‘Roma’, una de las imprescindibles del año para los amantes del cine

En pantalla

Los recuerdos son en blanco y negro. O al menos lo son para Alfonso Cuarón que nos abre las puertas de su casa impulsado por la memoria y el agradecimiento. Las de su hogar pero hace casi cincuenta años, las del territorio de su infancia junto a su madre, sus hermanos o la nana que le cuidó de pequeño, en el seno de una familia de clase media y en la colonia de Roma de la Ciudad de México a principios de los 70.

Roma, la producción de Netflix, es la «película acontecimiento» del año para los más cinéfilos. Lo es desde que la crítica la aclamara en su presentación en el Festival de Venecia en septiembre y acabara ganando el León de Oro. Y lo es ahora, en la recta final del año, citada en todas las listas de «lo mejor» de críticos y asociaciones de prensa, webs y revistas especializadas.

Roma 2018

( ®Netflix )

Autobiográfica y a la vez libremente inspirada en sus vivencias del pasado. Es la reconstrucción exacta, casi obsesiva, de la casa familiar de Cuarón, estancias, objetos, mobiliario o juguetes mezclado con sucesos que debieron ocurrir y otros que no, y con los nombres de los protagonistas cambiados. No busquen ningún «Alfonsito» entre los cuatro hermanos pequeños ni la niñera que les cuidó, a la que rinde tributo, se llamaba Cleo (Yalitza Aparicio) sino Liboria Rodríguez («Libo»).

Es la realidad codeándose con las licencias creativas y las infidelidades de la propia memoria. Y es ante todo el triunfo de lo auténtico y de una historia personal, íntima y local que trasciende para hacerse universal.

Hay en su telón de fondo hechos históricos. Un terremoto, las reformas agrarias y el afán expropiatorio del gobierno mexicano y los poderosos por hacerse con las tierras de los indígenas, o la fatídica matanza en las protestas estudiantiles del jueves de Corpus (Christi), en junio de 1971. Una represión ejecutada por los «halcones» (un grupo militar entrenado, financiado y alentado por la Dirección Federal de Seguridad y la CIA) en la que murieron, oficialmente, 120 personas, la mayoría jóvenes y más de uno rematado a sangre fría cuando estaba siendo atendido en el hospital.

Y hay, claro, referencias cinéfilas. Entre las películas que Cleo acude a ver al cine hay lugar para una comedia de clara vocación popular como la francesa La gran juerga (La grande vadrouille, 1966) con Louis de Funès, o la ciencia-ficción de Atrapados en el espacio (Marooned), una anodina aunque pionera película espacial norteamericana de 1969 que ganó el Óscar a los mejores efectos visuales (¿y el germen que daría lugar a la muy oscarizada Gravity de Cuarón, con estatuilla para él como mejor director?).

Es también una mirada femenina, de mujeres solas, pero es ante todo la historia, más silenciosa que hablada, de la empleada del hogar Cleo y que interpreta de manera memorable una actriz no profesional, Yalitza Aparicio. La de su día a día dentro y fuera de esas paredes y especialmente de los lazos afectivos que se irán estableciendo, como un hilo invisible, entre ella y el resto de miembros de la familia.

Pero nada de esto sería excepcional si no fuera por su extraordinario y exquisito lenguaje cinematográfico, sensible y nunca sensiblero, con escenas tan impresionantes como la del parto en el hospital o la escena en la playa. Y ese poso que nos deja de que por muchos cambios que se produzcan entre los integrantes de la familia que atiende, o entre las revoluciones y protestas sociales en la calle, para Cleo, la criada, todo seguirá igual.

Estrenada en cines: el 7 de diciembre (en un número de salas limitado)

En streaming: en Netflix.

(En pantalla: recomendaciones de estrenos en cine, streaming o blu-ray/DVD)

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3 comentarios

  1. Dice ser KENSO

    Mira que me gusta el cine pero vaya coñazo de película. Creo que rivaliza con La 2 para echarse una buena siesta.

    26 diciembre 2018 | 23:43

  2. Dice ser Terelu

    A mí también me decepcionó: refrito de neorrealismo italiano de los 50-60

    27 diciembre 2018 | 21:29

  3. Dice ser Rafael Alonso

    Totalmente de acuerdo. Mira que me gusta el cine. El uso de planos para comunicar. Silencios, encuadres… pero aquí es que es un tostón. Hasta los silencios se hacen largos.
    Personalemnte hasta la historia, nada mas ver al padre entrando, sabes que les va a dejar abandonados.
    De verdad que a mi juicio, es todo lo contrario al cine, que es entretener.

    10 febrero 2019 | 22:19

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