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La receta de la mejor tarta de zanahoria del mundo

Permitidme que haga un paréntesis para regalaros la receta con la que acompañar un gran vaso de leche o una taza de café y que no os falte una gran sonrisa de satisfacción al metérosla a la boca.

Además, tenéis la garantía de que resultará muy fácil llevarla a cabo, puesto que la cocina no es uno de mis dones y, sin embargo, con mi tarta de zanahoria casera SIN GLUTEN conquistaría los estómagos más golosos.

 Ingredientes para 4 personas hambrientas:

  • 150 gramos de zanahorias peladas
  • 150 gramos de harina de almendras
  • 150 gramos de azúcar glas
  • 50 gramos de harina de arroz
  • 2 huevos de gallinas felices (los que empiezan por cero)
  • Medio limón
  • Medio sobrecito de levadura de repostería (sin gluten si sois celíacos)
  • Sal marina fina
  • Mantequilla

Tiempo de preparación:

  • 1 hora y cuarto

Precalentamos el horno a 175 grados. Tened cuidado de no quemaros, todavía tengo la piel roja de mi última quemadura (también es verdad que la torpeza es el sello de mis recetas y aun así el resultado es asombroso).

A continuación, mezclamos con energía el azúcar, la harina de almendras, la piel del limón rallada y las zanahorias cortaditas en discos hasta obtener una montaña homogénea. Un robot de cocina, a máxima potencia y durante 1 minuto, nos facilitará el trabajo.

Es el momento de añadir los huevos y marearlos junto a la masa. Con el robot mezclaríamos a potencia media durante 15 segundos.

Ya estamos listos para mezclarlo todo hasta conseguir una masa uniforme.

Untad con mantequilla el molde donde colocaremos la tarta y verted en éste toda la mezcla.

Horneamos durante 1 hora.

Dejamos enfriar la tarta y la decoramos como nos venga en gana. Yo a veces dibujo cosas con requesón o escribo mensajes, pero quizás a vosotros os apetezca algo menos hortera.

¡A saborear la tarta más rica que hayáis probado jamás!

Avec tout mon amour,

AA

La receta más deseada de la Navidad: el Roscón de Reyes (sin gluten) con lacasitos y nubes

SHUTTERSTOCK

A estas alturas, y pese al empacho de la inmensa mayoría estas Navidades, no creo que haya un hogar español en el que no se desee hincar el diente al delicioso Roscón de Reyes, postre protagonista de estas fechas y principal culpable de que se pospongan nuestras promesas de bajar algún kilillo.

El dulce navideño por excelencia es fácil de encontrar en casi cualquier pastelería, pero los celíacos lo tenemos algo más complicado y si le ponéis ganas conseguiréis uno casero para chuparos los dedos.

Tres serían los modelos estrella de roscón: relleno de crema, nata o seco. El decorado típico consiste en frutas escarchadas y azúcar glass, aunque hay quien apuesta por otras alternativas como rosetones de nata o almendras tostadas.

Sin embargo yo os propongo uno muy original… ¡lleno de dulces gominolas! Y esa es la rica y fácil receta gluten free que voy a dejaros por aquí para que tengáis un dulce despertar el día que toque ponerse a abrir regalos.

Ingredientes:

  • 400 gr de harina sin gluten (una apuesta ganadora es una mezcla, a partes iguales, de trigo sarraceno, garbanzo y arroz)
  • 100 gr de Maizena
  • 60 gr de mantequilla sin lactosa
  • 2 sobres de levadura en polvo sin gluten
  • 150 gr de azúcar glass
  • 3 huevos ecológicos
  • 1 taza de leche de almendras caliente
  • Un chorrito de agua de azahar
  • Ralladura de un limón
  • Una sorpresita que aguante el calor del horno
  • Gominolas, nubes sin gluten y lacasitos para decorar

Elaboración:

  1. Colocamos los 400 gramos de harina en forma de volcán y en el agujero del centro echamos los huevos y la levadura que previamente habremos diluido en la mitad del vasito de leche de almendras. Mezclamos lentamente y con cariño el resto de ingredientes: lo que queda de leche calentita, los 100 gramos de Maizena, la mantequilla, el azúcar glass, el chorrito de agua de azahar y la ralladura del limón, llena de propiedades maravillosas.
  2. Removemos durante al menos 15 minutos hasta que se unan bien todos ingredientes (sin que la masa se pegue a la mano), para así alcanzar la textura deseada.
  3. A continuación, hacemos una pelota con la masa y en el centro un agujero central bastante grande ya que luego se cerrará al doblar su tamaño con la levadura (tampoco os paséis). Es el momento de sacar todo el arte que llevamos dentro y dar forma al roscón, estirando la masa para que tenga la apariencia que todos conocemos; también de colar la sorpresa en su interior, aunque yo siempre meto más de una.
  4. Colocamos el roscón en una bandeja forrada con papel de horno, la cubrimos con film transparente y la dejamos reposar dentro del horno durante 1 hora a 40 grados, hasta que la masa doble su volumen.
  5. Sacamos la masa del horno y lo precalentamos a 220 grados mientras pintamos con el huevo batido el roscón, repartimos lacasitos por la superficie y espolvoreamos azúcar glass antes de volverlo a introducir durante 20 minutos a 220 grados.
  6. Una vez fuera, frío, esparcimos trocitos de nubes rosas sin gluten. Recrearos en ser imaginativos y que resulte muy atractivo.
  7. Servid frío
  8. ¡¡¡A disfrutar!!!

¡DELICIOSO!

EUROPA PRESS

Avec tout mon amour,

AA

Así descubrí que soy celíaca

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Hoy, 27 de mayo, se celebra el Día Nacional del Celíaco. No será ni el primer, ni el último post que escriba acerca de este tema.

Hace dos años y medio me diagnosticaron mi condición de chica gluten free tras un viaje a París en el que saqueé todos los croissants de Rue Mouffetard. Fue una gran despedida y, desde entonces, el simbolito de la hoja de trigo tachada es mi bandera cada vez que salgo a comer fuera de casa.

Me habéis pedido en numerosas ocasiones que os hablara de cómo descubrí que lo era, así que os confirmo que, después de debutar con una neuropatía periférica, migrañas con aura, dolores articulares, musculares, visión doble y alguna que otra romántica cagalera a horas intempestivas, una prueba genética y una biopsia intestinal me dieron la respuesta a todos mis males. En mi caso, las vellosidades intestinales estaban más deterioradas que la posidonia balear.

Ni la analítica ordinaria que le hacen a todo el mundo, ni el pinchacito de la farmacia dieron positivos, pero en cuanto eliminé el trigo, el centeno, la cebada y la avena de mi vida todo cambió.

Es curioso cómo en la medicina española, en líneas generales, apenas se contemplan los síntomas que exceden lo meramente intestinal de cara a dar “el carnet de celíaco”. Es una de las enfermedades más infradiagnosticadas que existen y que, si no se trata con una dieta libre de gluten, puede derivar en algún tipo de cáncer intestinal, trastornos del sistema inmunológico, osteoporosis, abortos espontáneos, infertilidad o anemia, entre otros.

No necesariamente tienes que tener síntomas para serlo, puedes ser un celíaco silente y exigir la misma respuesta para que el daño intestinal no progrese. De hecho, es muy gracioso (o nada) cómo en algunos restaurantes se basan en los síntomas de sus clientes celíacos para decidir si un plato es apto o no para nosotros; es absurdo, si te envenenan raro es el día que llamas para protestar, no vuelves y punto.

Y, pese a que cada vez está más extendido el conocimiento de esta enfermedad, todavía hay muchos camareros que meten la manga en el plato para quitarte un trozo de pan que hay justo encima de un bosque de ensalada. Porque la contaminación cruzada para algunos cocineros es un cuento chino y no se dan cuenta de que esta negligencia, que perciben como un capricho, nos hace mucho daño. No puede haber trazas de gluten diseminando nuestro frágil mundo. Además, es necesario que tengan mucho cuidado con la elaboración del menú evitando espesantes, salsa de soja, colorantes, conservantes y condimentos que puedan llevar gluten y arruinar la pradera de nuestro intestino. Se trata de una agresión intolerable.

Convivir con la celiaquía es muy sencillo en casa y un acto de fe fuera de ésta. Pero no me cansaré de advertir a los restaurantes para que se pongan las pilas y de esta manera continuar con mi agitada vida social.

Respecto a la moda de comer sin gluten, personalmente, estoy satisfecha, consigue que la gente conozca lo que implica ser celíaco. Un médico me dijo una vez que uno de los secretos para estar sano era eliminar de la dieta: el gluten, el azúcar y los lácteos. Y, probablemente, si no fuera celíaca (y con todo lo que ahora sé), seguiría una dieta sin gluten que, para los que no controléis, actúa como el pegamento de los alimentos y es el que permite, por ejemplo, que una pizza (el pan, no el queso) se estire como un chicle en el cielo.

Por otro lado, me molesta que me miren como si siguiera algún tipo de dieta para adelgazar (lo cual es una gilipollez, porque los productos sin gluten suelen tener más calorías) o para mejorar el rendimiento físico, como Djokovic o algún jugador del Real Madrid.

Aún queda mucho por hacer, entre otras cosas conseguir que bajen los precios de los alimentos para celíacos o los subvencionen, como en otros países (Italia, Suecia, Reino Unido, Suiza, Luxemburgo…). Pero, mientras tanto, FELIZ DÍA a todos los que compartís una misma criptonita, la del gluten; y a los que, después de leerme y haceros las pruebas, habéis descubierto que los sois, porque la vida en adelante será MARAVILLOSA.

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Avec tout mon amour,

AA

 

* Foto de la tarta de frambuesas sin gluten: GTRES.