estudios observacionales

Los estudios que observacionales que contemplan la evolución de dos o más variables no implican causalidad y menos una causalidad unidireccional.

Imaginemos dos variables, A y B que en este caso no serán el consumo de chocolate (A) y el grado de adiposidad (B) sino otras, y veamos hasta que punto se puede establecer una relación de causalidad (en cualquier dirección)

Imaginemos ahora que la A es el consumo de sandía, y que la incidencia de muertes por ahogamiento es la B. Un sencillo análisis estadístico podría apuntar que cuanta más sandía se consume (A) más personas mueren ahogadas en el mar o en las piscinas. ¿Es esto cierto? Totalmente: cuando más sandía se consume, más ahogados hay. ¿Acaso piensas que prohibir el consumo de sandía ayudará a evitar o a reducir el número de ahogados? La respuesta, ya la sabes, es no. La correlación existe entre A y B (aumentan al mismo ritmo) pero no implica causalidad. La población toma más sandía cuando hace más calor (en temporada de sandía, en verano)… y también entonces se baña más, con lo que las probabilidad de que haya más ahogados aumentan. En este caso, además de A y B hay otra variable, C, que sería el calor. Es decir, C favorece tanto a A como a B.

Luego está el tema de la direccionalidad, podemos comprobar que dos variables evolucionan aparentemente relacionadas, pero suponiendo que haya una relación de causalidad, ¿qué dirección tiene, A es causa de B, o es al contrario y B es causa de A? Como bien se explica en el blog comer o no comer, supongamos que quieres ser millonario (variable A) y has observado que entre los millonarios se hace un uso extendido de los relojes de la marca Rolex (variable B). Así pues te gastas un pastizal y te compras un Rolex… ¿aumentarán las probabilidades de hacerte millonario? Ya sabes que no, porque en este caso esa causalidad lleva un sentido inverso al que tú buscas.

Y para acabar, puede ser que A y B evolucionen al mismo ritmo (directa o inversamente) por mera casualidad y que no haya nada que las relacione. Es el caso como bien se apunta en el blog de alimmenta de la observación de que el uso de lentillas y de las cifras de obesidad llevan caminos paralelos: cuanto más se extiende el uso de lentillas más obesos hay. ¿Tú crees que habrá alguna relación? Pues eso.

Consumo de chocolate, función intelectual y premios Nobel

Todos estos frecuentes errores de apreciación en los estudios observacionales le llevaron a Franz H. Masserli a publicar con toda la ironía del mundo este editorial. En él y con el sarcasmo más exquisito posible (fruto de considerar estudios observacionales) concluía que ya que el chocolate estimula las funciones intelectuales y que estas representan un importante factor para ganar el premio Nobel se debería promover su consumo. Máxime cuando está más que comprobado que el número de premios Nobel de cada país se correlaciona de forma directa y casi perfecta con el consumo de chocolate. Es decir, cuanto más chocolate consumen los ciudadanos de un país, más premios Nobel hay entre las personas de esa nacionalidad; y cuanto menos chocolate, menos premios Nobel. Te recomiendo que leas el editorial mencionado ya que los detalles humorísticos y la fina ironía están presentes en todo el texto desde los conflictos de intereses de autor (que dice consumir frecuentemente chocolate negro de la marca Lindt) hasta el cómo analiza las limitaciones de “su estudio” y da sus explicaciones.

Las limitaciones (no pocas) del estudio «coma chocolate para adelgazar»

Más allá del sensacionalismo periodístico con el que se tergiversan los resultados de un estudio más o menos bien planteado, el propio estudio motivo de discordia hoy en esta entrada recoge muchos otros resultados y se hace eco de sus no pequeñas limitaciones. Todo ello, en suma, hace que nos tengamos que cuestionar los titulares que hemos visto más arriba.

Por ejemplo, entre los resultados más silenciados está el de dar a conocer que precisamente los adolescentes que más chocolate consumían realizaban al mismo tiempo más actividad física, algo que, así a bote pronto, creo que tiene algún impacto sobre el grado de adiposidad final.

Entre las limitaciones, también reconocidas en el propio estudio (y que se obvia mencionar en la mayor parte de las noticias) está el propio método… ¿Cómo se llegó a cuantificar el consumo de chocolate entre los adolescentes? Pues muy sencillo preguntando dos únicos días tomados en semanas correlativas cuánto chocolate habían comido (entre otras cosas) ¿Acaso dos días tomados al azar representan el consumo habitual de chocolate de los encuestados? Yo diría que a medias, muy a medias o que al menos con no pocas reservas.

Otra de las limitaciones fue el no distinguir en ese consumo las distintas variedades de chocolate existente ¿acaso tendrá el mismo impacto comer chocolate negro que blanco que con leche? Yo apostaría a que no y es algo que no se valoró (y así lo dicen los propios autores en el estudio al completo)

Y ya que estamos con el tema de las causalidades y demás… se me ocurre plantear una posibilidad para explicar estos aparentemente sorprendentes resultados. ¿Sería descabellado pensar que los padres de aquellos jóvenes que están más en forma y tienen menos obesidad permitan a sus hijos o pongan a disposición el comer más chocolate? Si respondemos de forma afirmativa, esta sería una buena explicación para los resultados.

Así pues, ya termino, te recuerdo un par de útiles estrategias para manejar este tipo de titulares en los medios de comunicación. Por un lado: si algo suena demasiado bonito como para ser verdad, lo más probable es que no lo sea. Y por el otro, que acudas a las fuentes, en el propio artículo los autores dicen textualmente que:

 “los resultados de este estudio han de ser tomados con precaución debido a la propia naturaleza del estudio [obeservacional]”

Una precaución que ha pasado inadvertida en las noticias mencionadas.

De todas formas para los amantes de las noticias sensacionalistas, aquí les dejo más madera, en otro estudio observacional que también contrastó esta realidad al comprobar menores Índices de Masa Corporal entre aquellos adultos que consumían más chocolate dentro de la población en estudio.

————————————————-

Bebidas que no son la leche (de soja, arroz, almendras…)

zole4 freedigitalphotos.net

zole4 (freedigitalphotos.net)

Una especie de conciencia antilácteos está permanentemente presente en nuestro entorno haciendo recaer sobre el consumo de leche miles de aspectos negativos para la salud. Este posicionamiento antilácteo al que me refiero funciona además como una especie de dial que ofrece distintas intensidades. En la postura más light de este posicionamiento están quienes defienden su consumo solo cuando el producto en sí tenga un origen ecológico; luego están los que ecológica o no, la leche solo será un producto aceptable mientras no haya sido sometida a ningún tratamiento incluida la pasteurización (sí, ya sé que parece increíble, pero de esto también hay) ya que al parecer estos procesos son los causantes de Dios sabe cuántos males; a continuación están aquellos enemigos a ultranza de la leche como producto animal que es y proponen en sustitución el consumo de otras bebidas vegetales, blancas, a las que desustanciadamente llaman leche. En el bando contrario a cualquiera de estas posturas están los que afirman que la leche, la original, es poco menos que imprescindible para un correcto mantenimiento de la salud y que se hace preciso tomar no sé cuantos vasos o litros al día. ¿Qué tal si aclaramos un poco estas cuestiones? Luego que cada cual haga lo que le dé la gana, pero haga lo que haga, por favor, que no trate de convencer a los demás de sus planteamientos y, si lo hace, que aporte pruebas.

Ni la “leche de soja” ni las “otras”… son leche

Antes de continuar es imprescindible hacer algunas aclaraciones semántico-legales. En el contexto alimentario, la legislación advierte que el nombre de “leche” hace referencia a:

La secreción mamaria normal de animales lecheros obtenida mediante uno o más ordeños sin ningún tipo de adición o extracción, destinada al consumo en forma de leche líquida o a elaboración ulterior

Por si esta definición no hubiera quedado clara, el mismo texto legal hace la siguiente aclaración (supongo que sabedora de los múltiples atropellos que se cometen en este sentido):

Podrán denominarse “leche” sólo los alimentos que se ajusten a la definición formulada

Así pues, ni “leche” de soja, ni “leche” de almendras, ni “leche” de arroz… ni “leches” varias. La denominación de estos productos será, normalmente, “bebida de…” o “bebida a base de extracto de…” lo que corresponda en cada caso (puedes comprobarlo yendo a tu nevera o mirando en el súper).

¿Son estas bebidas un buen sustituto de la leche de verdad?

La respuesta es depende. Depende de para qué, me refiero. Desde un punto estrictamente nutricional, como puedes imaginarte, no tienen mucho que ver, así que de sustituto en este aspecto, ni bueno ni malo, sencillamente no lo son. Llegado este punto es necesario aclarar que si por algo destaca la leche como alimento y por algo se la ha recomendado con tanta insistencia (hasta llegar casi a la vehemencia) es por su riqueza en calcio y por ser una fuente dietética de este mineral especialmente importante (recuerda que ser rico en un nutriente y ser al mismo tiempo una buena fuente del mismo no tienen porqué ser una cosa consecuencia de la otra). Pero no es ni de lejos la única fuente dietética de este mineral, según el “manual” Krausse Dietoterapia 12ª ed, las verduras de hoja verde como la col, el brócoli, las espinacas, las espinas pequeñas del pescado, las almejas y las ostras, son, entre otros, buenas fuentes de calcio. Además, también pueden serlo algunas bebidas enriquecidas (en calcio, se entiende), como la de soja, al igual que otros zumos enriquecidos pueden contener tanto calcio como la leche de vaca.

Pero es preciso hacer dos aclaraciones para quien lee demasiado deprisa: en estos últimos casos se refiere a las bebidas enriquecidas (lo digo para que los amantes de lo “natural” lo tengan en consideración) y; Tener tanto calcio como la leche no quiere decir, insisto, que el producto termine siendo tan buena fuente dietética como esta; las cuestiones de la biodisponibilidad, la presencia al mismo tiempo de otros nutrientes que faciliten o dificulten su absorción, etcétera también son elementos a tener en cuenta.

Sin embargo, este tipo de bebidas sí que podrían ser un buen sustituto como elemento intercambiable por razones de conveniencia (a quien le guste, claro). Me explico, si alguien ha decidido no tomar leche por la causa que sea y a la hora de desayunar le apetece un café “con leche” o una tacita de cacao soluble el utilizar como sustituto la bebida de soja, de almendras o la que sea, será más conveniente que, por ejemplo, mezclar el café con el zumo de naranja o poner el cacao en polvo en un vaso de agua calentita…. por decir algo.

¿Entonces que es mejor tomar: leche o bebida de soja?

Esta pregunta es de similar calado a ¿qué es mejor tomar: pan de molde o lonchas de mortadela? Es decir, si por mejor se refiere a sus efectos sobre la salud… no son alimentos nutricionalmente comparables. Pero que no cunda el pánico. Si quieres y te gusta, puedes tomar las dos cosas, leche y bebida de soja… o las cuatro: leche, bebida de soja, pan de molde y mortadela. Además, que algo sea bueno o malo dependerá, tal y como vimos en esta entrada de múltiples factores. De momento de la frecuencia con la que se consume y de su cantidad y, además del resto de nuestra alimentación y del resto de nuestra vida.

Pero, al final, ¿hay que tomar leche?

No. Ni es obligatorio, ni indispensable, ni en sentido estricto tampoco diría que lo es el aconsejar una determinada ingesta de leche al día. De hecho, las más recientes recomendaciones sobre la leche, me refiero a aquellas que me parecen más acertadas, se refieren a la leche como un alimento más, sin darle una mayor importancia y sin asignarle un grupo de alimentos propio, con su frecuencia y cantidad de consumo. Estas recomendaciones de las que hablo son las de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Si bien, como sabrás, otras recomendaciones como las del Gobierno estadounidense y más en nuestro entorno, las del Ministerio de Sanidad, siguen otorgando a la leche y en general a los lácteos un papel diario “indispensable” dentro de las recomendaciones. Es más, en el caso del plato de la alimentación saludable de la universidad de Harvard la alusión al tema lácteo es para referirse a controlar su cantidad más que a fomentar su consumo. Es decir, leche si quieres sí, pero no te pases y en especial no la uses como «bebida» en sustitución del agua (algo más frecuente fuera de nuestro hispánico entorno).

En resumen, siempre que lleves una adecuada alimentación la leche es un alimento más sobre el que no es necesario hacer recomendaciones concretas, como tampoco se hacen sobre el consumo de tomates o de las pipas de clabaza, por decir algo.

Ahora bien, el decir esto y creerse las ideas conspiranoicas que a menudo se oyen sobre la leche no son la misma cosa (imprescindible este bodrio documento resumen para ilustrar esas tonterías tomado de la ínclita “Discovery Salud”). Así pues, ni maldita, ni bendita, cuando oigas hablar de la leche que sepas que… blanco y en botella.

Como el tema lácteo da para mucho, te sugiero que si quieres visitas estas otras entradas:

———————————–

¿Es la obesidad una enfermedad?

Enfermedad vs saludLa consideración o no de la obesidad como enfermedad ha generado no pocos y acalorados debates entre la comunidad científica. No olvidemos que de su distinta consideración derivarán importantes consecuencias económicas. La razón es sencilla, si desde un punto de vista oficial la obesidad se observa como una enfermedad el coste de su tratamiento (farmacológico, educación nutricional y cirugía en los casos que correspondan) tendrá muchas más posibilidades de estar subvencionado por la sanidad pública.

Como digo, no es un debate nuevo. El último pico sobre esta polémica lo pudimos observar hace unos meses, cuando a mediados de junio pasado la Asociación Médica Norteamericana reconoció de forma oficial a la obesidad como una enfermedad. De este modo y en principio, ahora los médicos de aquel país deberían prestar más atención a aquellos pacientes en esta situación. Las razones para hacerlo así las puedes encontrar en este enlace.

Este no es el único precedente en este sentido. Sin ir más lejos, la Codificación Internacional de Enfermedades (ICD-10-PCS International Classification of Diseases 10th Revision Procedure Classification System) recoge de forma jerárquica todas las enfermedades ordenadas por grupos o familias. En este sistema internacionalmente aceptado por la mayor parte de instituciones médico-sanitarias se incluye la obesidad como enfermedad, y está enmarcada en el bloque destinado a “Obesidad y otros trastornos de la hiperalimentación”. Más en concreto, este bloque, engloba los códigos de trastornos comprendidos entre el E-66 y el E-68, siendo:

  • E-66.0 el que hace referencia a la “obesidad causada por un exceso de calorías”,
  • E-66.2 para la “obesidad extrema con hipoventilación alveolar” (Síndrome de Pickwick) y,
  • E-66.8 para la “obesidad mórbida”.

¿Está enferma una persona que se ha ahogado?

Pero como digo esta consideración no es compartida por todo el mundo. Por ejemplo una voz bastante autorizada, la del el Dr. David Katz, director del Centro Universitario de Prevención e Investigación de la Universidad de Yale sostiene que la obesidad es la respuesta fisiológica y por lo tanto, normal y esperable, a un exceso alimentario facilitado por un entorno de superabundancia y de extremada presencia de elementos que imposibilitan cualquier actividad física importante. Es decir, el Dr. David Katz afirma, en resumen, que la obesidad es una consecuencia previsible al comer mucho y gastar poco, y que eso no es una enfermedad. Pero esta situación no quiere decir que, por tanto, las personas con obesidad o “kilos de más” no requieran atención médica. A fin de cuentas, ilustra este médico norteamericano, sería como enfrentarse a una persona ahogada. En este caso, sus síntomas (suspensión de la función cardiorespiratoria, pérdida de consciencia, ausencia de reflejos, etcétera) son perfectamente previsibles en el caso de una persona que haya permanecido demasiado tiempo debajo del agua, es decir que se haya ahogado. Pero, según él, hay un abismo entre que esta persona requiera de atención médica para tratar de revertir su situación y el terminar por catalogar el estado de ahogamiento como una enfermedad. Y esta circunstancia es la que él equipara a la obesidad; que a fin de cuentas también se trataría de un trastorno debido a la permanencia en un entorno perjudicial durante más tiempo del recomendable. Así pues, el Dr. Katz votaría que no se debería catalogar a la obesidad como una enfermedad. Puedes leer sus razones en su propio blog.

Otros especialistas también recuerdan el riesgo que se corre al asumir la obesidad como una enfermedad. El riesgo esta vez estaría relacionado con el propio tratamiento. Así, las personas diagnosticadas podrían usar la excusa de seguir manteniendo las mismas conductas inadecuadas que facilitaron su situación argumentando que son personas “enfermas” y que son cuestiones que no están bajo su control.

Enfermedad o no la obesidad precisa de un tratamiento. Si es preventivo, mejor

Help me

Y ahora me toca a mí darte mi opinión, y lo cierto es que no lo sé. No lo tengo tan claro. Desde luego no será porque no he pensado al respecto, pero no me resulta sencillo posicionarme en un sentido o en otro de forma tan categórica.

Creo que uno de los más grandes errores por gran parte de la población (y no me refiero precisamente a las personas y entidades mencionadas hasta ahora) consista en hacer un planteamiento demasiado reduccionista de las causas de la obesidad hasta dejarlo en una cuestión simple. Opino que se frivoliza demasiado con estos temas. Y si de algo estoy convencido es que las causas de la obesidad son de todo menos simples. Verdaderamente queda muy bien eso de decir, que hay que comer menos y gastar más, pero lo cierto es que la verdadera solución se escapa en un planteamiento tan simplista. En especial cuando las circunstancias y los elementos propiciadores y desencadenantes de la obesidad pueden ser tan distintos como lo son entre una y otra persona. Además de los aspectos meramente volitivos (comer menos y moverse más) hay cuestiones fisiológicas, genéticas, psicológicas que condicionan de forma significativa el modo y manera con los que una persona puede, o no, adoptar esta “solución”. Al mismo tiempo, el entorno, tal y como ahora vivimos, con sus constantes estímulos y tentaciones dificultan sobremanera el poder alcanzar una solución tan simplificada de la cuestión. Si la solución fuese tan fácil se podría aplicar este procedimiento, por ejemplo, al problema de las drogadicciones: ¿qué tu problema viene de que te metes?… vale, pues no te metas y arreglado. Parece sencillo, pero como se ve, no lo es.

Así pues, más allá de cuestiones semánticas, opino que conociendo las escalofriantes cifras de sobrepeso y obesidad en nuestro entorno; sabiendo las muy frecuentes enfermedades (ahora sí) que lleva asociada esta situación y siendo conscientes de los perjudiciales efectos que tiene en la calidad y esperanza de vida, creo que la obesidad merece un tratamiento. Y si ese tratamiento es preventivo, 1000 veces mejor que si es curativo o paliativo. De hecho, entre el escaso éxito que tienen las distintas campañas para tratar la obesidad, aquellas que han puesto de manifiesto mejores resultados son las que se han centrado más en su prevención que en su tratamiento como tal.

Nota: Mi agradecimiento y complicidad a «centinel«, un contacto tuitero (@centinel5051) sobre este tema.

——————————————-

Imagen: Stuart Miles y cbenjasuwan vía freedigitalphotos.net

La sonrisa cítrica: sobre mandarinas, naranjas, clementinas y demás

NaranjaMandarinas, naranjas, clementinas, pomelos, etcétera, volvemos a estar de enhorabuena con esto de la temporalidad… ya sabes unas cosas se marchan (pero volverán) y otras llegan; y ahora empieza el momento de los cítricos (entre muchos otros alimentos propios del otoño y del invierno)

Para los que disfrutan de una buena mesa no conozco pregunta más absurda que aquellas del tipo cuál es tu plato preferido y, en este caso, tu fruta preferida. A mí al menos me pasa, que soy incapaz de dar una, ni tan siquiera una docena… en su punto de sazón, todas las frutas me parecen exquisitas. Pero también es cierto que por las naranjas y cítricos en general tengo una particular predilección, creo que me gusta todo lo que sepa o huela a naranja, limón, etcétera. Me gustan las colonias de inspiración cítrica, mis hijas tienen un bonito cuento titulado “la bella mandarina” y disfruto como un enano de postres y recetas que bien a lo bruto o bien de forma más elaborada incorporan este tipo de elementos (chocolate negro con naranja, mermelada amarga de naranjas cachorreñas, ensaladas con naranja o mandarina, lomo al horno con naranja, etcétera).

 

Zumo vs fruta. No hay color

Una de las preguntas más recurrentes con respecto a estas cosas de los alimentos es la de si un zumo equivale a una ración de fruta, en especial cuando se trata de naranjas que es la típica fruta “del zumo”. Y la respuesta ha de ser clara: NO. Veamos el porqué:

Cuando te haces un zumo empleas cerca de tres naranjas (ya lo sé, depende) y te bebes en medio minuto las calorías de esas tres naranjas al tiempo que dejas gran parte de la fibra en el exprimidor. Sin embargo, cuando comes naranja, comes una, con todas sus calorías pero tampoco más, tardas más tiempo en hacerlo que el hecho de beberse un vaso, lo que favorece el aumento de la saciedad y además te metes toda todita su fibra con todos sus beneficios. Así pues, el zumo, aunque sea “natural” y se elabore a base de fruta, no es fruta. Para más razones sobre si un zumo de fruta equivale a una ración de fruta, te sugiero que le eches un vistazo a este documento de posicionamiento del GREP-AEDN. Y ya que estamos que contrastes en este enlace (¡Y una fruta mierda!) la utilidad de esos preparados que se venden especialmente para niños y que supuestamente equivalen a una ración de fruta.

 

Vitamina C y resfriados

Otra idea bastante bien instalada entre la población general es el hecho de que las frutas cítricas previenen o minimizan los procesos gripales y catarrales, gracias a su aporte de vitamina C.

Con este nutriente como centro de atención y el tema de los enfriamientos y de las gripes se han publicado infinidad de estudios científicos en los que la gran mayoría no observan estos beneficios preventivos y, unos pocos, parece que sí. Afortunadamente en la base de datos Cochrane se cuenta con un reciente metaanálisis sobre esta cuestión (Vitamin C for preventing and treating the common cold) cuyas conclusiones son las siguientes:

El fracaso de los suplementos de vitamina C para reducir la incidencia de resfriados en la población normal indica que la profilaxis con mega-dosis de esta vitamina no justifica racionalmente su uso en la población general. Sin embargo, la evidencia también muestra que su uso podría justificarse en las personas expuestas a una actividad física intensa en ambientes fríos durante breves periodos de tiempo. […] Aquellos estudios en los que se utilizó la vitamina C el inicio de los resfriados como una posible terapia no mostraron ningún beneficio en dosis de hasta 4 gramos al día [de vitamina C]. No obstante, en un gran estudio en el que se utilizaron dosis terapéuticas de hasta 8 gramos, mostró resultados positivos pero controvertidos sobre esta posible utilización al inicio de los síntomas

Nota 1: Para que te hagas una idea de cuanto por encima están 4 y 8 gramos de las recomendaciones de ingesta para la población general en cuanto a la vitamina C, baste decir que esas recomendaciones están concretadas en 75 y 90 mg/día.

Nota 2: En cualquier caso, tanto si estás resfriado como si no, sigue siendo más conveniente que te tomes una naranja (o una manzana o un persimón o…) que, por ejemplo, un bollo suizo.

En resumen

No hace ninguna falta promocionar el consumo de frutas utilizando  para ello el reclamo de sus nutrientes aislados, que no dejaría de ser una expresión más del consabido nutricionismo.

Los beneficios de incluir una adecuada proporción de fruta en nuestra dieta diaria están más que contrastados hasta el punto de que, por ejemplo, la OMS cifra en 1,7 millones las muertes en el mundo directamente atribuibles a un bajo consumo de frutas y hortalizas.

Mi consejo es que para alcanzar ese adecuado consumo, que recurras a los productos de temporada, y las razones son claras: estos productos son más baratos que en otras épocas del año, reúnen todas sus óptimas cualidades sensoriales (están más ricos) y se aprende a seguir una sana variedad sin caer en el aburrimiento.

Para des-estresar un poco con tanta cifra de muertes y demás, te dejo con un desternillante monólogo de Luis Piedrahíta (como todos los suyos) en el que empieza preguntándose si las naranjas se llaman así por su color, o si el color “naranja” se llama así por el color de las naranjas, y termina desvariando sobre la piel de las mandarinas. Una especie de qué fue antes si el huevo o la gallina pero de un color naranja-hilarante.

Si quieres, antes de darle al “play” te sugiero que vayas a por unas mandarinas, o a por una naranja, y que disfrutes el doble mientras lo ves.

————————

Imagen: Theeradech Sanin vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: análisis instantáneo de minerales y vitaminas por espectrofotometría

Supón que tu médico o tú sospecháis que andas bajo de un de determinado mineral o vitamina… o en sentido contrario que tienes unos niveles excesivos de metales pesados en tu organismo y que cualquiera de estas situaciones pueden estar poniendo en jaque tu salud. Lo tradicional, como sabrás, es que se te haga una extracción de sangre y en ella se observen los niveles de aquellos elementos sospechosos ya sea por su déficit o por su exceso. Y eso, como sabes, lo del análisis de sangre, es un engorro, además es relativamente caro y requiere cierto tiempo. Aunque no te lo pagues tú directamente y vayas por la Seguridad Social este tipo de analíticas tienen un precio considerable. Así, siguiendo los cauces habituales, tras varios días, los resultados estarán en manos de tu médico quién podrá pautar el correspondiente tratamiento y recomendar si corresponde las oportunas medidas dietéticas. Incluso si es un médico majo, podría derivarte a estos efectos a un dietista-nutricionista.

Pues bien acabo de ser conocedor del el enésimo disparate diagnóstico (como sabrás hay varias entradas dedicadas a estas cuestiones, más en particular a los diversos y fraudulentos sistemas de detección de intolerancias alimentarias). En este caso se trata de un aparato de tamaño no superior al de un ratón de ordenador que emite unos “pulsos de luz” y que sabiamente aplicados en cuatro puntos concretos de la superficie de la palma de la mano puede hacer este diagnóstico de elementos (vitaminas y minerales) en el acto. Ya ves qué maravilla, sin extracciones de sangre, por un precio infinitamente menor y sin esperar ya que los resultados se vuelcan inmediatamente tras el “análisis” en un ordenador. Puedes ver su funcionamiento en este explícito vídeo:

Te cuento todo esto porque el sistema en cuestión está pegando fuerte. Bueno, en realidad quién lo está haciendo es la empresa que comercializa estos aparatos en España que se denomina OligaScan a base de hacer promoción del aparato en cuestión entre las consultas de médicos, nutricionistas…

¿Cómo se supone que funciona el OligoScan?

A través de una información técnica difícil de comprender salvo que se sea un experto en estas cuestiones la página web del distribuidor afirma lo siguiente:

El método utilizado por el OligosScan para obtener resultados sobre la concentración de elementos traza en los tejidos examinados es el de la espectrofotometría. Es un método de análisis cuantitativo que consiste en medir la absorción o densidad óptica de una sustancia química.

El principio básico es que cada compuesto químico absorbe, emite o refleja la luz (radiación electromagnética) a lo largo de un intervalo de longitudes de onda. Cuanto más concentrada es la muestra, más se absorbe la luz dentro del límite de las proporciones establecidas por la ley de Beer-Lambert.

La espectrofotometría se utiliza en muchos campos: la química, la farmacia, medio ambiente, alimentación, biología, medicina, clínica, industrial y otros.

Pues sí, tanto la espectrometría como la espectrofotometría son técnicas que tienen su utilidad en ámbitos diversos, incluido el sanitario. Pero nadie, absolutamente nadie había propuesto hasta la fecha la utilidad que este sistema propone. Nada inconveniente por otra parte, aquello de la novedad, más al contrario. Pero tal y como sostenía C. Saganafirmaciones extraordinarias requieren evidencias también extraordinarias”.

Como digo, para entender el intríngulis de estas cuestiones hay que ser un experto actualizado y como yo no me lo considero, pregunté a un profesor y compañero de la facultad de CC. de la Salud de la Universidad San Jorge (farmacéutico y especialista en técnicas analítica) que me ilustrara… pero lo cierto es que no pudo ayudarme demasiado, nada más exponérselo le entró un elocuente ataque de risa del que aun no se ha recuperado.

Así pues, recurrí a la búsqueda bibliográfica, más en concreto a la de los estudios de validación de estas técnicas para los fines propuestos y: cero. Cero pelotero. No es que no saliera muy bien parada esta técnica frente a un análisis de sangre, la realidad es que no encontré ni un solo estudio que la haya comparado. ¿Podría ser que se me hubiera olvidado hacer una mínima búsqueda de cuestiones científicas en PubMed? No, afortunadamente, la respuesta me la dieron en la propia empresa OligoScan

Con toda mi buena fe me dirigí por teléfono a la empresa que los comercializa para ver si me podían informar con más detalle. Les pregunté más en concreto por los estudios que avalaran el sistema. Y me quitaron un peso de encima. No los hay, me respondieron sin el menor rubor; se trata de una técnica tan novedosa que no hay estudios publicados. Actualmente, me dijeron, se están realizando, y pronto verán la luz. Sin embargo, ellos no dudan en vender un sistema de cuya eficacia ellos son los únicos garantes. Bien, bien.

De igual modo, me dieron referencias de profesionales médicos que ya tienen implantado en su consulta el OligoScan con, resultados “francamente positivos”. Uno de esos profesionales sanitarios, para que te hagas idea es este de aquí. En su página web podemos echar un vistazo a la línea de su profesionalidad. Un centro en el que se dan cita la biorresonancia (¿te suena?), la homeopatía, la medicina cuántica, la nutrición ortomolecular, las “frecuencias Rife” (mira, aquí me ha pillado por completo, gracias a la «wiki» me entero de qué va esto, que si no…), las típicas terapias alternativas (y peligrosas) contra el cáncer, etcétera. Así pues, haciendo bueno el dicho “dime con quién andas y te diré cómo eres” tampoco es imprescindible intentar entender los entresijos de esta maquinita habida cuenta el marco en el que su uso se circunscribe.

Por último, si te has dado cuenta, en la página del distribuidor hay una sugerente pestañita que pone “estudios científicos” y que pide a gritos pinchar sobre ella. Ahí se encuentra un pdf descargable que no tiene desperdicio: 35 referencias bibliográficas, algunas de origen dudoso que, sinceramente, no sé qué tienen que ver con el sistema en cuestión.

Hasta la semana que viene, aprovecha el finde sin tener en cuenta que hoy sea “frauday”

————————————————–

Análisis de intolerancias alimentarias «de bolsillo», otro test intolerable

El tema de las intolerancias alimentarias parece que no tiene fin. Bueno, en realidad lo que no tiene fin es el planteamiento de soluciones diagnósticas masivas a intolerancias que carecen de todo reconocimiento por parte de la ciencia.

Recopilemos un poco lo escrito en este blog sobre el tema. Para ponerte en antecedentes te sugiero que, en orden, les eches un vistazo a las siguientes entradas:

Microtubos de ensayo

El resumen, aunque ya lo hice, es que no hay ninguna evidencia científica seria que los test de diagnóstico masivo de intolerancias alimentarias sirvan para algo. Ninguna. Da igual el procedimiento que sigas, el más tecnológico y aparentemente científico de los análisis de sangre, en el que el test de ALCAT es el rey del cotarro (aunque no sé muy bien porqué bizarro motivo); o bien el más esotérico-energético-vital-holístico-tradicionalmente chino de la bioresonancia. No funciona ninguno. Da igual que detrás del mostrador haya un médico en apariencia serio, que estés en el entorno de una modernísima y conocidísima clínica, y que te den un informe de tropecientas hojas satinadas finamente encuadernadas. La única diferencia de que así sea o de que sea más o menos cutre es la cantidad de pasta que fraudulentamente te van a soplar del bolsillo todos, los unos y los otros, por una información que tiene menos utilidad que una cerilla mientras practicas caída libre.

Kit’s de bolsillo de diagnóstico múltiple de intolerancias alimentarias

Pues bien, como no podía ser de otra forma en el entorno que nos hallamos, ya han aparecido los kit de bolsillo do it yourself. Así, por un módico precio puedes hacerte tú mismo en la intimidad de tu casa un test de intolerancias a cincuenta y tantos alimentos (o más, depende de la marca y el test escogido) a partir de un pequeño pinchacito en el dedo. Tras recolectar la gota de sangre hay que seguir una serie de no poco complicados pasos para un ciudadano medio y terminar así por obtener un resultado al respecto de tus supuestas intolerancias alimentarias en poco más de media hora.

El vídeo de cómo realizar el test en tu casa es este:

No voy a entrar en el procedimiento por el cual se termina por obtener una serie de resultados positivos y otros negativos. Baste decir que la técnica bioquímica en cuestión se denomina ELISA, término que proviene de Enzyme Linked Immuno-Sorbent Assay (Ensayo de Inmunoabsorción Ligado a Enzimas) y que es de una gran utilidad en los laboratorios de biología y bioquímica. No obstante y a pesar de lo que ha avanzado esta técnica en los últimos años sigue teniendo diversas limitaciones que no voy a entrar a mencionar, salvo una, quizá la más importante para el tema que nos atañe. A ver si las personas que comercializan esta clase de herramientas les entra de una vez en la cabeza:

Suponiendo la observación de un resultado positivo que confirmara la presencia de anticuerpos (los anticuerpos se unen los antígenos presentes en el test-kit) esto no significa de forma necesaria una acción negativa del alimento sobre la persona. Es decir, no se ha demostrado que la presencia de estos anticuerpos sean la causa de toda la caterva de síntomas, dolencias y patologías que luego, con la aplicación de los resultados del test, quitando los alimentos en cuestión, vayan a desaparecer. Repito, aunque haya un resultado positivo no hay una correlación demostrada entre la presencia de IgG (los anticuerpos de tu sangre que posibilitan las respuestas “positivas”) y las manifestaciones físicas de la enfermedad, trastorno o molestia.

Así, a día de hoy las pruebas de IgG no son consideradas en ningún momento como una prueba diagnóstica valida con el fin de terminar por hacer modificaciones dietéticas conducentes a un posible tratamiento.

Como sucede siempre en estos casos la relación de indicaciones para las cuales puedes utilizar los resultadas del test y deshacerte de aquellos alimentos a los que aparentemente seas intolerante es casi ilimitada: la fatiga crónica, la fibromialgia, las migrañas, los dolores de espalda, la psoriasis, el acné, la diarrea, el estreñimiento, el Síndrome de Intestino Irritable, la obesidad, el autismo, la celiaquía, la candidiasis, los problemas de aparato respiratorio, etcétera. Tanta “solución” se nos debería antojar, de entrada, sospechosa.

¿Qué dice la ciencia sobre su utilidad? Que no

En cuanto a las pruebas que valoren la eficacia y validez de este tipo de técnicas publicadas en revistas con revisión por pares son casi inexistentes y las escasas que hay han sido duramente criticadas por los especialistas por su falta de control, los más que evidentes conflictos de interese de los autores y su pobre metodología.

En sentido contrario, todas, absolutamente todas las sociedades científicas de reconocido prestigio se han posicionado en contra de su validez para los fines propuestos. Por ejemplo:

La Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología y el Colegio Americano de Alergia, Asma e Inmunología sostienen en este documento guía que:

“Los test basado en las IgG para la determinación de alergias carecen de relevancia clínica, no están validados, no tienen suficientes controles de calidad y por todo ello, no se deben utilizar

Por su parte la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología sostienen en este documento que:

“Algunas pruebas consideradas diagnósticas no han demostrado su utilidad […] Entre ellas se incluyen las pruebas de provocación-neutralización, los ensayos citotóxicos [aquí estaría eld e ALCAT y su familia] […]. La medición de anticuerpos IgG específicos a alimentos es una herramienta que también carece de pruebas que la validen.

La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica tampoco se queda atrás a la hora de poner en su sitio a estos procedimientos, tal y come queda de manifiesto en este documento:

“El grupo de Expertos recomienda no utilizar cualquiera de las siguientes pruebas no estandarizadas para la evaluación rutinaria de reacciones IgE mediadadas (alergia a los alimentos): La liberación/activación de histamina por parte de basófilos; la estimulación linfocitaria […], las pruebas IgG4 alergeno- específica; los ensayos de citotoxicidad [otra vez el tema de ALCAT y su familia], pruebas electrodérmicas [el rollo bioresonante] […]

Desde la Sociedad Australiana y Asiática de Inmunología Clínica y Alergia ofrecen este documento de posicionamiento, bastante elocuente, con respecto a este tipo de pruebas:

“Con un nivel de evidencia II se consideran pruebas inapropiadas que frecuentemente son empleadas en el diagnóstico de alergias o sensibilidad alimentaria, aquellas consistentes en la determinación de IgG e IgG4 a partir de anticuerpos expuestos a alimentos

Y además aportan el siguiente comentario:

La presencia de anticuerpos IgG dependiente de los alimentos es comúnmente detectada en pacientes sanos tanto adultos como niños. Y esta presencia es independiente de la existencia o no de síntomas relacionados con la alimentación. No existe evidencia creíble de que la medición de anticuerpos IgG sea útil para el diagnóstico de alergia o la intolerancia a los alimentos, ni que los anticuerpos IgG sean causa de los síntomas patológicos. De hecho, los anticuerpos IgG reflejan la exposición a alérgeno, pero no la presencia de enfermedad.  Existe una única excepción en el hecho de descubrir anticuerpos IgG anti-gliadina [proteína del gluten] ya que a veces este dato es útil para confirmar la adhesión a una dieta exenta de gluten en aquellos pacientes con enfermedad celiaca confirmada histológicamente. El uso inadecuado de este tipo de pruebas […] puede dar lugar a restricciones dietéticas inadecuadas e innecesarias, de especial relevancia en la nutrición de los pacientes más pequeños (niños). A pesar de los estudios que demuestran la inutilidad de esta técnica, se uso es frecuentemente promovido en nuestro medio […].”

Tampoco se queda atrás la Sociedad de Alergia Sudafricana, tal y como se puede comprobar en este documento:

«Resulta preocupante el uso de kits de tipo auto-test disponibles entre la población general, en especial cuando se interpretan sin el consejo de un personal sanitario con una formación adecuada, así como la prueba de detección de anticuerpos IgG a alimentos que está siendo utilizada para el diagnóstico de intolerancia a los alimentos, con una ausencia de pruebas científicas rigurosas. […] Instamos a médicos generales, farmacéuticos y organizaciones de interés público en la salud que no avalen el uso de estos productos hasta que existan pruebas concluyentes de su eficacia

Desde la Iniciativa para las Alergias Alimentarias se avisa de forma concisa que:

“[…] La producción de anticuerpos IgG es una respuesta normal a comer alimentos y esta prueba no es útil en el diagnóstico de una alergia o reacción adversa.”

Curiosamente una aseguradora sanitaria (AETNA) también se ha posicionado en contra de estas pruebas tal y como puede leerse aquí:

No hay evidencia sobre que los test del tipo IgG RAST/ELISA sean eficaces ya que no hay pruebas de que los IgG sean responsables de los síntomas de una alergia retardada o de una intolerancia a los alimentos”

Podría seguir (créeme) pero me parece que ya es suficiente.

Marcas y laboratorios detrás de la denostada prueba

Ya solo me queda ponerte sobre aviso de cuáles son las marcas o distribuidoras más conocidas que suelen proponer este tipo de “soluciones”.

Las más conocidas en el mundo anglosajón son el YorkTest y HemoCode. Más en nuestro entorno, actualmente está pegando fuerte CSNovotest, una marca que al parecer, según me comentaron telefónicamente, distribuye los productos de una empresa británica de unos laboratorios, Cambridge Nutritional Sciences Ltd. Todo ello a partir de un producto de auto diagnóstico con el elocuente nombre de Food Detective (el detective de alimentos).

Nota: El pasado lunes día 28 de octubre me puse en contacto con telefónico con CSNovotest con el fin de que me enviaran toda la documentación científica que avalara las fabulosas aplicaciones prácticas que se aseguran sonseguir tras la obtención del resultado del test de autodiagnóstico Food Detective. Les facilité mi teléfono y mi correo, y… aun estoy esperando.

Charlatán de feria

En resumen

No te dejes engañar por luminosas páginas web, tubos de ensayos entre sus imágenes, por un ambiente de fingida ciencia, por flamantes clínicas o por promesas emitidas por falsos profesionales de la salud (la profesionalidad no la da un título colgado de la pared en un bonito despacho). Si terminas por caer y acudes a ellos (fruto de la desesperación y de las falsas promesas) exprimirán tu bolsillo tocando tu fibra más sensible. Tu salud.

No lo digo yo, lo dicen, como has comprobado, quienes saben de estas cosas.

——————————————————

Esta entrada participa en la V Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el portal dietistasnutricionistas.es

 ——————————————————

 Imagen: Suat Eman vía freedigitalphotos.net; y electrons_fishgils vía Flickr.com Cretive Commons