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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

Anécdotas de obra (III)

Ante la lluvia de peticiones me veo obligado a narrar otra tanda de anécdotas del curioso y nunca bien ponderado mundillo de las obras. Ahí van:

Tengo un compañero y amigo que trabajó durante unos años en un lugar pequeño de esos en los que todo el mundo se conoce en muchos kilómetros a la redonda. El arquitecto con el que trabajaba, nunca le acompañaba a la toma de datos cuando tenían que hacer alguna obra de rehabilitación. Un día, al llegar al estudio, se ofreció a acompañarle a tomar unos datos para una obra, cosa que le extrañó bastante, sobre todo cuando le dijo que prefería ir en el coche de mi amigo.
Cuando llegaron al lugar en cuestión, que resultó ser el burdel de la comarca, mi amigo comprendió el interés por acompañarle ese día a la toma de datos, y también por que fuese su coche y no el de su jefe, el medio de transporte elegido, sobre todo porque -cosas de los sitios pequeños- cuando mi amigo llegó a su casa esa noche, su mujer ya tenía ciertas noticias de que su utilitario había sido visto aparcado en lugares donde no debía estar.
Ya sabéis, a ciertos sitios se va en taxi.

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Durante una corta temporada, compartí mi trabajo habitual con una colaboración en una pequeña empresa de rehabilitaciones. Aquello era un pequeño cortijo en el que el encargado de obra, con un perfil exacto al de un señor que apareció durante muchos años en las monedas de duro, y el mismo tono de voz melodioso que Malamadre hacía y deshacía a su antojo.
Un día, le escuché en la oficina debatir con otro secuaz, la mejor forma de comenzar un corte con un serrucho:
-¿Qué es lo que queréis cortar?
-La bañera del chalet de La Moraleja, que no cabe en el baño, le faltan cinco centímetros
Por un lado me recorrió un escalofrío. La bañera la había comprado el dueño del chalet de una urbanizacion de lujo de Madrid, y tenía todo lo que un hidromasaje puede tener…pagando más de 9000 euros, claro. Por otro, imaginé lo que pasaría si le permitía seguir adelante y reconozco que estuve a un pelo de dejarle continuar con su plan. Al final me rajé y le prohibí hacer aquella felonía. Aun hay noches que me despierto bañado en sudor, justo cuando aquel cirujano plástico que nunca supo lo que se le venía encima, se abalanza sobre mi, serrucho en mano.
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Trabaje en una obra con un arquitecto de mucho renombre pero ya con muchos años. Un día, mientras nos explicaba un detalle constructivo, empezó a garabatearnos la solución con un lápiz sobre el libro de órdenes. A cada palabra, una nueva línea en forma de garabato quedaba impresa en el papel. Cuando terminó, el dibujo podría haber sido el de un niño de cuatro años que hace círculos una y otra vez con la incansable pertinacia de su párvula imaginación.

Huelga decir que nadie de los que estábamos allí comprendió nada, pero guardamos un respetuoso silencio hasta que se marchó. Luego fuimos de despacho en despacho para preguntarnos unos a otros si sabíamos lo que había que hacer. Cuando comprendimos que nosotros no, porque él tampoco, optamos por una solución discreta y funcional y nunca más se mencionó el tema.
Años después, durante una reunión,….bah, esto mejor no lo cuento.

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Durante mis primeros años como jefe de obra, tuve la suerte de coincidir con magníficos profesionales que marcaron decididamente mi vida profesional. En una de las obras en las que fuí ayudante y antes de empezar la misma, estuvimos durante un mes calculando los costes, para comprobar su rentabilidad. Cuando finalmente obtuvimos el número….nos quedamos pálidos. La obra perdía casi 10 dígitos (en pesetas). El jefe de obra, un hombre sereno de los que uno quiere tener al lado en las situaciones difíciles y muy acostumbrado a esas lides, entró, vio el número, miró nuestras caras desencajadas y se echó a reír:
-No tengáis problema. Sí perdiésemos 90 tendríamos un problema grave, pero perdiendo 900 el problema es de alguien de arriba que tendrá que sentarse en una mesa a resolverlo y nos dejarán hacer la obra tranquilamente.
Y así fue.

2 comentarios

  1. Dice ser QUIJOTE-BARRANTES

    Curioso, parece que a todos nos pasan cosas parecidas … muy bueno.

    05 septiembre 2013 | 08:53

  2. Dice ser Lector

    Jajaja, muy bueno. Os dejo otra historia también muy curiosa, la gente está fatal de la chota: http://xurl.es/e0ocy

    05 septiembre 2013 | 11:03

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