( ©HBO )
Puede ser la serie de la temporada o, mejor dicho, de las próximas temporadas. Las expectativas están muy altas. Quizá demasiado. Westworld se presenta como una irresistible combinación de ciencia-ficción, drama, misterio, western y un sinfín de enigmas en torno las relaciones entre el ser humano y la inteligencia artificial. Nada innovador a primera vista, nada que aparentemente no haya tratado Battlestar Galactica, Blade Runner, Ex_machina o numerosos relatos antes, pero lo hace con el particular sello de HBO, plagado de tramas y personajes que prometen enganchar al público, de violencia y sexo. Más de uno ha asegurado que será la nueva Juego de tronos.
Está basada en la película escrita y dirigida por el novelista Michael Crichton en 1973, y titulada aquí Almas de metal. Nos trasladaba a un innovador parque temático futurista para adultos. El visitante, previo pago de una generosa suma de dinero, podía elegir entre tres mundos, el medieval, la Antigua Roma o el lejano Oeste en el que vivir una aventura hecha a su medida. Ser el héroe o el villano interactuando a su antojo con los androides, convenientemente caracterizados, del lugar. Era también el sitio adecuado para dar rienda suelta a los instintos más primarios, sin ser juzgado ni criminalizado. Acostarse con quien se deseara o matar con total impunidad. Todo era solo una ficción… hasta que los robots empezaban a tomar consciencia de sí mismos como entitad y a rebelarse. Yul Brynner encarnó al pistolero protagonista, un androide implacable y de mirada fría, inmutable y asesina, antecedente del famoso Terminator.
