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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Es la obesidad una enfermedad?

Enfermedad vs saludLa consideración o no de la obesidad como enfermedad ha generado no pocos y acalorados debates entre la comunidad científica. No olvidemos que de su distinta consideración derivarán importantes consecuencias económicas. La razón es sencilla, si desde un punto de vista oficial la obesidad se observa como una enfermedad el coste de su tratamiento (farmacológico, educación nutricional y cirugía en los casos que correspondan) tendrá muchas más posibilidades de estar subvencionado por la sanidad pública.

Como digo, no es un debate nuevo. El último pico sobre esta polémica lo pudimos observar hace unos meses, cuando a mediados de junio pasado la Asociación Médica Norteamericana reconoció de forma oficial a la obesidad como una enfermedad. De este modo y en principio, ahora los médicos de aquel país deberían prestar más atención a aquellos pacientes en esta situación. Las razones para hacerlo así las puedes encontrar en este enlace.

Este no es el único precedente en este sentido. Sin ir más lejos, la Codificación Internacional de Enfermedades (ICD-10-PCS International Classification of Diseases 10th Revision Procedure Classification System) recoge de forma jerárquica todas las enfermedades ordenadas por grupos o familias. En este sistema internacionalmente aceptado por la mayor parte de instituciones médico-sanitarias se incluye la obesidad como enfermedad, y está enmarcada en el bloque destinado a “Obesidad y otros trastornos de la hiperalimentación”. Más en concreto, este bloque, engloba los códigos de trastornos comprendidos entre el E-66 y el E-68, siendo:

  • E-66.0 el que hace referencia a la “obesidad causada por un exceso de calorías”,
  • E-66.2 para la “obesidad extrema con hipoventilación alveolar” (Síndrome de Pickwick) y,
  • E-66.8 para la “obesidad mórbida”.

¿Está enferma una persona que se ha ahogado?

Pero como digo esta consideración no es compartida por todo el mundo. Por ejemplo una voz bastante autorizada, la del el Dr. David Katz, director del Centro Universitario de Prevención e Investigación de la Universidad de Yale sostiene que la obesidad es la respuesta fisiológica y por lo tanto, normal y esperable, a un exceso alimentario facilitado por un entorno de superabundancia y de extremada presencia de elementos que imposibilitan cualquier actividad física importante. Es decir, el Dr. David Katz afirma, en resumen, que la obesidad es una consecuencia previsible al comer mucho y gastar poco, y que eso no es una enfermedad. Pero esta situación no quiere decir que, por tanto, las personas con obesidad o “kilos de más” no requieran atención médica. A fin de cuentas, ilustra este médico norteamericano, sería como enfrentarse a una persona ahogada. En este caso, sus síntomas (suspensión de la función cardiorespiratoria, pérdida de consciencia, ausencia de reflejos, etcétera) son perfectamente previsibles en el caso de una persona que haya permanecido demasiado tiempo debajo del agua, es decir que se haya ahogado. Pero, según él, hay un abismo entre que esta persona requiera de atención médica para tratar de revertir su situación y el terminar por catalogar el estado de ahogamiento como una enfermedad. Y esta circunstancia es la que él equipara a la obesidad; que a fin de cuentas también se trataría de un trastorno debido a la permanencia en un entorno perjudicial durante más tiempo del recomendable. Así pues, el Dr. Katz votaría que no se debería catalogar a la obesidad como una enfermedad. Puedes leer sus razones en su propio blog.

Otros especialistas también recuerdan el riesgo que se corre al asumir la obesidad como una enfermedad. El riesgo esta vez estaría relacionado con el propio tratamiento. Así, las personas diagnosticadas podrían usar la excusa de seguir manteniendo las mismas conductas inadecuadas que facilitaron su situación argumentando que son personas “enfermas” y que son cuestiones que no están bajo su control.

Enfermedad o no la obesidad precisa de un tratamiento. Si es preventivo, mejor

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Y ahora me toca a mí darte mi opinión, y lo cierto es que no lo sé. No lo tengo tan claro. Desde luego no será porque no he pensado al respecto, pero no me resulta sencillo posicionarme en un sentido o en otro de forma tan categórica.

Creo que uno de los más grandes errores por gran parte de la población (y no me refiero precisamente a las personas y entidades mencionadas hasta ahora) consista en hacer un planteamiento demasiado reduccionista de las causas de la obesidad hasta dejarlo en una cuestión simple. Opino que se frivoliza demasiado con estos temas. Y si de algo estoy convencido es que las causas de la obesidad son de todo menos simples. Verdaderamente queda muy bien eso de decir, que hay que comer menos y gastar más, pero lo cierto es que la verdadera solución se escapa en un planteamiento tan simplista. En especial cuando las circunstancias y los elementos propiciadores y desencadenantes de la obesidad pueden ser tan distintos como lo son entre una y otra persona. Además de los aspectos meramente volitivos (comer menos y moverse más) hay cuestiones fisiológicas, genéticas, psicológicas que condicionan de forma significativa el modo y manera con los que una persona puede, o no, adoptar esta “solución”. Al mismo tiempo, el entorno, tal y como ahora vivimos, con sus constantes estímulos y tentaciones dificultan sobremanera el poder alcanzar una solución tan simplificada de la cuestión. Si la solución fuese tan fácil se podría aplicar este procedimiento, por ejemplo, al problema de las drogadicciones: ¿qué tu problema viene de que te metes?… vale, pues no te metas y arreglado. Parece sencillo, pero como se ve, no lo es.

Así pues, más allá de cuestiones semánticas, opino que conociendo las escalofriantes cifras de sobrepeso y obesidad en nuestro entorno; sabiendo las muy frecuentes enfermedades (ahora sí) que lleva asociada esta situación y siendo conscientes de los perjudiciales efectos que tiene en la calidad y esperanza de vida, creo que la obesidad merece un tratamiento. Y si ese tratamiento es preventivo, 1000 veces mejor que si es curativo o paliativo. De hecho, entre el escaso éxito que tienen las distintas campañas para tratar la obesidad, aquellas que han puesto de manifiesto mejores resultados son las que se han centrado más en su prevención que en su tratamiento como tal.

Nota: Mi agradecimiento y complicidad a «centinel«, un contacto tuitero (@centinel5051) sobre este tema.

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Imagen: Stuart Miles y cbenjasuwan vía freedigitalphotos.net