Archivo de la categoría ‘Crítica’

Sitges 2014: La cara más divertida del terror, ‘The Voices’ y ‘Dead Snow 2’

Annabelle SitgesMientras lo terrorífico, en sus distintas vertientes, onírica, fantástica o cotidiana, prosigue sacudiendo las plateas de Sitges, afuera en la realidad de la que no podemos escapar lo que de verdad inquieta son las preocupantes noticias sobre el ébola que nos van llegando.

En fin. Pasado el ecuador del festival, nos llega la buena noticia de que la australiana The Babadook ha conseguido distribución en España (la ha comprado eOne Films) y seguramente se estrenará en enero. Peores son para producciones catalanas como La distancia de Sergio Caballero, que algunos califican ya como seguramente «la película más aburrida del festival» (¡ojo! tampoco significa que sea mala), o L’altra frontera, dirigida por André Cruz Shiraiwa y protagonizada por Ariadna Gil, sobre el drama de las trágicas consecuencias que las guerras provocan entre los más inocentes y desvalidos, también a los reality shows y a las audiencias.

Si en el primer post les comentaba que la prensa acreditada para lograr según que tickets, sobre todo los de los pases de las sesiones de tarde o noche, debíamos estar a punto a las 7:00 para obtenerlo mediante la web del festival, y que exactamente «a las 7:00 y medio segundo» las más codiciadas ya estaban agotadas, sólo decirles que para L’altra frontera, al cabo de 13 horas (hacia las 20:00), aún quedaban entradas libres. Tal vez un festival como Sitges, repleta de secciones y propuestas, no era el escenario idóneo para ellas. También Asmodexia, de Marc Carreté, tuvo un única proyección en el certamen y podría pasar bastante desapercibida.

En cuanto a la jornada de este miércoles, la gran estrella del festival fue sin duda Annabelle, no tanto la película en sí (¿cuando tardarán en hacer un crossover entre Chucky y Annabelle?), que se estrena este viernes, sino la misma muñeca que podía verse físicamente expuesta en el hall del hotel Melià el día antes, martes, o al día siguiente paseándose por distintos parajes de la localidad.

Y para aligerar el peso de todo ello, el ébola, las malas noticias… un par de películas que nos trasladan a horrores inimaginables pero desde la vertiente del humor. La perspectiva de una mente perturbada, por un lado, o la masacre zombi por el otro.

( Foto: Web del Festival de Sitges )

 

‘Dead Snow 2: Red vs. Dead (Zombis nazis 2)’

Dead Snow 2Después de su poco afortunada incursión en Hollywood con la espídica Hansel y Gretel: Cazadores de brujas, el noruego Tommy Wirkola vuelve a recuperar sus éxitos de antaño, que de hecho sólo fue uno, el de Zombis nazis (Dead Snow), con una segunda parte igual de desmadrada o más. El único superviviente de la anterior desventura, Martin (Vegar Hoel), casi siempre con el rostro ensangrentado y en un personaje inspirado en Ash de Posesión infernal, deberá frenar la misión del letal batallón de muertos vivientes comandados por el coronel Herzog, evitando que masacre a toda la población de la zona.

Con brillantes ideas (como la del brazo de Herzog insertado en el protagonista), abundantes referencias al universo friki y gags hilarantes (un hombre defendiéndose de los hachazos de un zombi cubriéndose ¡con un periódico!, o el zombi manso y bueno al que sólo le ocurren desgracias), mantiene un buen pulso narrativo y es un auténtico festín para los amantes al género zombi. También es políticamente incorrecta. Muy, muy incorrecta. No deja literalmente títere con cabeza sean ancianos desvalidos, niños, madres con carritos de bebé o discapacitados. También constata definitivamente que Wirkola está loco de atar.

Algo de sexo

Algo de tensión Mucha violencia Mucho gore

 

 

 

‘The Voices’

The Voices 2¡Me ha encantado! El cuarto largometraje de la directora, guionista y dibujante de cómics iraní Marjane Satrapi (y la primera en Estados Unidos) me ha cautivado, incluso más que en su aclamada Persépolis, la película de animación que la dio a conocer internacionalmente. Nos introduce en el mundo de un esquizofrénico, Jerry (Ryan Reynolds), de forma nunca vista o al menos tan lograda desde esta perspectiva. La mente de un desequilibrado mental que cuando deja de tomar la medicación psiquiátrica recetada habla con sus mascotas, un perro y un gato; o la sucia, gris, oscura y maloliente vivienda en la que habita se transforma en un lugar de lo más acogedor y colorido.

La comedia avanza en tono de comedia romántica festiva para ir dando giros imprevisibles. En una empresa y una población idílica, Jerry se irá sintiendo atraído por 2 compañeras de trabajo, una morena y la otra rubia: unas Gemma Arterton y Anna Kendrick que nunca caen en el estereotipo fácil o la caricatura (también está la veterana actriz australiana Jacki Weaver, excelente en las pocas escenas en las que aparece). Un amor puro y casi ingenuo que, sorprendentemente, nos hará adentrar en un terreno cada vez más escabroso. Marjane Satrapi tiene su propio universo y personalidad, y este es un filme 100 % Satrapi: se atreve, pese a tratarse de un relato muy, muy triste, rellenarlo de humor, poesía, colores vivos, diálogos y situaciones chispeantes, rematándolo con unos títulos de crédito fantásticos al ritmo alegre de una «Happy song». Y entre medio, ese aparentemente inofensivo Jerry caracterizado por un extraordinario Ryan Reynolds cuyo parecido con el Norman Bates de Psicosis es más que razonable. ¡Chapeau!

Algo de violenciaAlgo de gore

 

 

 

 

 

Sitges 2014: Cuando el horror está en el propio hogar

Goodnight MommyEn la «agotadora» cobertura de un festival de cine siempre se hace recomendable tomarse un día entremedio más relajado. Ver menos películas, más descanso, poner ideas en orden, procurar separar los argumentos de unas películas y otras… el día que acostumbro a elegir yo es el martes. Tomar fuerzas para seguir con los próximos días y su igualmente intensa recta final. O prepararse, en esta edición, para seguir de cerca a Antonio Banderas este jueves, que se convertirá en el principal foco de atención mediático de todo este certamen.

El cansancio, y la exagerada cantidad de largometrajes que se proyectan en estos 9 días (más de 200) no crean que sólo afecta a las personas. El domingo en el único pase (incomprensiblemente) de Magical Girl, de Carlos Vermut, la ganadora de la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián, una «avería técnica» provocó un inprevisto intermedio de 20 minutos. En uno de los pases de otro de los títulos esperados, el de Maps to the Stars de Cronenberg, me cuentan que también hubo unos minutos con el cine del Auditori completamente a oscuras, y además en medio de una escena subidita de tono.

Por mi parte, en un día sobre todo de remanso y paz, no en la gran pantalla de los cines de Sitges, he decidido escoger de entre las 2 películas para comentarles una que es bastante correcta y una segunda que suena como favorita a llevarse alguno de los premios importantes del certamen. Y ambas con el nexo de unión de que sus protagonistas han vivido o están viviendo situaciones familiares de lo más traumáticas.

( Foto: Goodnight Mommy )

 

‘Oculus’

OculusUna joven pelirroja con larga coleta y de buen ver (Karen Gillan, la Amy Pond de Doctor Who), con la ayuda de su no menos guapo hermano menor (Brenton Thwaites) que se ha pasado los últimos 11 encerrado en un hospital psiquiátrico por matar a su padre, reclama venganza contra aquellos que destruyeron su familia. El problema está en que «aquellos», o mejor dicho «aquello», es una fuerza sobrenatural que reside tras un antiguo espejo embrujado. Así que, nada fácil lo tienen.

Alternando los dos tiempos, ese pasado siniestro en el que cayeron en desgracia, y el presente; el norteamericano Mike Flanagan, curtido en la dirección de decenas de episodios de series televisivas, y con la influencia maligna que acecha a los personajes maneja bastante bien sus bazas de ir transformando a los personajes en psicóticos en potencia y confundiéndonos, a espectadores y a los protagonistas, con lo que puede ser real o no. La idea del espejo maldito da de sí, pero la sensación es que el argumento, basado en un corto del propio Flanagan, no da para tanto metraje. Y por suerte aún, pese a que se incluyen escenas tipo found footage (metraje encontrado), el director rechazó, como deseaban inicialmente los productores, hacer toda la película en este formato tan en boga.

Echando un vistazo por Boxofficemojo.com compruebo que sólo costó 5 millones de dólares, y ya lleva recaudados más de 44 en todo el mundo. De modo que con un poco de suerte igual se estrena entre nosotros, y con algo más de suerte quizá también nos ahorran las posibles secuelas.

Algo de violencia

Algo de gore

Mucha tensión

Algo de terror

 

 

 

 

‘Goodnight Mommy’

Goodnight MommyUna de las películas que más ha gustado y más está destacando en el Festival. Otra historia, o cuento, perverso que se arranca cuando dos hermanos gemelos, Elias y Lukas (y que para aumentar las dosis de morbo, también se corresponden con los nombres de sus jóvenes protagonistas en la vida real), empiezan a sospechar que su madre (Susanne Wuest), que acaba de realizarse una operación de cirugía estética, no es en realidad ella, quizá una impostora que la ha suplantado vaya a saber con qué ocultas intenciones. El problema se complica si tenemos en cuenta que los dos muchachos tampoco parecen estar del todo finos.

Esta producción austríaca, dirigida a dúo por Severin Fiala y Veronika Franz, nos introduce en el interior de la mansión de una familia burguesa muy bien acomodada, al menos en el plano material y económico, con la ausencia de la figura paterna y mediante una puesta en escena tan medida y elegante como inquietante. Fría e implacable, da lugar a una media hora final que provocó algunas de las reacciones de angustia y asco más sinceras de lo que llevamos de festival, de éste y seguramente de ediciones anteriores (se dice que en su pase en Venecia también más de un espectador tuvo que abandonar la sala). Retorcida y de gran intensidad psicológica, sin lugar a dudas los directores de esta «criatura fílmica» son como una versión explícita de Michael Haneke. Tampoco sería ningún disparate que los jóvenes Elias y Lukas se llevaran el premio a la mejor interpretación.

Algo de desnudos

Algo de violencia

Mucho gore

Mucha tensión

 

 

 

 

Sitges 2014: asesinos natos y asesinos prefabricados

Sitges 2No es el desfile de celebrities de San Sebastián, o Cannes, pero en el primer fin de semana del Festival de Sitges se acostumbran a reunir el mayor grueso de invitados ilustres. El viernes se inauguró con Rec4: Apocalipsis, de la que ya les hablaré más ampliamente cuando se estrene a finales de este mes, y que se presenta al menos por parte de su principal equipo técnico y artístico como el cierre definitivo a la saga de terror más rentable que ha dado el cine español.

Las valoraciones en general la sitúan como una película más bien floja. Yo mismo hice una encuesta científica y, entre los 7 preguntados, a 6 les pareció tirando a endeble, con personajes y soluciones de guión poco aceptables, menos al séptimo que aún se lo estaba pensando porque lo que le preocuba era saber porque Manuela Velasco no tenía alguna escena enseñando algo más de carne. Pero el director Jaume Balagueró, por momentos con el piloto automático puesto, y con escenas de acción en la que no sabes muy bien que está ocurriendo, demuestra su buen oficio; y al fin y al cabo es la clausura de una saga que se ha convertido en mítica para muchos.

Era el primer día y empezó con retraso, la proyección de la mañana, la rueda de prensa, las entrevistas… pero tenía ganas de entrevistar a Jaume y Manuela. Empezé con Jaume Balagueró y lo primero que le dije es «Jaume, no tengo ninguna pregunta original que hacerte». Normalmente en las ruedas de prensa y entrevistas personales, la prensa somos así, las preguntas a las que deben de responder siempre son las mismas. Con Manuela Velasco me supo mal. Eran las 17:30 y aún no había comido. Me senté en una pequeña mesa del jardín del Hotel Meliá preparado con servilletas y cubiertos, y la entrevisté mientras ella ya tenía delante un plato de pan con tomate y jamón serrano. Lo mejor fue, pese a todo, verla como siempre con una sonrisa y sin reparos iba atendiendo también a las peticiones de foto o autógrafos de los fans.

La otra producción destacada del fin de semana era Musarañas, con labores en la producción de Álex de la Iglesia. Y diría, aseguraría, que fue una de las grandes sorpresas del festival. Quizá nadie esperaba demasiado, pero la obra de los debutantes en el largometraje Esteban Roel y Juanfer Andrés, es una notable comedia negra que, de paso, recuerda al mejor Álex de la Iglesia, el de La comunidad; y las interpretaciones, sobre todo de una Macarena Gómez maravillosa, reclaman desde ya mismo su buena ración de nominaciones en la próxima edición de los Goya.

Y sí, Hugo Silva en persona es tan o más guapo de lo que aparece en pantalla, y Nadia de Santiago un encanto. Ambos también forman parte esencial de este sorpresón que tiene previsto estrenarse el 25 de diciembre.

La pena es que otro de los invitados estrella del fin de semana, el director Roland Emmerich, no concediera entrevistas a los medios (sólo las 3 lógicas para los medios colaboradores del festival). Por la noche del sábado, en la presentación de Musarañas, también se homenajeó a otra actriz memorable, en teatro, cine y televisión, una de las actrices símbolo del género en los setenta: María Kosty (aún en activo). Se le hizo entrega del Gran Premio Honorífico. No pude estar. Musarañas ya la había visto en el pase de prensa abierto al público de la mañana, pero me cuentan que estuvo inmensa en su speech de agradecimiento. Una veterana con muchas tablas. Se ganó al público del Auditorio en un santiamén.

Y bien, les dejo con un par de pelís que no tienen nada que ver con todo esto, pero de las que han ido sobresaliendo en la amplia selección de largometrajes de Sitges. Dos películas de estilo, cinematografía y argumento muy distintos sobre asesinos vocacionales, armas de matar sin piedad.

( Foto: Web del Festival de Sitges )

 

‘The Guest’

The GuestSi hubiera un premio en Sitges al mejor macho man o sex symbol se lo llevaría de calle Dan Stevens. Absolutamente magnético y seductor, en un registro de duro y una mirada intensísima (riansen del icono creado por Ryan Gosling en Drive). Vamos, que muy alejado del personaje del buenazo del abogado Matthew Crawley que nos tiene acostumbrados en la serie Downton Abbey. Algunos de sus diálogos y escenas (una de ella apareciendo de entre el humo de una vaporosa habitación sin camisa) fueron de las más aplaudidas por el público. Carisma al 100%.

En The Guest, dirigida por Adam Wingard, el firmante de la horroríficamente divertida Tú eres el siguiente, interpreta a David, un exsoldado de la guerra de Afganistan que un buen día, y sin avisar, se presenta en casa de una familia que aún llora la pérdida de su hijo mayor en combate. David dice ser un gran amigo del muchacho fallecido y pronto va ganándose, con su simpatía y agradables maneras, la confianza de los padres y la admiración del hijo menor, excepto de la hermana (Mayka Monroe), que empieza a dudar de las verdaderas intenciones de éste. David no sólo es un seductor irresistible, también una máquina de matar perfecta. Un «soldado universal».

Sin embargo, las efectivas y buenas maneras de narrar del director se van diluyendo en la traca de la media hora final, cuando pierde las buenas posibilidades argumentales que ofrecía en pos de una mayor previsibilidad y un thriller para adolescentes, con desenlace final en un inquietante decorado de Halloween. ¡Lástima! Podía haber dado para mucho más. La película tendrá distribución en España.

Algo de sexo

Algo de desnudos

Algo de violencia

Algo de gore

Algo de tensión

 

 

 

 

‘Killers’

Killers-2014De una producción japonesa (en coproducción aquí con Indonesia) sobre psicópatas en estado puro, entregados al malsano placer de matar al prójimo, sólo cabía esperarse una de esas habituales propuestas extremas, con ráfagas de poesía y humor a veces un tanto absurdo, que tanto predomina en la cinematografía asiática, regado con sangre, mucha sangre y violencia. Y de nada de ello carece este filme dirigido por el dúo de directores indonesios denominados The Mo Brothers (Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto).

Sobre todo si el argumento se centra en la fascinación que dos individuos sienten hacia la muerte en vivo y directo. Uno, un niñato bien solitario y obsesionado con el recuerdo de su hermana muerta, la ejerce planeando y realizando sus particulares snuff movies que luego colgará en páginas prohibidas en Internet, y siempre utilizando a jóvenes muchachas como carnaza. El otro, un periodista padre de familia, separado y honesto, que tampoco es capaz de disimular la atracción que le ofrecen esas imágenes perversas aunque, todavía, no se ha puesto en ello, en el absolutamente innoble arte de matar. Filmada de manera realmente impecable, hay sin embargo soluciones de argumento y momentos absurdos, ridículos e inverosímiles, pero el invento les funciona convirtiéndole en uno de los thrillers nipones sádicos de la temporada. Y lo peor, para el espectador, es que te pone en un dilema moral porque, al fin y al cabo, al igual que clásicos como La ventana indiscreta, El fotógrafo del pánico o Funny Games, acaba señalándonos a nosotros como espectadores, por esa fascinación que también sentimos viendo las desgracias y las muertes de los demás. Lo mucho que nos gusta ver morbo en pantalla, grande o pequeña. ¡Quién esté libre de culpa que tire la primera piedra!

Algo de sexoAlgo de desnudosMucha violencia

Mucho gore

Algo de tensión

 

 

 

 

Sitges 2014: fenómenos paranormales paralizan a centenares de personas

Sitges 2014Supongo que este fin de semana habréis acudido en masa a los cines a ver la nueva de Torrente, y espero que alguno también a esa joya que es La isla mínima. Sin embargo, desde el pasado viernes, en la localidad catalana costera de Sitges el mundo se ha paralizado para centenares de personas. No por causas paranormales, pero casi. Desde hace 4 días lo único que importa no es el «desafío soberanista catalán del 9-N», si la Pantoja ingresa en prisión o el escándalo de las «tarjetas B» de Caja Madrid sino las películas que se proyectan en la edición 47 del Festival de Cine Fantástico de Sitges.

Para la prensa, amantes del cine de género, aficionados y frikis varios acreditados para cubrir el certamen (unos mucho, otros bastante, hay que menos y otros nada) lo único a considerar es como ir cuadrando horarios, e ir consiguiendo tickets para las sesiones de tarde o noche, para llegar a ver el máximo posible de películas. Hay que luchar contra el sueño, el cansancio o decidir entre cual ver teniendo en cuenta que muchas propuestas se solapan en horarios. El fin de semana siempre empieza intensamente. Todas parecen de lo más interesante o tener alguna buena referencia, de no sé quién o dónde, para no perdérsela. Luego, la mayoría resultan ser un bluf, un auténtico aburrimiento. Pero aún así, la droga cinéfila exige seguir inyectándose más y más.

Muchos podrán pensar que esto de hacer de crítico o cronista de cine (o pseudocrítico, como es mi caso) es un trabajo cómodo, para vividores. No es así. Imagínense lo que es ver por lo menos entre 3 o 5 películas al día (ya son entre 5 u 8 horas por lo menos de tiempo por jornada), algunas tostones larguísimos, hay días sin prácticamente tiempo para comer algo en condiciones, robándole horas al sueño, todo a deshoras, cuando acaba una proyección ir corriendo a otro de los cines o a hacer cola para la siguiente sesión en la misma sala, sin tiempo apenas de tomarse un café… Después sumen el tiempo empleado si se desea hacerle alguna entrevista a directores o intérpretes, más la dedicación para escribir los artículos, críticas o entrevistas.

Y, entre lo peor, el que casi todos los pases para la prensa se limitan a la mañana, a partir de las 8:00, y a los de las primeras horas de la tarde como mucho, por lo que si se desea intentar obtener una entrada de invitación hay que levantarse antes de las 7:00 para online, a través de la web de Sitges, solicitar los tickets.Y hay que ser muy, muy rápido y ágil en ello porque las sesiones más solicitadas se terminan en seguida. Un microsegundo para rascarse la nariz y, ¡zas! , a las 7:00 y un segundo aquella proyección a la que ansiabas ir el día siguiente desaparece delante de tus ojos con la nefasta respuesta de «no disponible».

Sobre como es estar en Sitges o las anécdotas os iré contando, siempre que me permitan acompañarles en este paseo virtual. De momento les dejo con la ración diaria de la breve crítica de 2 de películas proyectadas y que, por alguna razón u otra, han ido destacando (es decir, según mi propio criterio aleatorio y subjetivo). Les servirá además para certificar lo que les comentaba sobre la dureza de este trabajo, con bodrios de tomo y lomo, o de grandes expectativas echadas por tierra en hora y media.

Además, y porque sé que esto os puede gustar, al final pondré unos iconos sobre la dosis, poca o mucha, de contenidos de sexo, violencia, desnudos, gore, tensión o terror que ofrece cada película comentada. Aparquen lo políticamente correcto y la mundana y rutinaria cotidianidad. Es Sitges. ¡Welcome! ¡Bienvenidos!

( Foto: Sitges 2014 )

 

‘The Babadook’

The BabadookNo puedo decir que me haya entusiasmado, aunque se dice que en su presentación mundial en el pasado Festival de Sundance sí que fue muy aplaudida. También arrasó en el reciente Fantastic Fest con 4 premios en la categoría de mejor filme de terror: mejor película, dirección, actriz y actor. Eso sí que es entusiasmo. Pero, ¡ojo!, es una buena película que muestra, y también esconde, más de un elemento de interés. Está diseñada como un cuento cotidiano entre una madre (Essie Davis) que enviudó cuando su esposo la llevaba al hospital a dar a luz, y su hijo Samuel (Noah Wiseman), ahora a punto de cumplir 7 años. Cruzándose con el relato, en formato de cuento de horror, del extraño libro sobre un personaje llamado «Babadook» que entrará en sus vidas en forma de maldición. Una mitología propia basada en el cruce de los terrores infantiles de un Hombre del saco con Freddy Krueger.

El niño empieza siendo tan irritante e insoportable que se entiende perfectamente ese rechazo que sienten hacia él parientes, vecinos, profesores y compañeros de escuela (y nosotros mismos como espectadores). Un bicho raro que pese a ello acaba evolucionando hacia lo más amable, incluyendo escenas en una versión soportable del niño de Solo en casa (¡qué gran elección la del pequeño Noah Wiseman!).  Y por otra parte una traumatizada y sufrida Essie Davis espléndida avanzando hacia la descomposición de su pequeño núcleo familiar (merecería ya el premio a mejor interpretación de esta sección oficial fantástica a competición… si no fuera por una Macarena Gómez en Musarañas que está impresionante, superior ).

Estilizada y delicada dirección, de puesta en escena clásica con predominio de los tonos azules y composiciones minimalistas, de la actriz australiana debutante en el largometraje Jennifer Kent. El guión original también lo ha escrito ella misma. Y agradecer que su final sea definitivamente original, muy alejado de lo que acostumbramos a ver en este tipo de propuestas de género. De esas pelis que incluso mejoran a medida que pasan los días y pensamos en ella.

Algo de violencia

Algo de gore

Mucha tensión

Algo de terror

 

 

 

 

‘The Quiet Ones’

The Quiet OnesEstá inspirada en un hecho real supuestamente acontecido en los 70 (en los títulos de crédito finales se incluyen fotografías de los protagonistas reales), y forma parte del lote de películas con las que se intenta resurgir la mítica productora británica Hammer (La mujer de negro, con Daniel Radcliffe era una de ellas). Un ególatra y excéntrico profesor de Oxford (Jared Harris) realiza diversos experimentos sobre fenómenos paranormales gracias a una chica a la que ha «adoptado». Una cobaya humana, Jane Harper (Olivia Cooke), que dice estar poseída por el espíritu de una niña que murió quemada.

Su plan maestro, con la ayuda de un par de alumnos y la incorporación de otro joven para que filme los sucesos, es la de demostrar que todo es muy científico y real: aislar la energía negativa que despendre la muchacha, la cual se materializa sobre todo mediante telequinesia. Es decir, hacer salir ese mal rollo de su cuerpo y mente para capturarlo dentro de una especie de recipiente inventado por él mismo. De este modo salvaría a la chica y «Quien salva una vida, salva la humanidad», según su lema. Una cura revolucionaría para poltergeists. Poco a poco, unos y otros irán comprobando que lo que parecía mental y científico es mucho más físico y diabólico de lo que creían. Película correcta, pero del montón, que quiere (asustar más), pero no puede y dirigida por un no demasiado inspirado John Pogue (que fue el director de Quarantine 2, o séase, la secuela del remake norteamericano de [Rec] ). Destacar la desasosegante música compuesta por el madrileño Lucas Vidal.

Algo de sexo

Algo de desnudos

Algo de goreAlgo de tensión

Algo de terror

 

 

 

Crítica: ‘La isla mínima, enfangándose en los lodos de la España más sórdida

La isla minima 2014

Palabras mayores. Comparaciones nada menos que con True Detective (para los mal pensados, matizar que La isla mínima ya estaba rodada cuando se emitió la serie), toda una referencia y clásico contemporáneo de la televisión. Saludada por buena parte de la crítica en Zinemaldi como un estupendo thriller, y el aval de tener tras las cámaras al sevillano Alberto Rodríguez que demostró su buen quehacer con Grupo 7. Así que, apetecía verla.

Bueno, sobre Grupo 7 decirles que confieso que cuando la vi no me enteraba de los diálogos. Sería porque los intérpretes no vocalizaban, porque el sonido estaba captado en directo, mi reproductor de DVD estaba esperando la jubilación… o no sé qué. La cuestión es que tuve que verla con ¡los subtítulos puestos! Afortunadamente, el sonido de La isla mínima es de muchísima mejor calidad. Y no es, de largo, la única mejora respecto al anterior largometraje de Rodríguez.

Un par de policías son enviados, como castigo, a investigar la desaparición de dos adolescentes. Dos muchachas con fama de “chicas fáciles” en una aislada aldea de las marismas del Guadalquivir. Las chicas no tardarán en aparecer asesinadas, con signos de haber sido torturadas y violadas antes de morir.

Estamos en septiembre de 1980, aún en los primeros años de la transición de la España franquista a la democrática. Por un lado con buena parte de sus viejas instituciones y caciques todavía en la sombra del poder, con la España profunda, cateta y subdesarrollada arraigada a sus secretos, costumbres y cerrado microcosmos, mezclando crucifijos con fotos de Franco y… ¡Hitler!; y por el otro, la España eufórica abierta al mundo, entregada a las nuevas libertades y licenciosas conductas obtenidas en su nueva condición de país libre y democrático.

La isla minimaArrastrándonos con su ritmo lento, pero necesario; con sus terrenos pantanosos, fango, lluvia, sol, las gentes de lugar, las miradas y silencios que dicen más que mil palabras o la fotografía (excelente) de Alex Catalán, incluso con la trepidante persecución nocturna a un Dyane 6 blanco como ejemplo de escena de acción, La isla mínima nos empapa y envuelve por completo en una atmósfera malsana. Y una vez vista se hace imposible pensar en una elección mejor que la de la pareja de policías formada por Javier Gutiérrez (el Sátur de Águila Roja) y Raúl Arévalo, actor asociado casi siempre a la comedia. Mención especial también a los secundarios Nerea Barros, Antonio de la Torre (como padres de las hermanas desaparecidas) y Jesús Castro en su doblete en la gran pantalla junto con El niño.

Alberto Rodríguez se equipara al nivel de la excepcional Memories of Murder, de Bong Joon-ho (Concha de Plata al mejor director en Zinemaldia 2003) y personalmente no recuerdo un thriller español que me marcara tanto desde La noche de los girasoles (2006).

Hacia el final me hizo pensar en La noche de los generales (The Night of the Generals, 1967), basada en la novela de Hans Hellmut Kirst, cuando el oficial nazi Grau, interpretado por Omar Sharif, investigando la muerte de una prostituta en la Varsovia ocupada de 1942 se preguntaba hasta qué punto es lícito preocuparse sólo de una muerte cuando la guerra y el Holocausto están causando millones de bajas. Un genocidio a nivel mundial, y un hombre preocupándose por una puta muerta. Algo de ello hay también en La isla mínima poniendo al personaje de Arévalo en la disyuntiva de pensar que es peor, si los atroces asesinatos de un psicópata en serie al margen de toda ley o la impunidad que ofrece la “oficialidad” de un Estado permitiendo a sus agentes torturar y matar impunemente. También en si puede haber nobleza en olvidar los actos más atroces que podamos haber cometido en un pasado.

A parte de las prematuras vidas sesgadas de La isla mínima, queda el drama y el dolor de una población condenada a vivir miserablemente, a sobrevivir y buscarse la vida por otros derroteros, con tráfico de droga o los trapicheos que sean. O la pesadilla de un presente sin futuro que hace desear a los jóvenes marcharse para encontrar fuera un destino mejor. ¿Han cambiado mucho las cosas en estos 34 años? No, aunque sean de otro modo y la crisis aún azotándonos. La isla mínima alcanza cotas notables en todo ello, y además con un sonido que se oye perfectamente. ¿Es la mejor película española del año? Para mí, sí. ¡No se la pierdan!

 Puntuación:

Icono 8

 

‘Sin conciencia’ (1951), un Bogart menos conocido pero memorable

Sin conciencia 1951

Lo advertí en el primer post, el de presentación. Aquí en El cielo sobre Tatooine voy a dar amplia cabida al cine denominado “clásico” (luego ya pondré algún desnudo de Scarlett Johansson para compensar el descenso de visitas). Esas pelis viejunas de hace 20 años o más, muchas de ellas realizadas en blanco y negro, incluso mudas, en colores desgastados o versiones restauradas (y es que yo, cuando veo que aparece un blu ray de un clásico que me gusta con las palabritas “edición restaurada” o “remasterizada” no vean como me pongo).

Tengo la (fallida) teoría de que quien ama de verdad, con el corazón, el cine ama a los clásicos. También otra, que no es mía, pero me la apropio, de que el cine clásico debería  empezar a verse desde nuestra más tierna infancia para que perdure en la generaciones venideras, pegado a nuestros recuerdos de pequeñitos, a nuestra particular educación sentimental y vivencias como una antigua serie o canción de antaño. Así que este post esta también dedicado a todos los niños y niñas a partir de 3 o 4 años, aunque no la película que recomiendo en sí, que es de cine negro norteamericano y se les escaparían matices.

Cuando se habla de grandes obras maestras del noir o de las mejores películas de Bogart, nadie (al menos que conozca) acostumbra a citar Sin conciencia (The Enforcer, 1951). El director acreditado es Bretaigne Windust, pero los cronistas aseguran que a los pocos días dejó el rodaje y se hizo cargo el maestro Raoul Walsh.

Hay varios aspectos impactantes en Sin conciencia. Uno de ellos es la idea de que la trama criminal gire alrededor de una banda de crimen organizado que se dedica a cometer asesinatos por encargo, con términos tan profesionales como referirse a “contrato” por el pedido y “objetivo” a la víctima (“contract” y “hit” en el original en inglés). El asesinato perfecto, sin móviles ni conexión entre unas víctimas y otras. Sólo la de sus variopintos clientes que pagan suculentas sumas de dinero por los servicios. Una empresa entregada al negocio de matar e inspirada en hechos reales.

Sin concienciaNaturalmente esto no nos parece nada nuevo, sobre todo hoy en día. Es más, sería ridículo calificarlo de original o sorprendente. Pero en ese Hollywood en blanco y negro de a inicios de la década de los cincuenta del pasado siglo, la propuesta se presentaba como totalmente novedosa, o al menos para el cerebro de esa banda de asesinos, Mendoza (Everett Sloane).

Todo ha cambiado mucho y el espectador ha perdido su ingenuidad por el camino (o la ha cambiado por otro tipo de ingenuidad). Pero el otro aspecto continúa siendo igual de excepcional, antes y ahora: el tratamiento oblicuo, sin mostrar, de esas muertes. Apenas veremos un par de cadáveres en pantalla, nunca un asesinato en primer plano o plano general y, pese a ello, un par de escenas forman parte de lo mejor que ha dado el cine negro en su brillante época dorada.

Una de ellas es la “ejecución” de un inocente taxista en una barbería (y quedaban aún años para que El Padrino irrumpiera con toda su fuerza en las pantallas), cortando la escena en el momento justo. La otra, impresionante, nos muestra un montón de zapatos, viejos, enfangados y esparcidos en una mesa; el único vestigio que queda de la cantidad de víctimas que la organización homicida ha cometido a lo largo de sus años de fechorías. Su “enterrador” hacía desaparecer los cuerpos en un pantano. Toda la vida de esas personas y el dolor de su aparición que debió de significar para los que les conocían resumido, ejemplarmente, en el horror de ese encuadre.

Es además una de las mejores interpretaciones de Humphrey Bogart, un representante de la ley local llamado Martin Ferguson en su lucha desesperada, con las horas contadas de una sola noche, ante la repentina muerte de su principal y único testigo, para hallar la prueba o el testigo que permita llevar a la silla eléctrica al despiadado Mendoza. Y una oportunidad más de ver a ese gran secundario que fue Zero Mostel, aquí como ‘Big Babe” Lazick, aparentemente un respetable ciudadano, y en su otra faceta un empleado dispuesto a ganar dinero fácil aunque sea matando.

Lo sublime también es que en menos de hora y media logre condensar un relato tan trepidante y cargado de información, sin que resulte denso ni difícil de seguir, recurriendo a un breve flashback seguido de un largo flashback (con Ferguson repasando todo los informes que tiene sobre el caso para intentar dar con esa prueba), y un final que sin duda haría las delicias del mismísimo Hitchcock. De hecho el director de fotografía fue el no menos genial Robert Burks, el preferido de Hitch desde Extraños en un tren, también de 1951.

Puntuación:

Icono 8

 

‘Metro Manila’, drama y thriller en una joyita que no debería pasar desapercibida

Metro Manila

Hoy también toca crítica trascendente y solemne. Pero la película merece la pena.

En un remoto lugar del norte de Filipinas vive un joven matrimonio de campesinos. La belleza de los parajes que les rodean no hace justicia a las penurias que deben sufrir para sobrevivir con el esfuerzo de su trabajo. Unos granos de arroz que venderán después a duras penas y a un precio irrisorio. Los especuladores acechan inquebrantables al sufrimiento ajeno, aprovechándose de la situación para cambiar sus horas de trabajo por apenas unas míseras monedas.

Así que Oscar Ramirez (Jake Macapagal) y su esposa Mai (Althea Vega), que así se llama la pareja, deciden abandonar junto con sus dos pequeños hijos, niño y niña, el paraíso para buscar mejor fortuna en Manila, una enorme urbe de más de 12 millones de almas. Sus esperanzas les hacen soñar que en su nuevo hogar, cuando lo encuentren, podrán tener buenas oportunidades de trabajo, una vida mejor. Poco tardarán en tener la sensación de que allí, como en tantas otras partes, la vida de los demás realmente vale muy poco, por no decir nada.

Estafados y sin dinero, aún tendrán suerte. Mai, siempre callada y afligida, pero también dotada de belleza y buen cuerpo, consigue empleo como camarera en un club de noche, en el que más que servir copas su objetivo es danzar sensualmente o hacer que los clientes se sientan satisfechos para consumir más y más. Por su parte, Oscar entra a trabajar como agente de seguridad de una compañía de camiones blindados que transportan dinero, joyas y cargas valiosas. Un trabajo peligrosísimo para el que no está nada preparado, y un compañero (sospechosamente) demasiado amable y cuidadoso con él.

Metro Manila 2013El escenario es Filipinas, pero podría ser cualquier otro; y la mirada es la de un extranjero, la del director británico Sean Ellis, que llegó a destacar algo con Cashback, su tercer largometraje. En su país, asegura, sólo encontraba un “no” como respuesta para llevar a cabo un nuevo proyecto. De modo que se trasladó al país insular del sudeste asiático, prescindió de grandes equipos de rodaje y prefirió filmar en una cámara 5D Digital. Técnicamente los resultados son impecables, como la propia película.

Hecha con desgarro, pero sin victimismo. La carga de drama humano es intensa, el éxodo rural en Filipinas una realidad (en los últimos años ha potenciado la industria como principal fuente económica), la Fe católica extensa e inquebrantable, con la palabra «Dios» escrita por todas partes, en iglesias y grafitis,  aunque Él no esté allí para asistirnos. Pero Metro Manila nos introduce también paulatinamente en el terreno del thriller. Hay escasas escenas de acción, sólo las imprescindibles, y totalmente efectivas.

Estrenada entre nosotros directamente en DVD (aunque debía hacerlo en cines en noviembre pasado), ausente de la promoción que acompaña los largometrajes que se estrenan en la gran pantalla, y con el hándicap para muchos espectadores de que se trate de una película filipina (es británica), es sobre todo una buena película que no deberían dejar pasar desapercibida.

Las citas, con voz en off, que acompañan las primeras imágenes son rotundas: “Según un dicho filipino, sea corta o larga la procesión, siempre acaba en la iglesia. Yo prefiero la versión que aprendí en el ejército: el que nace para ser ahorcado nunca morirá ahogado”. La historia de Oscar y Mai tendrá su paralelismo con otra, narrada brevemente, la de un “paracaidista” cuyas imágenes abren y cierran la película, ilustrando de manera tajante el infortunio y el desgarro de los inocentes, el salto desesperado al vacío hacia una vida mejor que seguramente no existe. Y una vez más se cumple aquello de que la realidad supera la ficción. Todo está inspirado en hechos reales.

Puntuación:

Icono 7

 

 

 

Crónica: ‘Boyhood’, la vida y nada más… o nada menos

Ellar Coltrane y Ethan Hawke en Boyhood

Ellar Coltrane y Ethan Hawke en ‘Boyhood’. FOTO: Universal Pictures

“Papá, lla magia no existe, ¿verdad?” le pregunta un niño que empieza a dejar atrás su infancia a su padre. Sucede en Boyhood (Momentos de una vida), de Richard Linklater, y es la película del momento. La película de la que todos hablan, o deberían hacerlo, y de la que se volverá a hablar, y mucho, más adelante con los Oscar. Y es que nunca, repito, nunca hasta ahora se había realizado en la gran pantalla una propuesta como esta, fabricar una ficción cinematográfica a lo largo de 12 años con los mismos actores. Concretamente, se centra en el joven Mason (Ellar Coltrane) desde los 6 hasta los 18 años.

Como precedentes más ilustres (y no vale lo de decir que tengo a un conocido que ha ido filmando los momentos más especiales de su hijo desde que nació, hace 25 años, y luego colgó el video en Youtube), se han citado la serie documental The 7up Series, de Michael Apted, o los 4 largometrajes y 1 corto sobre el personaje de Antoine Doinel que dirigió François Truffaut interpretado por Jean-Pierre Léaud durante 20 años. Y, claro, el propio Linklater con su trilogía romántica de culto iniciada con Antes del amanecer (1995). Añadiría, sin ánimo de ser exhaustivo, a Daniel Radcliffe y su evolución durante una década en la saga Harry Potter. Pero, Boyhood es única en su especie, y esta por si sola ya es una razón de peso para recomendarla encarecidamente.

Boyhood. Ellar Coltrane y Lorelei Linklater

Ellar Coltrane y Lorelei Linklater. FOTO: Richard Linklater

Richard Linklater ha tardado una docena de años en plasmar su obra, en cambio nosotros, afortunadamente, no deberemos esperar tanto tiempo para terminar de verla. Tuvo a bien condensarla en 2 horas y tres cuartos de duración que, por otra parte, y es de agradecer, no se hacen cansinas.

Una sucesión de escenas de las etapas de la vida de Mason, hijo de padres separados, que van conformando un mosaico con el único nexo de unión del mismo fluir de la vida, buscando esos diminutos detalles que marcan, instantes que derrotan o de los que valen la pena; o esos amigos, parientes o meros transeúntes que se van uniendo y separando por el camino.

No hay nada que no se haya contado antes ni tampoco nada que nos parezca especialmente excepcional en la vida de Mason. Recurriendo al título de una película de Bertrand Tavernier, Boyhood trata de La vida y nada más… o nada menos. Así que en esa cotidianidad, paso del tiempo, encuentros y desencuentros va ocurriendo lo extraordinario, sorprendiéndonos de la manera en la que nos podemos llegar a identificar en más de uno de sus pasajes.

La implicación de los actores ha sido absoluta, sobre todo la de su cuarteto protagonista. A parte de Ellar Coltrane como Mason está Lorelei Linklater, su hermana ficticia en la película e hija del propio director en la realidad; una Patricia Arquette inmensa interpretando a Olivia, la madre (y a ella le corresponden algunas de las escenas y diálogos más desgarradores); o Ethan Hawke en el rol de padre progresista y enrollado (el actor también lo fue con su amigo Linklater, avalándolo anímica y económicamente a sacar el proyecto adelante año tras año).

Hay además una estupenda selección de canciones en la banda sonora (su función, la  de ofrecer pequeñas cápsulas de felicidad); y un magistral empleo de la elipsis: los saltos en el tiempo con los cambios físicos de los protagonistas son increíbles.

La historia de Mason se cierra (cinematográficamente) a sus 18 años trazando casi un círculo, el de la misma vida, a pocos años de distancia de la edad de cuando sus padres le concibieron. Fue ese el comienzo también para ellos de los verdaderos problemas y decepciones en su nueva edad adulta y repentina paternidad. El círculo no acaba de cerrarse porque deja a Mason pendiente de su destino, con otras esperanzas y expectativas, a la espera de sus propias decisiones y errores, quizá más afortunado quizá no. Un carpe diem envenenado. El gran o mediocre espectáculo de la vida prosigue.

Y ahora es cuando recupero la frase con la que iniciaba esta crónica, la de “Papá, la magia no existe, ¿verdad?”. Pues a veces sí, en películas como ésta, aunque tal vez ni sea perfecta, fusionando la vida con el arte. Extrayendo poesía de lo banal. Indagando sobre lo que nos hace seguir adelante.

Y para concluir esta generosa, por extensión, dosis de trascendencia crítica que podría resumirse en un must-see («debe verse»), les dejo con un curioso montaje fotográfico.

boyhood

FOTO: Melissa McEwan

La transformación de Ellar Coltrane, a lo largo de los 12 años de rodaje, en un montaje creado por Melissa McEwan en Shakesville.com y a partir de las imágenes promocionales de un gift en Photbucket.

Puntuación:

Icono 8