Un microrrelato por día y cada uno de 150 palabras. Ni una más, ni una menos.

Archivo de noviembre, 2010

A merced del maquillaje

Delineaba el contorno alrededor de sus ojos y labios. Rellenaba una boca el doble de grande con rojo carmín, al igual que con sus pómulos y su nariz. Cubría todo su rostro con maquillaje color blanco y debajo de sus párpados teñía una lágrima azul. Se pintaba un gran par de cejas y esbozaba unas cuantas pestañas. Realizaba todo el trabajo con una velocidad admirable, producto de sus siete largos años disfrazándose de payaso. Se colocaba la peluca multicolor, la acomodaba para emparejarla y ya estaba listo para el espectáculo. Con tiempo de sobra y generando un extraño contraste vistiendo pantalón de jean, camisa a cuadros y cara de payaso, salía a recorrer el circo esperando ver aquellas piernas meticulosamente moldeadas. Tristemente, su cotidiana declaración de amor hacia la trapecista no parecía más que una tonta payasada, pero estando disfrazado era la única forma en que se atrevía a piropearla.

Uno más del montón

A Mariano nunca lo saludaron ni lo señalaron con el dedo. Nunca le dijeron que era gordo, ni flaco, ni alto, ni bajo. Nadie lo juzgó ni lo prejuzgó. Nadie se puso a pensar si era antipático o carismático. Mariano, para la sociedad, nunca había existido. Ni para bien ni para mal. Nunca fue parte, nunca se integró y siempre se las arregló para mantenerse aislado. Toda su vida pasó totalmente desapercibido, sin acercarse a nadie. Se vistió especialmente para no resaltar en la multitud y habló con el tono menos notorio posible. Desde que nació se dedicó a estar inmerso en la sociedad y al mismo tiempo, tan ausente como fuera posible. Así, Mariano disfrutó de su discreción tal como siempre quiso hasta que cierto día cometió el error de hacer notar su presencia. Fue aquel día en que cansado de mirar desde afuera, no resistió dar su opinión.

Amores que engordan

Todavía extraño sus besos de chocolate, sus caricias de merengue y sus abrazos de dulce de leche. Ella era la persona más dulce del planeta y yo fui excesivamente goloso. Como era de esperarse, terminé convirtiéndome en un adicto a sus mimos. La amaba más que a nada, pero cada minuto que pasaba a su lado significaba un minuto menos de vida. Las calorías de sus caricias, besos y abrazos, eran la principal causa de mi constante aumento de peso. Desde que comencé a salir con ella, engordé a razón de 150 gramos diarios. Me di cuenta del mal que me hacía cuando dejaron de entrarme los pantalones pero a decir verdad, no le di demasiada importancia. Ella era mi vicio y seguí recurriendo a sus caricias, besos y abrazos hasta que el azúcar no entró más en mi cuerpo. Después del pico de colesterol, me vi obligado a dejarla.

Serie Comentarios Microrrelatados

Todo enunciado surge como respuesta a un enunciado anterior y a su vez, genera una nueva respuesta. Bienvenidos a la quinta entrega de la serie «Comentarios Microrrelatados», donde se muestran algunos de los microrrelatos, anécdotas, cuentos o historias que se publicaron en los comentarios del mes. No se tendrá en cuenta ni la gramática, ni la puntuación ni nada por el estilo. Lo importante es la historia, inspirada en una historia anterior.
Sin más, los dejo con los comentarios microrrelatados. Muchísimas gracias a los autores por engancharse.

Comentario publicado en la entrada «En el desierto no hay caminos».

Arrastrándome sin fuerzas, con la garganta seca de la sed que me asfixia, voy por el desierto, perdido, ya agotadas mis últimas energías miró al cielo donde Los siete buitres vuelan dando vueltas esperando el instante en que deje de moverme para bajar a por mis restos , y la desesperación se adueña de mi al ver aquel mar tan cercano al que nunca arribo y pienso : Es un espejismo y este tío pesao al que yo mismo enterré también debe ser otro espejismo porque no es posible que haya salido del hoyo y me siga sin parar de decir….
Clica sobre mi nombre… clica sobre mi nombre, clica sobre mi nombre.

Autor: Antonio Larrosa.

Comentario publicado en la entrada «Safari».

-¡Desde cuando no comíamos tan bien!
-Sí, ya hacía, ya. Antes todo era más fácil. Yo creo que desde hace tres temporadas de lluvias no comíamos fotógrafo. ¿Te acuerdas? Era mi anterior camada…Y con mi antojo, estuviste persiguiendo durante dos semanas a aquella rolliza señora que me gustó de aquel safari.
-Ni me lo recuerdes…Eran otros tiempos. ¡Puta crisis esta!
-Oí que hay un león nuevo que está destacando mucho últimamente en la manada de la loma.
-Sí tiene buena labia, promete croquetas de turista a todo el mundo si le votan para jefe. Lo tiene un poco crudo. Con esto de la crisis de los británicos, ya no nos visita casi nadie. ¿Sabes a qué precio he visto por internet los sesos de humano?
-Dicen que son afrodisíacos…pero bueno, tú sabes que yo contigo…
-¡Bueno, bueno, ya vale, voy a ver si con este trozo sobrante le hago una flauta al peque, que me trae loco con que todos sus amigos, el que no tiene flauta, tiene armónica.

Autor: Enmascarado.

Comentario publicado en la entrada «Bajo un mismo cielo».

Convivimos en el mismo espacio, en la misma nación, en la misma ciudad, en la misma casa, en el mismo sofá, la misma mesa, la misma cama. Convivimos con nuestros hijos, nuestra perrita Queen, nuestros pájaros. Convivimos con nuestra hipoteca, incluso convivimos en la misma empresa, aunque no bajo el mismo techo. Convivimos con el resto de nuestra familia, con nuestros amigos, con nuestros vecinos y compañeros de trabajo. Somos uno desde hace años, una unidad familiar sólida, una sola cuenta corriente y muchos sueños que cumplir. Somos uno y somos muchos a la vez desde el mismo momento en que nacemos, pero sobre todo somos uno desde que decidimos unirnos.

Autor: Metamorfosis.

Comentario publicado en la entrada «Bajo un mismo cielo».

Aprendimos a leer cada uno de nuestros sentimientos como si estuvieran escritos en un diario. Con tan solo escuchar su tono de voz, yo reconozco sus más profundas emociones. Con tan solo mirar las facciones de su cara, puedo realizar una certera deducción de sus sentimientos. No hay nada que me pueda ocultar sin que yo lo intuya. Hoy somos dos, conviviendo en un mismo planeta, en un mismo mundo, en una misma ciudad, en una misma casa, un día, compartimos el mismo cuerpo. Ayer, ella cumplió dos años.

Autor: Penélope G.

Comentario publicado en la entrada «Un frasco con ideas».

La idea, que no es una,
Son ideas que hay dos:
Están las buenas y las malas,
las buenas son como estrellas fugaces
que al poco de nacer estallan,
Como su luz desaparecen
si no las ha puesto en práctica.
Si ahorra cinco céntimos,
metiéndolos bajo tierra.
Una vez pasado el tiempo
cinco céntimos tendrá,
si es que lo desentierra.
Si una moneda ahorra
en una cuenta de un banco.
Transcurrido el mismo tiempo,
por poco que le produzca
algo o mucho habrá aumentado.
Si ahorra una buena idea,
y en práctica no la ha puesto,
esa idea se ha perdido,
quién lo escribe, sabe de esto.
La malas ideas por contra,
no son como las fugaces,
no tiene ni pueden dar luz.
Esas si son apartadas
crecen, crecen, se hacen grandes
y cuando en prácticas las pongan
Estallan, explotan, revientan,
organizan tal desastre,
que casi todas las veces
no hay quien los recomponga.
Si tiene una buena idea
ofrézcala, dónela gratis,
de lo contrario se pierde.
Si una idea no es buena,
en práctica no la ponga.
no la ahorre, no la guarde.
Las ideas sean malas o sean buenas
ni se guardan ni se ahorran.

Autor: Al S. de Gomaranto.

Comentario publicado en la entrada «Un frasco con ideas».

Cuando mi hija empezó a ir a la guardería al llegar a casa, siempre sacaba de su bolsita algo que había encontrado en el suelo, un botón, un hilo de color, un papelito o una piedrecilla. Me la entregaba al entrar en el coche.
– Toma mamá, por si lo necesitas.
– Uy qué bien!, gracias.
Todavía (ya tiene 14 años) guardo algunas de esas cositas en un bote como si fueran un tesoro.

Autor: Xulita.

Comentario publicado en la entrada «El nuevo teletransportador».

—-relato para perder el miedo para siempre , o , vivir agarrado al miedo para siempre jamás —-
es de noche , me despierto para ir al lavabo , cuando vuelvo a la cama , resulta que hay otro ” yo ” allí durmiendo….¿ que hacer ? cuando pasan cosas así , acabas de ingresar en la Academia Universal de Otras Posibilidades…..no hay libros , ni profesores , ni puedes tomar apuntes ….¡¡¡ahí te quiero ver que haces ¡¡¡….pues también hay un ” conocimiento ” de lo que puedes o debes hacer , es algo directo….la sensación de agrado ….te indica que haces lo correcto ….la sensación de encogimiento …..que vas mal ¡¡¡ etc
Tiempo de desesperación , rabia , dolor ……pienso en mi amigo Tomas …..me despierto al día siguiente, dormido en el sofá …..suena el teléfono , es Tomas , me dice que me deje mis gafas en su casa , en mi visita de ayer por la noche ….¡¡imposible ¡¡ no salí de casa ¡¡¡¡¡¡…..¡¡claro ¡¡ fui a buscar las gafas ….nuestra conversación fue muy interesante…….tengo varias historias –vivencias así , tengo una que sucedió hace mas de 15 años y no me atrevo a contarla a nadie …..¡¡¡es inverosímil en alto grado ¡¡¡ me costo mas de 10 años comprenderla …..
Después de estar ” aquí ” empieza otra Realidad ¡¡Hermosa ¡¡ Maravillosa ¡¡ Fantástica ¡¡ ya he estado allí….¡¡el pasaporte , lleva un sello : no tener miedo …

Autor: Jordi Durall

Comentario publicado en la entrada «Misión de rescate».

¿Arte urbano o gamberrismo?
¿Es la propia esencia de la inspiración desmedida?
¿Es la palabra dicha por un escritor que no se apunta?
¿Es el microrelato de la pintura, criticado y a la vez admirado?
¿Es la frustracón del artista reprimido?
¿Es el inconformista objetor de mi buen gusto?
Es el cabroncete que desde que me descuido levanta la pata y se mea en mi esquina.

Autor: Temasarte.

Comentario publicado en la entrada «La vida de los amantes».

¡Cuanta más satisfacción! encontrara nuestro amante, si en vez de marchar en sigilo pastaran con su vecino. Y también con su pareja, para que todo fuese norma, y así en ningún momento a las viejas dar que hablar. Y ya que todos tan conformes, sin haber viejas disputas, se evitarían de paso, el que ha ellas les llamaran prostitutas. Todos en amigable compaña, juntos y revueltos están, pero al tener acuerdo ambos no existe disparidad. Cuando pasean no distante, y juntos en pareja fueran hacen como si no se vieran, porque si de ellos dependiera prestos y en un instante, muí juntos y trastocados estuvieran. Como ya todas las lenguas de ellos hablan sin parar, y para no seguir el cuento se trasladan a otro sitio, que contenga puerto de mar, donde a ninguno por supuesto nadie les conocerá. Ya tranquilos y relajados, hacen su vida normal, pensando en todo momento un beneficio sacar. Pensando y pensando los cuatro, a que se pueden dedicar, llegan a feliz conclusión la de un barco alquilar. Con el barco alquilado, navegando en alta mar, se dedican al negocio, de muchas y indefinidas parejas cambiar. Y si alguien está dispuesto de aprovechar la ocasión no tiene más que en estos momentos apuntar la dirección.

Autor: Pedro Moreno.

Ver la primera entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.
Ver la segunda entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.
Ver la tercera entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.
Ver la cuarta entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.

La posible realidad de las historias

El autor, al ejercer su profesión, se veía afectado por una extraña paranoia. Pensaba que en algún momento sus historias contadas a puño y letra podían llegar a cobrar vida. La excéntrica preocupación afectaba a la mayoría de sus escritos ya que, por más fantásticas que fueran las tramas, creía ciegamente en la posible veracidad de las mismas. Temía que trascendieran, que escaparan de la ficción y la fantasía de las hojas de papel, para convertirse más tarde en historia reales. Tal es así que todos sus relatos, cuentos y novelas, por más variadas que hayan sido en su contenido, siempre tuvieron finales felices. El escritor nunca pudo concebir la idea de que uno de sus personajes, uno de sus cientos de hijos terminara su vida en medio de una desgracia creada por él mismo. Para el autor, una muerte era un alto precio a pagar por un final interesante.

Una pelea en el living

Me había cansado de mí mismo. Me había cansado del tic que no me podía sacar, me había cansado de ser tan paranoico, de tenerle miedo a todo. Estaba harto de la negatividad que me caracterizaba y sencillamente, no me aguantaba más. Me sentía tan incómodo que salí de mi propio cuerpo y nos agarramos a las trompadas. Éramos yo contra yo en el living de mi casa. Esquivé una de las trompadas que me tiré a mí mismo y aprovechando el envión, me estallé la cabeza contra la pared. El golpe fue seco y abrió mi cráneo a la mitad. Preocupado traté de revivirme haciéndome respiración boca a boca pero ya era demasiado tarde. Luego de la pelea, enterré mi cuerpo en el patio trasero de casa y el lunes volví al trabajo tratando de disimular los nervios. Por lo visto lo hice bien. Nadie parece haber notado nada.

Un grave caso de termitas

Abrió los ojos al despertarse y cuando intentó levantarse de la cama, sintió que todo su cuerpo parecía una gelatina. Quiso refregarse las cejas lagañosas y aunque sus músculos funcionaban perfectamente, sus antebrazos, brazos, manos y dedos descansaban derretidos sobre las sábanas. Sólo se mantenía rígido su cráneo y si bien la columna vertebral permanecía intacta, nada podía hacer para inclinarse. Al estar ausentes las costillas y la cadera, el interior de su torso era una ensalada viscosa de órganos. Ningún hueso le quedaba. —Son las terminas de calcio —le dijo el doctor con voz de circunstancia, sabiendo que nada podía hacer para frenar la invasión. Casi toda la estructura ósea estaba consumida y no faltaba mucho para que la plaga agotara definitivamente sus recursos de subsistencia. Los bichos avanzaron lentamente, vértebra por vértebra, hasta llegar a la mandíbula. Y pensar que él se había prometido morir con una sonrisa.

Mímesis de un policía

El director se desmaya en medio del rodaje. Nadie se encarga de gritar «¡Córten!» para cerrar la escena y Jonatan, uno de los actores, continúa interpretando el papel de Víctor: un detective que jura vengar la muerte de su compañero y terminar con la vida de todo aquel que se interponga en su camino. Al suspenderse la jornada, Jonatan, todavía mimetizado en su papel, aprovecha para ir al banco y mientras retira su dinero, unos asaltantes toman el lugar a punta de pistola. Hay amenazas, forcejeos, se escuchan los disparos de un revolver, los gritos de las personas y el fogonazo de una escopeta. Víctor cae desparramado al suelo con el estómago lleno de perdigones. A unos metros de su cuerpo humea el arma de utilería con la que intentó evitar el robo. Los rehenes se encuentran boca abajo y temen levantarse. No hay ningún director que corte la escena.

La proeza del prodigio

Nació con un don especial para los números y a temprana edad le dio el puntapié inicial a su más ambicioso proyecto. Comenzó a contar cuando tenía la edad de 2 años y medio, y nunca más dejó de hacerlo. Lógicamente, entre tareas del colegio, hacer los mandados, ir a la facultad, casarse y tener hijos, tuvo que tomarse ciertas pausas pero finalmente recibió su recompensa. Nadie más que él le puede asegurar al mundo que el infinito es totalmente alcanzable. Simplemente hay que dedicarle toda una vida a ello. Aún así, la humanidad carece de masa encefálica suficiente para enaltecerlo ya que jamás entenderá el número al que ha llegado; el número que nunca antes nadie había contado. Fue el primero en razonar el infinito, y el primero en contar el número que le sigue. Ahora sólo resta por preguntarse cuántos infinitos tendrá que contar. ¿Le alcanzará la eternidad?

Atragantado en el almuerzo

Estaba decidido a sincerarme. La tortura de verla cotidianamente sin atreverme a confesarle mi amor, ya era intolerable. Pensé en mil formas de decírselo e incluso las practiqué delante del espejo. Elegí la frase más simple y directa, y luego me concentré en lograr que me salga con total naturalidad. Me entrené, escogí el vestuario y compré el perfume ideal para ese momento estratégicamente planeado. Al llegar el día me senté a su costado —tal como lo hacía de lunes a viernes en el horario de almuerzo de trabajo— y comencé a ponerme nervioso. Tenía miedo de arruinar la oportunidad de confesarle los sentimientos que ocultaba desde hacía tiempo. Aún así, estaba seguro de mí mismo, me dejé llevar por la situación y justo al momento de decírselo, un «me gustás mucho» se me atragantó en las cuerdas vocales. Después de varios almuerzos más, continúa enredado en el mismo lugar.