Su nombre evoca sensaciones etéreas, acuosas. A licor. La actriz brasileña Morena Baccarin, nacida en Rio de Janeiro hace 36 años y afincada en Estados Unidos, nunca ha sido una estrella. Aunque 217.000 seguidores en Twitter no están nada mal.
La entretenida adaptación a la gran pantalla del gamberro Deadpoolha dado un paso más allá. Recordemos que la trilogía de Spiderman dirigida por Sam Raimi , por ejemplo, (re)descubrió que el enorme potencial en taquilla no estaba reñido con la calidad; la trilogia de Batman de Christopher Nolan convirtió al superhéroe en alguien más oscuro, con una narrativa más cercana al cine policíaco que a la fantasía; o Los vengadores demostró que, al fin, el reunir a varios superhéroes podía ser todo un festín.
Deadpool tal vez no invente nada, o que sea menos transgresora de lo que desearía ser, pero ha añadido nuevos elementos: más sangre y gore, más palabrotas y más sexo. Y la jugada le ha salido perfecta. En España ha logrado 1,1 millones de euros solo en el primer día de su estreno, el viernes 19 de febrero (mejora los datos obtenidos este año por El renacido). En Estados Unidos ha roto las previsiones más optimistas, y en menos de dos semanas va a superar los 250 millones de dólares (por hacer comparaciones, en pocos días va a recaudar allí más de lo que ingresaron títulos taquilleros como El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos, Capitán América: El soldado de invierno o La Lego película a lo largo de toda su trayectoria comercial en cines).
Pero, ¿debería permitirse que los niños vieran Deadpool?
Deadpool, el superhéroe más descarado y gamberro de Marvel, no ha pasado el control de la censura china. O mejor dicho, la película que está prevista que se estrene este mes de febrero. Textualmente, y según recoge The Hollywood Reporter, la razón es el elevado contenido de «violencia, desnudos y lenguaje gráfico (soez)».
Allí no existe la clasificación por edades de una película. Se utiliza el «todos por igual», de manera que es la Administración Estatal de Prensa, Publicaciones, Radio, Cine y Televisión (SAPPRFT) la que determina cual es el contenido que los espectadores pueden ver. Las productoras norteamericanas cuando tienen una película con escenas de las «fuertes» normalmente lo que hacen antes es negociar con los mandamases de dicha administración. En otras palabras, saber cuáles son las escenas que deberán cortar.
Paul Feig es el director de comedias norteamericanas de moda. Su fichaje para llevar a cabo la difícil misión de realizar con éxito ese inesperado reinicio de la saga de los Cazafantasmas, pero con personajes femeninos, le ha situado en primera línea de los focos de atención.
Formado en la televisión, los méritos de su currículum han sido dos comedias que superaron, en mucho, las previsiones recaudatorias en taquilla, al menos en Estados Unidos: Cuerpos especiales (The Heat, 2013) y sobre todo La boda de mi mejor amiga (Bridesmaids, 2011), aunque la primera pasó con más pena que gloria por nuestros cines.
Como nexo de unión, de todas, desde las dos anteriores a la nueva Cazafantasmas o esta Espías (Spy), una actriz que es un auténtico terremoto cómico (aunque tampoco no sea, al menos aún, demasiado popular entre nosotros): Melissa McCarthy. Ella y Paul Feig sacudiendo la comedia estadounidense con el favor de crítica y público.
