Aprendimos a leer cada uno de nuestros sentimientos como si estuvieran escritos en un diario. Con tan solo escuchar mi tono de voz, ella reconocía mis más profundas emociones. Con tan solo mirar las facciones de su cara, podía realizar una certera deducción de sus sentimientos. Nuestros estados de ánimo eran transparentes. Teníamos intimidad y compañía. Libertades y tolerancia. No había disfraces ni nada que nos pudiéramos ocultar sin que uno de los dos lo intuyera. Aquel día llegó a casa y lo primero que noté en sus movimientos fue la ansiedad. Estaba inquieta. Comenzó a contarme la idea con el entusiasmo de un niño hiperquinético. Fue así como me propuso que nos abrazáramos con fuerza hasta fundirnos en una única persona. «Es imposible», contesté escéptico. Hoy somos dos, conviviendo en un mismo planeta, en un mismo mundo, en una misma ciudad, en una misma casa, en un mismo cuerpo.
PD: El microrrelato de hoy adhiere a la propuesta de las bitácoras Pensamientos JFS y Artecar24.com, en donde se convoca a escribir sobre “la convivencia” como temática única.
Por consiguiente, hoy hice una búsqueda doble: enlazar una historia a una noticia y a su vez, inclinar la historia hacia un tema específico.
Desde ya, felicitaciones a los impulsores de la iniciativa.
Yo y mi chica nos fundimos en uno cuando vamos a correr…
http:www.vamosacorrer.com
saludos
08 octubre 2010 | 11:56
Así tendría que ser.
La sociedad camina hacia un aislamiento en el que todos vemos las consecuencias, pero valoramos poco los simples medios, que a mano de cualquiera nos vuelven a los que somos, humanos, con sentimientos y necesidades de cariño, abrazos, besos, caricias y compañía.
Hoy en día pagamos para descubrir que precisamente, lo que nos falta es…eso:
Calor humano.
http://www.temasarte.com/esculturas-arte-a/casas_eros/ficha/Casasola—Eros.html
08 octubre 2010 | 12:52
Convivimos en el mismo espacio, en la misma nación, en la misma ciudad, en la misma casa, en el mismo sofá, la misma mesa, la misma cama. Convivimos con nuestros hijos, nuestra perrita Queen, nuestros pájaros. Convivimos con nuestra hipoteca, incluso convivimos en la misma empresa, aunque no bajo el mismo techo. Convivimos con el resto de nuestra familia, con nuestros amigos, con nuestros vecinos y compañeros de trabajo. Somos uno desde hace años, una unidad familiar sólida, una sola cuenta corriente y muchos sueños que cumplir. Somos uno y somos muchos a la vez desde el mismo momento en que nacemos, pero sobre todo somos uno desde que decidimos unirnos.
08 octubre 2010 | 15:09
Compartir alegrias y tristezas, sueños y desilusiones, triunfos y fracasos,………en un mismo cuerpo, en una misma casa,en una misma ciudad, en un mismo planeta,formando parte de un Universo infinito.
08 octubre 2010 | 16:38
Aprendimos a leer cada uno de nuestros sentimientos como si estuvieran escritos en un diario. Con tan solo escuchar su tono de voz, yo reconozco sus más profundas emociones. Con tan solo mirar las facciones de su cara, puedo realizar una certera deducción de sus sentimientos. No hay nada que me pueda ocultar sin que yo lo intuya. Hoy somos dos, conviviendo en un mismo planeta, en un mismo mundo, en una misma ciudad, en una misma casa, un día, compartimos el mismo cuerpo.Ayer, ella cumplió dos anios.
08 octubre 2010 | 16:57
Yo que con mi mujer llevo
de convivencia en común
casi los sesenta años
Al poco tiempo aprendimos,
sin hablar comunicarnos.
Nos bastaba una mirada,
o simplemente con un gesto,
para decir el uno al otro;
El que, el cómo o el cuándo,
o todo a la vez junto.
No necesitábamos pedirnos,
sabíamos lo que el otro quería.
Ni dar ninguna respuesta,
de antemano se sabía.
Con el transcurso del tiempo
cuando llega la vejez,
se va perdiendo el oído.
Por mermar ese sentido,
la comunicación verbal
va perdiendo cada día
un poco de agilidad.
Ahora estoy constatando,
que a la otra comunicación,
la que hacemos sin palabras
también, la sordera le está llegando.
Algún trabajo nos cuesta,
el comprendernos como antes,
qué es lo que nos preguntamos,
o lo tratamos de decirnos.
A pesar de hacer los gestos,
y también las mismas miradas,
que nos hacíamos antes.
08 octubre 2010 | 16:59
Cada vez entiendo menos a esta humanidad que no para de hablar de amor, de escribir de valores de convivencia , que llora en los cines al final de todas las películas, una humanidad hecha de promesas, que siempre esta aplaudiendo a los ganadores en su presencia pero que los critica escondiendo la mano tras tirarles la piedra, que abandona a sus abuelos en tetricas residencias para que se mueran cuanto antes de tristeza , que Siempre a los demás echa la culpa de todos sus fracasos,, que denuncia al vecino que le tendio mil veces la mano,que jura, me has borrado un comentario que era verdad, en un viaje hivcieron regresar al avión a Girona porque no llevaban gasolina suficiente para el viaje. Dijeron que era porque habian detectado un objeto raro adherido al avión pero no tenia nda de eso si no que no llevaba gasolina suficiente y le llenaron el depósito alli mismo .
Asi que Raynair nunca más.
Clica sobre mi nombre
Y lo peor de todo lo que no entiendo es porque este ordenador me cambia los textos y me contamina lo que pienso con asuntos que interfieren el asunto y el contexto,
Yo no se si ya estoy tonto o me estoy volviendo majareta por culpa de la edad
08 octubre 2010 | 21:19
Hola..
Hoy es un buen día para convivir, convivamos siempre.. Un abrazo de buen fin de semana
09 octubre 2010 | 01:00
la comunicación un gran factor en toda convivencia.
abrazos
09 octubre 2010 | 06:51
Buen post, concreto y conciso.
No hay mejor fusión que la de hacerlo en un abrazo.
Te mando uno. Besos
09 octubre 2010 | 19:00
Pues sí, el abrazo genera a menudo más satisfacción al alma que un buen beso. Es la unión de todo el cuerpo. Lindo microrrelato, muy tierno. Te invito a leer mi artículo del día de la convivencia, si te apetece la idea. ¡Un abrazo!
09 octubre 2010 | 19:30
Gracias por todo este aporte de generosidad en una locura blogosférica como la que nos embarcamos un día Ángel y yo.
Genial microrrelato y sólo puedo dejarte un enorme abrazo muy agradecido.
11 octubre 2010 | 19:20