El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Pues no, las fórmulas lácteas no son iguales (y ni mucho menos mejores) que la leche materna

Parece mentira que aun nos veamos en estas, pero no puedo dejar pasar el comentar algunas cuestiones que me vinieron a la cabeza tras leer la pasada semana el post de mi vecina Madre reciente al respecto de la donación de leche materna y que se tituló: 1.315 madres, 4.967 litros, 1.500 bebés. Hoy es el Día Mundial de la Donación de Leche Materna.

Leche materna vs fórmula

De veras que me parece increíble que a estas alturas haya quien argumente que las fórmulas lácteas sean igual de buenas que la leche materna ya que según comentaron algunos participantes en el maremágnum de opiniones que se suscitó a continuación, las fórmulas artificiales actuales son de suma calidad (que sí, pero que no). Es más, según alguno cree, se le incorporan esos componentes “imprescindibles” que argumentan los partidarios de la leche materna… lo que (casi parece que se lee entre líneas) termina en un producto hasta mejor aun que la leche materna. O quizá no sea tan increíble el saber de personas que así piensan, fíjate: según este estudio se puso en evidencia que, al menos en Estados Unidos, el porcentaje de personas que estaba de acuerdo con la afirmación “la fórmula infantil es tan buena como la leche materna” pasó de un 14,3% en 1999 a un 25,7% en 2003 (no voy a hacer mayor comentario… que se me hincha la vena mala)

Mencionemos de nuevo que en este tema parece que es imposible encontrar opiniones mesuradas o simplemente educadas que no terminen en el insulto y el menosprecio del que no opina de la misma forma que uno. Es decir, que en base a mi experiencia, tanto los defensores de una y otro postura (lactancia materna vs lactancia artificial) suelen en muchos casos estar, ambos, bastante embebidos de cierto fundamentalismo. Así pues, tras santiguarse tres veces y tocar madera con los dedos cruzados mientras se pisa una caca (que es lo que los supersticiosos harían cuando uno se arriesga a volver a escribir sobre estos temas) vamos allá…

Leche materna vs fórmula: composición

Para que el que quiera utilice los argumentos que le dé la gana, pero que los utilice bien, veamos a continuación cuáles son las diferencias bromatológicas de ambos productos, de la leche materna frente a la leche artificial, de modo general. Ni que decir tiene que esta comparativa está basada en generalizaciones aceptadas de ambos productos y que dependiendo de la leche particular que se considere se podrían encontrar no pocas discrepancias aunque las características nutricionales de uno y otro producto estén más que marcadas.

Comparación leche materna fórmula

Así, tal y como se puede contrastar el mayor parecido entre la leche de fórmula y las leches maternas es su aporte energético (nada relevante en cualquier caso, un combinado de ron y refresco de cola puede tener las mismas calorías que un bocata de jamón). Sin embargo, la cantidad de proteínas es un 40% más abundante en la fórmula, tienen más hidratos de carbono y suelen tener menos grasa. Pero si encontramos notables diferencias entre la cantidad de macronutrientes, más significativa me parecen las que encontramos en relación a su calidad.

En cuanto a las proteínas en la lecha materna el 30% lo constituye la caseína y el 70% restante las proteínas del suero entre las que destacan alfa-lactoalbúmina (de alto valor biológico para el bebé), seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento, hormonas y prostaglandinas. Una composición cualitativa muy difícil de igualar por las diversas fórmulas ya que la fracción proteica de la leche materna es especialmente digerible e hipoalergénina cuando se compara con la de las fórmulas.

En cuanto a la grasa de la leche materna (y a pesar de sufrir importantes fluctuaciones en su contenido tanto a lo largo del periodo de lactancia como de un mismo día) posee una proporción relativamente estable en cuanto a la proporción de ácidos grasos: cerca de un 42% de ácidos grasos saturados y en torno al 57% de poliinsaturados. Toda la leche materna es especialmente rica en estos ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y quizá por eso la mayoría de las fórmulas están enriquecidas con ellos desde hace dos o tres décadas. Sin embargo, es preciso saber que aunque la “la percha” sobre la que se construyen la mayor parte de las fórmulas lácteas para lactantes es la leche de vaca desnatada, esta se ve enriquecida con diferentes mezclas de aceites procedentes de la colza, la soja, el coco, el girasol y la oleína de palma.

El caso de los hidratos de carbono también merece mención especial. El origen de los carbohidratos de la leche materna es sin duda alguna la lactosa. Su alta concentración (en comparación con la leche de vaca) facilita la absorción del calcio y el hierro y promueve la colonización intestinal de una flora microbiana fermentativa que mantiene un ambiente ácido en el intestino que inhibe en cierta medida el crecimiento de bacterias, hongos y parásitos. Por su parte, en el caso de las fórmulas también suele ser la lactosa el principal hidrato de carbono, no obstante no es infrecuente encontrarlas con ingredientes tan poco apetecibles como el sirope y maltodextrinas de maíz.

En cuanto a los micronutrientes, las fórmulas están enriquecidas “a cascoporro” con minerales que parecen especialmente interesantes, más en concreto el calcio y el hierro cuya presencia es notablemente superior a la de las leches maternas.

Nutrientes a parte

Más allá de los nutrientes clásicos, su cantidad y origen, la leche materna presenta singularidades concretas que difícilmente podrán ser igualadas algún día en las fórmulas… o no al menos a corto plazo y a un precio más o menos asequible (como si las actuales lo tuvieran… que esa es otra). Me refiero por ejemplo a factores anti infecciosos como los anticuerpos, la inmunoglobulina A, la lactoferrina (que “secuestra” el hierro haciéndolo inaccesible a las posibles bacterias y por este mecanismo frenar su proliferación), las lisozimas… Quizá por estas razones la incidencia de infecciones es menor en lactantes alimentados al pecho que en aquellos con lactancia artificial.

Así pues: no, las fórmulas lácteas no son iguales que la leche materna… y ni mucho menos mejores. De forma que si existe la posibilidad de crear entornos en los que se estimule la donación de este preciado fluido entre las madres que les sobre leche para que otros bebés puedan aprovecharse de ello, pues bienvenido sea.

Ahora ya… que cada cual, haga lo que le dé la gana.

Si te has quedado con ganas de seguir leyendo y sobre todo profundizando sobre el tema te recomiendo sigas por este post del experto en el tema Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) Lactancia materna: deliciosa conexión entre la inmunidad de la madre y la del bebé

Y si quieres leer más en de lo publicado en el blog sobre el tema:

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Imágenes: Boians Cho Joo Young vía freedigitalphotos.net

¿Es saludable aprovechar el caldo de cocción de las verduras?

Zumo de espinacasDepende. Por un lado existen infinidad de recomendaciones en blogs de gastronomía, de alimentación y de salud en los que se alienta esta práctica alegando que es precisamente en ésa agua de cocción en donde se acumula una cantidad importante de vitaminas, minerales y otras sustancias fitonutritivas que no hemos de desaprovechar bien por la salud, bien desde un punto de vista gastronómico. Y un servidor coincide en cierta medida con esta opinión. Pero por otro lado…

Al mismo tiempo que en esa agua de cocción se acumulan esas interesantes sustancias es preciso considerar la posibilidad de que también se acumulen otros elementos que no tengan un perfil tan beneficioso. Tal y como quedo bastante claro al respecto de cómo lavar las frutas, verduras y hortalizas en sendos post la semana pasada (aquí y aquí) además del preceptivo lavado en no importa que circunstancia de los vegetales que consumamos (incluso aunque se pelen), el proceso de cocinado sirven también para higienizar dichos productos en relación a los posibles fertilizantes o pesticidas presentes en el alimento. Es preciso aclarar por tanto que el cocinado de los vegetales sirve, además del lavado previo, para “limpiarlos” de estos productos teniendo en cuenta además que esas sustancias, tras el proceso de cocinado, no desaparecen de esta realidad pasando por ejemplo a la cuarta dimensión, no. Esas sustancias químicas quedan en cierta medida en el agua de cocción. Así pues, y dependiendo de las condiciones particulares de cada caso (origen del producto, lavado previo, etcétera) resultaría bastante contradictorio que nos bebiéramos o usáramos posteriormente para cualquier otra preparación culinaria un caldo o agua de cocción de vegetales que además de posibles vitaminas y minerales tuviera una carga significativa de esos posibles contaminantes que se supone pretendemos evitar.

En definitiva, la respuesta a si se debe o no reutilizar el agua en el que se hayan cocido una serie de hortalizas o verduras dependerá de lo escrupulosos que hayamos sido en su lavado previo. De no haberlo sido, desde luego que un servidor ni se lo bebería ni lo reutilizaría para nada por muchas vitaminas que se supone pudiera contener.

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Imagen:  phasinphoto vía freedigitalphotos.net

Las mal llamadas “leches de crecimiento”: innecesarias y caras

Niño leche

La semana pasada un buen amigo de la comunidad virtual, José Manuel López Nicolás (@ScientiaJMLN) se marcó de nuevo un buen tanto al publicar un post con su opinión y sus razones documentadas al respecto de la utilidad de las incorrectamente llamadas “leches de crecimiento”. Me refiero esos briks similares a los de leche que bien en el supermercado o bien en la farmacia (no pienses que por encontrarlos en farmacias van a ser mejores que los de súper… de hecho son los mismos) y a través de su publicidad, nos pueden hacer llegar a pensar que nuestro hijo de corta edad necesita de ellos para crecer con salud, desarrollar plenamente su intelecto o ser feliz. Y a mí, mira por dónde, me apetece comentar estas cuestiones y subrayar algunas cosas que creo se merecen una especial atención.

 Ni “leches”, ni “de crecimiento”

La primera de ellas, es resaltar el mal uso que frecuentemente se hace de la terminología para referirse a estos productos. A ver si nos queda claro, comercialmente con la legislación en la mano, no se pueden denominar “leche”. En estos casos estamos ante una serie de productos lácteos o ante derivados lácteos en los que la adición de tanta martingala (vitaminas, minerales y ácidos grasos) más que la eliminación de algunos elementos característicos de la leche (en especial sus grasas típicas) impiden que legalmente se le pueda llamar “leche” a este tipo de productos. Y este es un aspecto que me parece importante ya que soy de la opinión que de modo subliminal todo aquello etiquetado como “leche” es mejor aceptado o acogido por la población general. La leche figurará como ingrediente del producto, pero nunca el producto deberá ser nombrado como “leche”.

Además, está la otra cuestión: la del “crecimiento”, que tampoco. Estos productos como cualquier otro alimento funcional no pueden, legalmente, dar a entender al consumidor que el efecto buscado (el crecimiento) depende únicamente del consumo de su producto o que de su falta de consumo se puedan derivar consecuencias negativas.

El post de Scientia partía de la base de comentar el reciente posicionamiento de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria sobre el estado de salud de los bebés y niños europeos de hasta 3 años; de lo bien o mal nutridos que están, de sus posibles carencias y también de sus posibles excesos. Ese posicionamiento lo puedes leer aquí Scientific Opinion on nutrient requirements and dietary intakes of infants and young children in the European Union. Para ello, el panel de expertos hacía estas aclaraciones previas en la línea de lo que estoy comentando:

Las “leches de crecimiento” o las “leches específicas para niños” son fórmulas basadas en la leche o no, inicialmente destinadas a los niños pequeños. […]. El panel de expertos propone no utilizar el término “leche de crecimiento” porque su uso implicaría un efecto particular sobre el crecimiento [cuando no tiene por qué ser así]. […] Este panel propone referirse a este tipo de productos como “Fórmula para niños pequeños” […] a los que se les debería aplicar la norma para las fórmulas de continuación [lácteas o no] CODEX STAN 156-1987.

Veamos ahora el hecho de su necesidad

En el informe se mencionan cuatro posibles déficits nutricionales (ácidos grasos de la familia omega tres, vitamina D, hierro y yodo) en la población en estudio y un exceso (el calórico) que pueden suponer una situación de riesgo para esta población. Así, en el informe se puede leer claramente que:

Los expertos consideran que tanto los déficits como el exceso se deben afrontar siguiendo las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos […] a partir de una alimentación saludable. Estas guías ofrecen educación nutricional y consejos tanto para los individuos concretos como para el público en general con el fin de alcanzar los objetivos nutricionales y de ayudarles a seleccionar una dieta que satisfaga sus necesidades. Estas recomendaciones incluyen la adecuada elección de alimentos que son fuente de aquellos nutrientes clave para la salud pública […]

Tal y como reza el REGLAMENTO 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos en su artículo 3, apartado d:

“La utilización de declaraciones nutricionales y de propiedades saludables no deberá: […] afirmar, sugerir o dar a entender que una dieta equilibrada y variada no puede proporcionar cantidades adecuadas de nutrientes en general”

De todo ello se desprende que no hacen la menor falta alimentos enriquecidos si las cosas se hicieran bien. Así pues, mejores alimentos y menos alimentos funcionales. Porque además, el comer mejor termina resultando, mucho más rico y además mucho más económico que el recurrir a la dexcontualización del nutriente a base de sacarlo de su “alimento de origen” para terminar poniéndolo no importa donde. En este caso en una supuesta “leche”.

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Imagen: imagerymajestic vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: análisis instantáneo de minerales y vitaminas por espectrofotometría

Supón que tu médico o tú sospecháis que andas bajo de un de determinado mineral o vitamina… o en sentido contrario que tienes unos niveles excesivos de metales pesados en tu organismo y que cualquiera de estas situaciones pueden estar poniendo en jaque tu salud. Lo tradicional, como sabrás, es que se te haga una extracción de sangre y en ella se observen los niveles de aquellos elementos sospechosos ya sea por su déficit o por su exceso. Y eso, como sabes, lo del análisis de sangre, es un engorro, además es relativamente caro y requiere cierto tiempo. Aunque no te lo pagues tú directamente y vayas por la Seguridad Social este tipo de analíticas tienen un precio considerable. Así, siguiendo los cauces habituales, tras varios días, los resultados estarán en manos de tu médico quién podrá pautar el correspondiente tratamiento y recomendar si corresponde las oportunas medidas dietéticas. Incluso si es un médico majo, podría derivarte a estos efectos a un dietista-nutricionista.

Pues bien acabo de ser conocedor del el enésimo disparate diagnóstico (como sabrás hay varias entradas dedicadas a estas cuestiones, más en particular a los diversos y fraudulentos sistemas de detección de intolerancias alimentarias). En este caso se trata de un aparato de tamaño no superior al de un ratón de ordenador que emite unos “pulsos de luz” y que sabiamente aplicados en cuatro puntos concretos de la superficie de la palma de la mano puede hacer este diagnóstico de elementos (vitaminas y minerales) en el acto. Ya ves qué maravilla, sin extracciones de sangre, por un precio infinitamente menor y sin esperar ya que los resultados se vuelcan inmediatamente tras el “análisis” en un ordenador. Puedes ver su funcionamiento en este explícito vídeo:

Te cuento todo esto porque el sistema en cuestión está pegando fuerte. Bueno, en realidad quién lo está haciendo es la empresa que comercializa estos aparatos en España que se denomina OligaScan a base de hacer promoción del aparato en cuestión entre las consultas de médicos, nutricionistas…

¿Cómo se supone que funciona el OligoScan?

A través de una información técnica difícil de comprender salvo que se sea un experto en estas cuestiones la página web del distribuidor afirma lo siguiente:

El método utilizado por el OligosScan para obtener resultados sobre la concentración de elementos traza en los tejidos examinados es el de la espectrofotometría. Es un método de análisis cuantitativo que consiste en medir la absorción o densidad óptica de una sustancia química.

El principio básico es que cada compuesto químico absorbe, emite o refleja la luz (radiación electromagnética) a lo largo de un intervalo de longitudes de onda. Cuanto más concentrada es la muestra, más se absorbe la luz dentro del límite de las proporciones establecidas por la ley de Beer-Lambert.

La espectrofotometría se utiliza en muchos campos: la química, la farmacia, medio ambiente, alimentación, biología, medicina, clínica, industrial y otros.

Pues sí, tanto la espectrometría como la espectrofotometría son técnicas que tienen su utilidad en ámbitos diversos, incluido el sanitario. Pero nadie, absolutamente nadie había propuesto hasta la fecha la utilidad que este sistema propone. Nada inconveniente por otra parte, aquello de la novedad, más al contrario. Pero tal y como sostenía C. Saganafirmaciones extraordinarias requieren evidencias también extraordinarias”.

Como digo, para entender el intríngulis de estas cuestiones hay que ser un experto actualizado y como yo no me lo considero, pregunté a un profesor y compañero de la facultad de CC. de la Salud de la Universidad San Jorge (farmacéutico y especialista en técnicas analítica) que me ilustrara… pero lo cierto es que no pudo ayudarme demasiado, nada más exponérselo le entró un elocuente ataque de risa del que aun no se ha recuperado.

Así pues, recurrí a la búsqueda bibliográfica, más en concreto a la de los estudios de validación de estas técnicas para los fines propuestos y: cero. Cero pelotero. No es que no saliera muy bien parada esta técnica frente a un análisis de sangre, la realidad es que no encontré ni un solo estudio que la haya comparado. ¿Podría ser que se me hubiera olvidado hacer una mínima búsqueda de cuestiones científicas en PubMed? No, afortunadamente, la respuesta me la dieron en la propia empresa OligoScan

Con toda mi buena fe me dirigí por teléfono a la empresa que los comercializa para ver si me podían informar con más detalle. Les pregunté más en concreto por los estudios que avalaran el sistema. Y me quitaron un peso de encima. No los hay, me respondieron sin el menor rubor; se trata de una técnica tan novedosa que no hay estudios publicados. Actualmente, me dijeron, se están realizando, y pronto verán la luz. Sin embargo, ellos no dudan en vender un sistema de cuya eficacia ellos son los únicos garantes. Bien, bien.

De igual modo, me dieron referencias de profesionales médicos que ya tienen implantado en su consulta el OligoScan con, resultados “francamente positivos”. Uno de esos profesionales sanitarios, para que te hagas idea es este de aquí. En su página web podemos echar un vistazo a la línea de su profesionalidad. Un centro en el que se dan cita la biorresonancia (¿te suena?), la homeopatía, la medicina cuántica, la nutrición ortomolecular, las “frecuencias Rife” (mira, aquí me ha pillado por completo, gracias a la «wiki» me entero de qué va esto, que si no…), las típicas terapias alternativas (y peligrosas) contra el cáncer, etcétera. Así pues, haciendo bueno el dicho “dime con quién andas y te diré cómo eres” tampoco es imprescindible intentar entender los entresijos de esta maquinita habida cuenta el marco en el que su uso se circunscribe.

Por último, si te has dado cuenta, en la página del distribuidor hay una sugerente pestañita que pone “estudios científicos” y que pide a gritos pinchar sobre ella. Ahí se encuentra un pdf descargable que no tiene desperdicio: 35 referencias bibliográficas, algunas de origen dudoso que, sinceramente, no sé qué tienen que ver con el sistema en cuestión.

Hasta la semana que viene, aprovecha el finde sin tener en cuenta que hoy sea “frauday”

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¿Qué alimentos tienen más… y cuáles de ellos son vegetales…?

Puntería 2No sé si a ti te pasa a menudo pero a mí sí, me refiero a que tengas la duda de qué alimento tiene más de un determinado nutriente, de una vitamina en concreto, de un mineral, de un determinado ácido graso… o de lo que sea. Mejor dicho, rectifico, lo que me sucede es que por mi profesión, supongo, la gente me traslada esas dudas muy frecuentemente: “oye Juan, ¿qué alimento tiene más hierro, cuál más vitamina C, más fibra…?” y así un eterno e insospechado largo etcétera.

Bien, pues acabo de tener conocimiento de una maravillosa página web que te aclara esas dudas y a la que yo solo le encuentro ventajas o muy pocos inconvenientes prácticos. La principal ventaja es que su información proviene de una fuente contrastada, de las tablas de composición de alimentos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, que si bien no es la más autóctona por estos lares, sí que es una de las más extensas y completas tal y como deje señalado en esta entrada. Su principal desventaja para manejarse es el idioma; sus contenidos están en inglés, tanto para preguntar como para obtener los resultados. Veamos cómo funciona con un ejemplo y veamos también todas las posibilidades que esta página nos ofrece, que no son pocas.

Supongamos que queremos saber qué alimento es el que más hierro contiene en 100g. Nos dirigimos a la página en cuestión y en el desplegable (Find Foods:… that are highest in) seleccionamos iron (la lista de posibilidades es realmente extensa y completa). De esta forma nos aparece un ranquin de 50 alimentos ordenados de forma decreciente  de los alimentos con más hierro (en la primera página los 50 primeros, en la segunda los 50 siguientes y así sucesivamente). Esta primera clasificación está sin categorizar por grupos, es decir, es el primer ranquin o una clasificación bruta. Si queremos, en la parte superior observamos las distintas categorías de alimentos y entonces, podemos obtener una nueva clasificación en la que solo se tienen en cuenta los alimentos de ese grupo.

 

Captura

Así en el ejemplo propuesto, el primer resultado que obtenemos, en la clasificación sin depurar por grupos observamos que el alimento que más hierro contiene por 100g es el tomillo desecado con tanto hierro como 124mg por/100g de producto, le sigue el perejil desecado (98mg/100g) y así sucesivamente. Si queremos contrastar qué alimento entre el grupo de pescados y moluscos tiene más hierro no tenemos más que seleccionarlo y nos aparece, su clasificación en virtud del contenido en hierro.

Esta herramienta nos aporta algunos resultados sorprendentes. Por ejemplo, si nos interesamos por la fibra dietética, en la clasificación bruta, nos aparece que el alimento con más fibra es el salvado de maíz (ay, si se entera Dukan, qué será de su prodigioso salvado de avena) con la nada despreciable cifra de… alucina ¡79g de fibra por 100g de alimento! Resulta francamente sorprendente que en esta lista inicial de 50 alimentos aparecen no pocos cereales de desayuno comerciales que aportan nada más y nada menos que 50g de fibra en100g de cereales. A mí, qué queréis que os diga me parece bastante llamativo.

Supongo que la lista de alimentos con mayor concentración de calcio también te sorprenderá, la de la vitamina C… etcétera.

Más allá de las curiosidades concretas que cada uno tenga me gustaría hacer dos importantes reflexiones sobre esta fuente de información:

La primera relativa a las enormes posibilidades que ofrece en el sentido de obtener información detallada sobre nutrientes o componentes nutricionales poco frecuentes: saber la cantidad aproximada de determinados aminoácidos o de algunas sustancias como antioxidantes concretos, etc, supone una interesante herramienta para profesionales.

La segunda en relación a la precaución a la hora de sacar lecturas descontextualizadas. Para hacer una lectura correcta habrá que tener en consideración por lo menos tres aspectos. Por un lado la cantidad de alimento que es típico comer; por ejemplo, aunque el tomillo empleado como especia sea el alimento que más hierro contiene habrá que tener en cuanta qué cantidad de este se termina empleando. En segundo lugar la biodisponibilidad particular del nutriente en cuestión en ese alimento, no basta que un alimento se rico en un determinado para terminar por concluir que al mismo tiempo es una buena fuente de este nutriente. En el caso del tomillo, por mucho hierro que contenga hay que precisar que es un hierro del tipo no-hemo, con una biodisponibilidad a la hora de ser absorbido mucho menor que otras fuentes alimentarias con hierro del tipo hemo. Y por último, habrá que tener en cuenta la forma de presentación de ese alimento. Por ejemplo, en el caso del calcio, el alimento que ocupa el puesto 36 en el ranquin de riqueza en este mineral es la leche desnatada en polvo con 1257 mg de calcio por 100g de leche en polvo. Una cantidad 10 veces superior a la cantidad de calcio contenida en 100g de leche estándar… ¿dónde está la pega? Es fácil, en caer en la cuenta que con 100 g de leche en polvo nos da para obtener, más o menos, 10 raciones de 100g de leche reconstituida. Dicho de otras forma, con esos 100g de leche en polvo da para preparar cerca de un litro de leche reconstituida.

En fin, aquí lo dejo, que seguro que tienes ganas de petardear y disfrutar la página en cuestión. Ya me dirás qué te parece.

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Imagen: Danilo Rizzuti vía freedigitalphotos.net

Excusas erróneas (y frecuentes) para tomar un suplemento vitamínico

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Hay bastantes personas que se escudan en argumentos poco racionales para tomar un suplemento vitamínico. No es que estén en riesgo de que su dieta no les aporte las cantidades necesarias de estas, el caso es que suelen acudir a ellos muchas veces como una especie de seguro, una especie de “por si acaso”. A pesar de no son necesarios en muchos casos hay dos mensajes claros que se suelen repetir con demasiada frecuencia. Por un lado el de más vale prevenir que curar y por el otro el de un poco más (de la vitamina que sea) no me va a hacer daño.

Con independencia de que sea o no cierto el hecho de que “un poco más no me va a hacer daño” (las cosas no funcionan así) el hecho incontrovertido es que, lejos de que tengan o no el efecto deseado suponen una inversión monetaria. Veamos cuáles son los errores más típicos y la realidad con respecto a decidirse por tomar un suplemento  vitamínico. Como veremos la mayor parte provienen de ideas fruto de una cierta desinformación nutricional:

Error: Las vitaminas aportan energía

Realidad: No hay ninguna vitamina que aporte energía por el simple hecho de incorporarla en un suplemento. Sin embargo, el error quizá tenga el punto de partida de considerar que algunas de ellas, en especial las vitaminas del grupo B, intervienen de forma importante en las vías metabólicas específicas de producción de energía. Es decir, las vitaminas no aportan energía, pero sí ayudan al proceso de obtención de esta. Dadas las cantidades con las que las vitaminas han de aportarse en la dieta (mili o microgramos) las vitaminas no son, ni de lejos una fuente de calorías. Es posible que si alguien se siente con “más energía” o más pletórico tras tomar alguno de estos suplementos se deba a un efecto placebo. Aun así, si alguien tiene una deficiencia vitamínica concreta no hay una relación conocida entre el hecho de tomar el suplemento en cuestión y el sentirse “más enérgico” a continuación.

Algunos promotores-vendedores-distribuidores de este tipo de suplementos se aprovechan de la ignorancia del consumidor y le tienden una trampa jugando con las verdaderas funciones de las vitaminas y el efecto ansiado por el usuario (una vez más aquello de decirles lo que quieren oír)

Error: Los alimentos de hoy en día son deficitarios en nutrientes

Realidad: Lo  cierto es que en la actualidad las posibilidades de variedad y cantidad de los alimentos que consumimos en los países desarrollados son inigualables con respecto a años anteriores. Y eso es lo que garantiza un más que suficiente aporte de vitaminas y otros micronutrientes. En algunos casos, ciertas explotaciones agrarias intensivas han limitado de forma sensible la presencia de algunos minerales en el suelo, en especial selenio y yodo. Sin embargo, se pueden obtener cantidades más que suficiente de estos nutrientes como para cubrir las necesidades individuales a partir de otros alimentos, por ejemplo los de origen animal en el caso del selenio y con el uso de la sal yodada de modo general para el caso del yodo, tal y como recomienda la OMS.

Error: Las vitaminas ayudan en las situaciones de estrés

Realidad: Dejando de lado el estrés físico debido a cansancio o agotamiento físico, el estrés “mental” no aumenta las necesidades de vitaminas (o minerales), ni es causado por su déficit, ni tampoco se utilizan en su tratamiento. Es casi seguro que a lo largo de la vida cada uno se enfrente a momentos mejores y peores fruto de las circunstancias, pero la falta de vitaminas no es ni causa ni solución para esas situaciones de mayor abatimiento o de tensión. De nuevo el recurso fácil de la pastilla milagrosa que todo lo cura planeará sobre nuestras cabezas como solución milagrosa para algo que tiene una explicación (y ya no sé si una solución) mucho más sencilla.

Error: Se toman para prevenir y/o tratar un resfriado u otra enfermedad

Realidad: A día de hoy no existe una evidencia científica suficiente que sugiera que las dosis muy altas de cualquier vitamina (o suplemento mineral) prevengan o curen ninguna enfermedad del tipo cáncer, resfriado, diabetes, etc. Incluidas las megadosis de vitamina C que en el mejor de los casos podría ayudar a, una vez que se sufre el resfriado, reducir algunos de sus síntomas, y además, con bastante probabilidad no de forma muy significativa y siempre dependiendo de una cierta variabilidad individual. Tienes una interesante publicación de la Cochrane  Library al respecto del papel de la vitamina C en la prevención y tratamiento del resfriado común en este enlace

Error: Se toman para contrarrestar los efectos nocivos del consumo de alcohol o del hábito tabáquico

Realidad: En los fumadores las recomendaciones de consumo de vitamina C son de 90mg frente a los 60mg de los no fumadores. Estos 30mg “de más” son fácilmente obtenibles de una alimentación adecuadamente diversificada y variada. Sin embargo, ha de quedar bien claro que tomar suplementos vitamínicos en ningún caso va a prevenir de los efectos nocivos para la salud derivados de ambos hábitos. De forma sencilla: aunque fumar implica una mayor necesidad de vitamina C, esto no quiere decir que tomar más de esta vaya a evitar contraer cáncer de pulmón. Y lo mismo en el caso del consumo de alcohol: tomar más vitaminas (o minerales) no va a proteger más el hígado.

Error: En el deporte son necesarios los suplementos porque se necesitan más vitaminas

Realidad: La primera necesidad aumentada que tienen los deportistas, con independencia de la modalidad deportiva es la energética. Gastan más energía y, por tanto, es preciso aportar más. Así si un deportista come más y lo hace de forma adecuada, resulta fácil de comprender que con esos alimentos “de más” se incorporen también más vitaminas. Ejemplo: Pongamos que las necesidades energéticas medias son de unas 2.500 kcal/día y supongamos que una dieta adecuada y equilibrada para esa persona le aporta un valor vitamínico general cifrado en “X”. Entonces, un deportista que supongamos necesita 5.000 kcal/día comerá el doble que el anterior y su alimentación contendrá un valor vitamínico general de “2X”, el doble. Has de saber que ninguno de los requerimientos medios de vitaminas o de minerales duplican sus recomendaciones en el adulto por ningún concepto. Es decir, una alimentación convenientemente planificada puede (y debería) aportar todas las necesidades de microelementos en el caso del deportista (contadas excepciones aparte)

Recuerda:

1. Los suplementos de vitaminas (y minerales) no deberían utilizarse nunca para compensar una mala elección de alimentos. Revisa tu alimentación y déjate de “tecnicismos”

2. No es buena idea que si no estás especializado en el tema hagas un autodiagnóstico de tus necesidades vitamínicas o posibles deficiencias basándote en lo que puedas leer en internet. Confía en los profesionales especializados.

3. No vas a obtener ni a producir más energía o a sentirte “más vital”  por tomar un suplemento.

4. El establecer vínculos entre cansancio, estrés, falta de rendimiento, etc, y la “necesidad” de suplementos suele ser propio de una estrategia de venta interesada y poco o nada realista. Establece una pauta dietética adecuada, haz ejercicio, descansa y tómate tu tiempo para relajarte.

5. Entra dentro de lo posible que puedas comer algún vegetal con menos vitamina C (por decir algo) que antaño. Pero afortunadamente será un caso aislado y como ya sabemos que comes de una adecuada y variada oferta de alimentos esto carece de la menor importancia en términos generales.

6. Los suplementos, por muchos que tomes, nunca compensan las agresiones que realices sobre tu salud con el alcohol o el tabaco, por poco que los uses.

7. Si eres una persona con riesgo aumentado en relación con la posibilidad de sufrir un déficit nutricional (edad avanzada, mujer embarazada, síndromes malabsotivos, con determinadas intolerancias o alergias, etc.) consulta con un profesional sanitario adecuado

8. Y si no es así, más valdría revisar tu cesta de la compra antes que tu botiquín.

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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Foto: veo_

¿Cuánta deficiencia hay de vitamina B12 entre los vegetarianos?

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El asunto del vegetarianismo, siempre ha sido relativamente controvertido tanto entre los que lo practican como entre los que no.

Dejando a un lado las diversas motivaciones que pueden llevar a cada uno a seguir este tipo de pauta dietética, que también son variadas y motivo de polémica, la cuestión de la adecuación nutricional suele terminar por ser el centro del debate. Incluso entre los propios vegetarianos ya sean de un tipo o de otro. Muy en resumen hay dos grandes grupos: los vegetarianos estrictos, también llamados veganos; y los ovo y lácteo vegetarianos, es decir los que solo comen vegetales y además lácteos y/o huevo.

En realidad, las dietas vegetarianas bien planificadas son seguras y adecuadas para una gran mayoría de la población. Sin embargo, hay una serie de nutrientes “clave” que siempre planean por encima de la cabeza de este colectivo cual si de espada de Damocles se tratara. A modo de síntesis, los nutrientes “calientes” y origen de debate con respecto al vegetarianismo por su posible deficiencia son, dentro de los minerales, el calcio, el hierro, y el cinc y, dentro de las vitaminas la B12 y la D.

Digan lo que digan, en realidad el nutriente verdaderamente limitante en este tipo de planteamientos es la vitamina B12 . La razón es que esta vitamina solo se encuentra en cantidades apreciables en los productos de origen animal. Del resto, aunque hay que asegurar su aporte, no hay un mayor riesgo de incurrir en una deficiencia siempre que se haga una adecuada planificación dietética.

Aun y todo, siempre ha habido debate acerca de cuánta deficiencia hay (prevalencia) en el colectivo de vegetarianos de esta vitamina. Con mucha frecuencia se ha sostenido que los veganos tienen un mayor riesgo de déficit frente a los vegetarianos que además incorporan lácteos y/o huevo. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Nutrition Reviews titulado como esta misma entrada How prevalent is vitamin B(12) deficiency among vegetarians? (¿Qué prevalencia hay de vitamina B12 entre los vegetarianos?) no deja nada claro que haya que ser más indulgente con la deficiencia de B12 en los vegetarianos no estrictos. Para ello se ha abordado esta cuestión realizando una revisión de la literatura a este respecto.

El principal hallazgo obtenido en este estudio fue que los vegetarianos, con independencia de su estilo de vegetarianismo, todos ellos, pueden presentar pérdidas o deficiencias de vitamina B12 independientemente de las características demográficas, de su lugar de residencia y de la edad.

En cuanto a los datos obtenidos de esta deficiencia en B12 por grupo de edad y población, se encontró que:

  • Entre los niños: entre el 25 y el 86% presentaban deficiencia.
  • Entre la población de adolescentes: entre el 21 y 41%
  • Entre las personas de edad avanzada: entre el 11 y el 90%
  • En la población de mujeres embarazadas: cerca del 62%
  • También es cierto que se encontraron mayores tasas de deficiencia entre los vegetarianos estrictos que entre los que consumían además huevo y/o lácteos.
  • Fueron mayores también las cifras de deficiencia entre aquellos que eran vegetarianos desde muy temprana edad, prácticamente desde el nacimiento, que entre aquellos que se hacían vegetarianos en edades más avanzadas.

El aspecto más interesante de este estudio a mi modo de ver es que las medidas preventivas deberían adoptarse por igual con independencia del tipo de vegetarianismo que se siga. Por tanto, recomiendan los autores de este estudio, los vegetarianos (todos) deberían tomar medidas preventivas para asegurar la ingesta adecuada de B12 incluyendo, si es el caso, el uso regular de suplementos que la contengan.

¿Pero es que el huevo y/o la leche no contienen suficiente vitamina B12 como para que quienes los consumen se olviden de su posible deficiencia?

Pues en principio parece que sí… siempre que esos vegetarianos tomen una suficiente cantidad, que no es desorbitada. Sin embargo, la realidad de este tipo de vegetarianos nos dice que con mucha frecuencia se comienza siendo vegetariano mixto (con leche y/o huevos) pero que en la trayectoria de estos vegetarianos mixtos cada vez se va prescindiendo más de estos productos. No es que se terminen por ignorar, haciéndose finalmente veganos (o sí) sino más bien que se terminan por incorporar en menor cantidad.

Así que ya sabes, si has decidido practicar el vegetarianismo controla las cantidades de esos nutrientes “clave” y, muy en especial, asegúrate de obtener regularmente una buena fuente de vitamina B12. Sin lugar a dudas yo le pediría opinión y consejo a un dietista-nutricionista.

Antes que se os disparen los dedos en los comentarios, no me quiero despedir sin citar las conclusiones de este reciente metaanálisis (Mortalidad por enfermedad cardiovascular e incidencia del cáncer entre los vegetarianos: Metaanálisis y revisión sistemática) que dicen textualmente:

Nuestros resultados apuntan hacia el hecho de que los vegetarianos tienen, frente a los no vegetarianos, una mortalidad significativamente menor (29% menos) por enfermedad isquémica del corazón y también una menor incidencia de cáncer en general (18% menos)

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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Foto: freddy

 

Entendiendo las declaraciones “alto contenido de” y “fuente de” en los alimentos

Vitamina C_Timothy ValentineCon bastante frecuencia los profesionales de la nutrición aludimos a la necesidad por parte de la población general de hacer una correcta interpretación del etiquetado nutricional. También a menudo esta interpretación es dificultosa en extremo porque precisa de un conocimiento extenso de una legislación bastante prolija en directivas, reglamentos y normativa en general.

Hoy me he propuesto tratar de que entiendas unas declaraciones bastante habituales en los alimentos y sobre las que no es fácil acertar con su verdadero significado. En concreto me refiero a las declaraciones “alto contenido de” y “fuente de”… lo que sea, aunque más en concreto estas declaraciones suelan aludir a las proteínas, la fibra y, por último las vitaminas y minerales.

Para ello utilizaré como principales fuentes bibliográficas:

Sobre la fibra

¿Cuándo puede un alimento declarar que es fuente de fibra?

Solamente podrá declararse que un alimento es fuente de fibra, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si el producto contiene como mínimo 3g. de fibra por 100g. o, como mínimo, 1,5g. de fibra por 100 kcal.

¿Cuándo puede un alimento declarar que tiene un alto contenido en fibra?

Solamente podrá declararse que un alimento posee un alto contenido de fibra, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si el producto contiene como mínimo 6g. de fibra por 100g. o 3g. de fibra por 100 kcal.

Sobre las proteínas

¿Cuándo puede un alimento declarar que es fuente de proteínas?

Solamente podrá declararse que un alimento es fuente de proteínas, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si las proteínas aportan como mínimo el 12 % del valor energético del alimento.

Esto, en la práctica, se puede comprobar multiplicando por 4 los gramos que nos dice el etiquetado que tiene de proteínas el alimento en 100g. (de esta forma se hallan las calorías aportadas por las proteínas) y comprobando si ese total de calorías es igual o superior al 12% de la cifra total de calorías por 100 gramos de alimento (también en el etiquetado).

¿Cuándo puede un alimento declarar que tiene un alto contenido en proteínas?

Alto contenido en proteínas_Leo Reynolds

Solamente podrá declararse que un alimento posee un alto contenido de proteínas, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si las proteínas aportan como mínimo el 20 % del valor energético del alimento.

Y la comprobación en este caso se ha de hacer igual que antes pero observando si las calorías obtenidas por las proteínas es igual o superior al 20% del total calórico del alimento en 100 gramos.

Sobre las vitaminas y minerales

¿Cuándo puede un alimento declarar que es fuente de una o varias vitaminas o minerales?

Solamente podrá declararse que un alimento es una fuente de vitaminas o minerales, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si el producto contiene como mínimo una cantidad significativa de vitaminas o minerales tal como se define en el anexo de la Directiva 90/496/CEE o una cantidad establecida por las excepciones concedidas […] sobre la adición de vitaminas, minerales y otras determinadas sustancias a los alimentos.

¿Y cómo se interpreta esto? En la práctica, quiere decir que se podrá declarar que un alimento o bebida es fuente de una o varias vitaminas o minerales cuando ese nutriente concreto esté presente al menos en una cantidad igual o superior al 15% de la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) suministrada de ese nutriente en 100g. o en 100 mL. o por envase (cuando este contenga una única porción). ¿Quieres saber cuáles son las CDR’s utilizadas para cada vitamina y nutriente? Las puedes encontrar en la página 12 de este documento pdf, que te lleva a la Directiva 90/496/CEE antes mencionada.

¿Cuándo puede un alimento declarar que tiene un alto contenido en una o varias vitaminas o minerales?

Solamente podrá declararse que un alimento posee un alto contenido de vitaminas o minerales, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si el producto contiene como mínimo dos veces el valor de la «fuente de [NOMBRE DE LAS VITAMINAS] o [NOMBRE DE LOS MINERALES]

Es decir, cuando la presencia de esa vitamina y/o mineral concreto sea de al menos el 30% de la CDR según el documento citado, o sea, también en 100g, 100mL o por envase cuando este contenga una única ración.

 

Una vez dicho esto, mi consejo es que tengas estas dos ideas bien presentes:

  • Si bien no es preciso evitar los alimentos con declaraciones nutricionales de este estilo, la mayor parte de los que las emplean son alimentos más o menos procesados y,
  • Al mismo tiempo, la mayor parte de los alimentos frescos no las emplean (frutas, verdura, legumbres, frutos secos, etc) y conste que podrían hacerlo.

Así que, lo de siempre, come comida y que no te ciegue tanta declaración y tanto boato en la promoción de alimentos. Como decía aquel, para comer mejor solo tienes que prescindir de aquellos alimentos que necesitan de la publicidad para que se vendan: ¿cuándo ha sido la última vez que has visto una publicidad de lentejas, manzanas, naranjas, arroz, lechuga, acelgas, brócoli, kiwis, merluza, rodaballo, judías verdes, setas, pistachos, berenjenas…?

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Foto 1: Timothy Valentine

Foto 2: Leo Reynolds

Principio de año ¡y yo sin mis suplementos!

VitaminasNo, no se me ha ido la olla, sigo siendo yo. El título de hoy, lo reconozco, es una licencia poco sutil para llamar tu atención.

Porque en verdad lo que vengo a contar hoy viene a colación de las frecuentes, ciclotímicas diría yo, ocasiones en las que se suele presentar la ocasión para recomendar con especial -y absurda- insistencia la necesidad de tomar suplementos vitamínico-minerales para… para… para lo que sea: que si ahora hace frío y los constipados, que si ahora hago dieta y por “si me falta algo”, que si estoy de exámenes y necesito más, que madre mía que sobrecarga de entrenamiento, etcétera. Si quieres ahorrarte la entrada te hago un resumen antes de meterme en materia: los suplementos vitamínicos-minerales no son necesarios, salvo, en contadísimas ocasiones y que desde luego no dependen de que hagas dieta, estés de exámenes o haga frío. Vamos allá.

Desde la Harvard School of Public Health lo dejan  bastante claro: En el mejor de los casos, y en la mayor parte de las ocasiones, la incorporación de este tipo de suplementos solo te producirán un menoscabo (mayor o menor) en tu economía, y en el peor, incluso puede perjudicar tu salud.

Malgastar dinero

¿Qué ocurre, qué no sabes si tu alimentación te aporta las recomendaciones diarias de vitaminas o minerales? Bueno, no es mayor problema, tienes dos soluciones posibles: Puedes ponerte en manos de un dietista-nutricionista que evalúe tu estilo de alimentación o, más sencillo todavía, confiar en llevar un patrón de alimentación, llamémosle “mediterránea” (con todos los riesgos que ello conlleva), es decir, que incorpore una adecuada variedad de frutas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales integrales, frutos secos, lácteos desnatados, pescado y carnes magras. Así, cuando tengas que elegir qué comer céntrate en todos aquellos alimentos que tengan una elevada concentración de nutrientes, que contengan muchas vitaminas y minerales y pocas calorías.

Aunque no lo creas yo soy más de esta segunda opción, que es la de fijarse en los trazos gruesos que caracterizan tu alimentación y no preocuparse tanto por los detalles, por ejemplo de si tu dieta aportará la suficiente cantidad de selenio o de vitamina K. Si haces las cosas bien, es poco probable que tengas que preocuparte por detalles como estos.

Entonces, ¿una alimentación correcta es suficiente para garantizar el aporte de todas las vitaminas y minerales? No lo dudes, incluso cuando se sigue una alimentación relativamente hipocalórica con el fin de adelgazar, siempre y cuando esté bien planificada y/o no coincida un problema patológico concreto y particular, claro.

¿Y si hago mucho deporte? Pues igual. Si haces mucho deporte la primera necesidad aumentada que tienes es la energía, es decir, gastas más y por lo tanto necesitas ingresar más. Supongamos que necesitas el doble de calorías que un varón medio que necesita 2.500 kcal/día. Si como hemos dicho con una dieta equilibrada se llega muy fácil a cubrir los requerimientos de vitaminas y minerales, al necesitar ingresar 5.000 kcal/día, si comes de lo mismo pero el doble, llegarás a cubrir tus necesidades energéticas y también habrás doblado los aportes de micronutrientes. Así de sencillo. Y para que lo tengas presente, de ningún micronutriente se doblan sus requerimientos por el hecho de hacer deporte. Así que estate tranquilo, que si haces una actividad física requirente y comes bien, las vitaminas y minerales que necesitas vendrán cogiditas de la mano en los alimentos que incorporas… sin necesidad de multivitamínicos y demás historias. Aunque la publicidad (recuerda, la publicidad) te diga lo contrario.

Vitamina CYa, puedes pensar, pero como con esto de las vitaminas y minerales se trata de cosas “buenas”… si como más, será mejor ¿no? Pues no. El tema de que cuanto más no es mejor ya lo abordé en esta entrada (Cuando más no es mejor: El agua, la L-carnitina y El Quijote como ejemplo) que te sugiero repases ya que viene muy al pelo de este post. Pongamos por ejemplo el tema –recurrente como pocos- de la vitamina C. Esta vitamina se popularizó a mediados de la década de los años 70 del S.XX como efectiva en la prevención y tratamiento del resfriado. Sin embargo, a pesar de que este supuesto beneficio está completamente desmentido por la ciencia (puedes consultar este metanálisis al respecto: Vitamin C for preventing and treating the common cold) se siguen recomendando megadósis de esta vitamina con este fin (o con otros) sin tomar en consideración que estas dosis masivas pueden ser contraproducentes como pone de relieve este otro estudio (Vitamin C supplements and the risk of age-related cataract: a population-based prospective cohort study in women).

Sea todo esto dicho a modo de ejemplo, ya que no olvidemos que la casi totalidad de vitaminas y minerales tienen sus dosis máximas recomendadas que, una vez superadas, tienen efectos negativos… y ya que estamos, si tomas un suplemento (de lo que sea) sabes qué estás tomando porque lo pone en la caja, pero ¿sabes qué cantidad ingresas además de estos micronutrienetes con tu dieta? lo más seguro es que no. Por tanto ¿Te has parado a pensar que es bastante probable que con el suplemento en cuestión más tu alimentación estés superando el límite máximo de alguno de estos elementos?

Pues eso, tranquilidad y buenos alimentos.

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Foto 1: shannonkringen

Foto 2: Images_of_Money

Foto 3: NotoriousJEN

¿Este año no hay síndrome postvacacional? Por si acaso hay energía “natural”

No me malinterpreten, no es que eche de menos la fiebre del «síndrome postvacacional», más bien al contrario. Cuando nos lo han metido por las orejas año tras año, me rechinaban los dientes viendo algunos de los despropósitos que se pueden llegar a decir para paliar este síndrome: que si es mejor comer esto y lo otro, que merece la pena tomar un determinado suplemento de chorradinas vitaminas con minerales, etc. No me extrañaría que con la que está cayendo es probable que la conmoción sea más habitual en el momento que uno se va de vacaciones y se pregunte si su puesto estará ahí, esperándole, a la vuelta; más que todo lo contrario. En fin.

No sé si coincidirán conmigo pero este año se le ha dado mucha menos caña al tema posvacacional, o yo al menos no lo he percibido tanto. Supongo que todo ello habrá sido a pesar de todos esos laboratorios que, preocupados sin desánimo en nuestra salud, nos suelen poner al alcance de la mano todo tipo de soluciones a base de comple y suplementos.

La verdad es que no me había dado cuenta del tema hasta que esta semana llegó a mi correo uno de esos mensajes a los que una vez te suscribes, sin saber muy bien dónde te metes. El correo en este caso era de una conocida empresa de complementos y suplementos (muy naturales) y me recordaba la existencia del mencionado síndrome. Y qué mejor que ayudar a pasarlo con “energía natural”. Caramba.

 

La pregunta obvia que vino a mi mente fue, ¿y que demonios será “energía natural”? En mis tiempos de universidad me hablaron de energía potencial, cinética, nuclear, química (esta la descarté inmediatamente de la lista de candidatas para ser “naturales”), térmica, eléctrica, radiante, etc. pero jamás “natural”. Luego sabes que algunas son más “peligrosas” que otras, más o menos contaminantes… ¿pero “natural”? Así qué, espoleado por la curiosidad, no pude por menos que pinchar en el enlace para ver a qué se refería, en vez de mandar directamente el correo a la papelera (donde más tarde terminó, eso sí).

Bien, la empresa en cuestión propone hacer frente al síndrome postvacacional con energía “natural” a base de consumir un producto ad-hoc (por cierto he de decir, no es broma, que mi ordenador se bloquea motu proprio cuando trata de abrir determinadas páginas… y una era esta):

La gama de [XXXXXXXX] te carga de energía y vitalidad y te ayuda a vencer el síndrome postvacacional…

Es el primer suplemento energético 100%  NATURAL que potencia la vitalidad del organismo en estados de requerimiento físico e intelectual.

reza textualmente su publicidad.

Y bien ¿qué elementos adornan a este producto para lograr este prodigio?

Bueno pues depende de la variedad por la que se decanten. Está la fórmula Classic, la Junior, la Plus y la Sport (ya saben dicho todo en inglés parece que suena como más serio), todas con su matiz particular. Suponiendo que tengamos un síndrome descomunal, yo me decantaría por usar la versión Plus que es de sabor mandarina para más señas. Por cierto, ¿no resulta extraño, incluso chocante que entre tanta “naturalidad” este producto no tenga nada de mandarina entre sus ingredientes, (y ya que estamos ni de fresa que es el sabor del Junior; ni de frutas del bosque, sabor del Classic; ni de plátano, sabor del Sport)

En la página web de la versión Plus se informa que tiene Ginseng, fosfato bicálcico, metionina, pantotenato cálcico, glucosa, fructosa y jalea real fresca (fresca sí, a mí también me ha llamado la atención).

Veamos ahora qué dice la EFSA a cerca de los posibles beneficios sobre la salud de estos ingredientes en su documento REGLAMENTO (UE) Nº 432/2012 por el que se establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos distintas de las relativas a la reducción del riesgo de enfermedad y al desarrollo y la salud de los niños, del que ya hablé en esta entrada

  • Ginseng: No aparece mencionado.
  • Fosfato bicálcico: No aparece, pero también es cierto que esta sal es una forma de vehiculizar el calcio, mineral que sí tiene declaraciones atribuidas y más en concreto relativas a su contribución en el metabolismo energético, al normal funcionamiento de los músculos y de la neurotransmisión (entre otras que vienen menos al caso). Pero seamos sensatos, un único vaso de leche, un yogur, un puñado de almendras aportan, de largo, más calcio que un chute de este producto y probablemente en una forma mucho más biodisponible.
  • Metionina: No aparece. Se trata en este caso de un aminoácido esencial azufrado que puede obtenerse con facilidad en una normal y diversificada alimentación.
  • Pantotenato cálcico: No aparece, pero al igual que con el calcio se trata de una forma de vehiculizar frecuente el ácido pantoténico o vitamina B5. Esta vitamina sí que tiene declaraciones atribuibles en el mencionado documento, en concreto a la hora de contribuir al metabolismo energético normal, ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga y contribuye al rendimiento intelectual normal (y otras). Pero ¿saben de dónde le viene el nombre a esta vitamina? Del griego “pantos” que significa en todas partes. Es decir, es una vitamina que está en mayor o menor medida presente en todos los alimentos y su deficiencia es prácticamente desconocida y en cualquier caso ligada a la desnutrición (situación que no creo que sea el caso de aquel sujeto aquejado de síndrome postvacacional)
  • Jalea Real: No aparece.

En resumen:

Si tienen o creen tener síndrome postvacacional les voy a dar un consejo mejor que la toma de suplementos de vitaminas y demás: coraje… y buenos alimentos. Les saldrá más a cuenta, se ahorrarán un pastizal y espero que después de leer esta entrada, además, ganen en tranquilidad espiritual.

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Foto 1: red.entropy