140 y más 140 y más

"It's the end of the world as we know it (and I feel fine)" Michael Stipe

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Haz tu árbol de palabras de Twitter

Alguna vez habréis utilizado una popular herramienta llamada wordle para hacer una nube de palabras a partir de un texto. Pues bien, el otro día descubrí que un británico llamado Jason Davies ha creado otra para hacer ‘árboles de palabras’, Word Tree.

La idea y la técnica originales, como bien explica, no son suyas, sino de Martin Wattenberg y Fernanda Viégas, creadores de Many Eyes y que ahora trabajan para Google. Pero Davies, especializado en visualizaciones de datos, ha añadido alguna que otra función, como la de poder hacer esos árboles a partir de cualquier dirección web o cualquier cuenta de usuario de Twitter.

Al escribir en la caja buscadora (arriba) el nick de un usuario, la aplicación genera un árbol que luego se puede ir modificando, eligiendo la palabra por la que queremos que comience (o termine, porque se puede dar la vuelta) la ramificación posterior. Puede ser un artículo («el», «la»), un usuario de Twitter o la propia «@»; lo que queramos.

En la parte de la derecha se muestran los tuits de la cuenta y se resaltan en amarillo las frases que forman parte del árbol. A continuación os dejo un ejemplo hecho con mi propia cuenta y poniendo como inicio «con»; justo después, un tuit de Davies en el que enseña cómo es el árbol de palabras de su cuenta a partir de una simple «@». Aunque pueden crearse árboles incluso a partir de comentarios en Flickr.

¡Probad!

 

Word Tree

 

 

 

Twitter no es la calle (y sí)

«No os marchéis, Twitter somos todos«. Frase de Esteban González Pons (PP). «Merece la pena salvar Twitter». Frase de Elena Valenciano (PSOE). «Las reacciones en Twitter a los grandes acontecimientos políticos y a las decisiones políticas difiere bastante de la opinión pública que después recogen las encuestas». Informe de Pew Research Center. «¿Todos?».

Ayer pasé unas tres horas intentando hacer un post decente sobre la salida de Valenciano de Twitter, altamente publicitada, por una «persecución» constante a sus hijos. Me salió un tratado con decenas de datos y circunloquios varios que no llegó a ver la luz, pero resultó que la cosa era mucho más fácil de explicar. Twitter es minoritario, sus usuarios tienen perfiles muy concretos, tiene poca repercusión entre la población.

Es decir: que un político entre o salga de una red social no es ni más ni menos relevante y a la mayoría de gente no le importa.

Otra cosa es que los políticos usen las redes para hacer política y eso les sirva para acercarse a la ciudadanía, quizá y sobre todo a la de edad más temprana. No pueden obviarlas. Pero, ¿les sirve? Sí, en algunos y contados casos. No, en la mayoría, en tanto en cuanto son (unos) vendedores (más) de su mensaje. Mucho feed, bastante back y nada de change.

Twitter, en cualquier caso, es solo un elemento, una herramienta con la que trabajar, además de la empresa privada de un señor estadounidense con inversores de todo tipo y condición. ¿Trabajar? En efecto, la mayoría de la gente, esa que se está sumando a esta red social día a día, no trabaja con ella. Solo intenta aprender, disfrutar, leer y participar.

(Según La Sociedad de la Información en España, informe de la Fundación Telefónica, Twitter es la red social que tuvo la mayor tasa de crecimiento del último año: un 175% a nivel global y un 240% entre los más jóvenes).

Si el comportamiento de las personas que no saben hacerlo nos echara de los sitios, no podríamos quedarnos en ninguno. El problema de aquellos que amenazan y persiguen es propio, no del medio que utilizan. No cabe titular con las redes sociales y sí con las amenazas que, por cierto, son delito. Es el uso que le damos a la Red lo que la define.

 

And the Oscar goes to… ¡Harlem Shake!

El próximo domingo se entregan los premios Oscar de cine y la academia de Hollywood se está encargando de calentar el ambiente en Internet.

 

 

El despliegue, como nos tiene acostumbrados, es bastante variado. Facebook, Twitter, Google Plus, Instagram, Pinterest y otras redes sociales -por supuesto, también hay blogs– están inundadas ya de comentarios y fotografías de la preparación y de las últimas noticias sobre la ceremonia, que va a presentar el actor Seth MacFarlane y se va a poder ver en la cadena ABC.

 

 

No solo los perfiles oficiales están contribuyendo a este ‘previo’ de la gala, también lo está haciendo gente involucrada en la misma, como el productor Neil Meron, que va colgando en su cuenta de Twitter fotos del escenario, del backstage, los ensayos y las horas de trabajo a contrarreloj.

La web de los premios, además, tiene un apartado muy útil -creo recordar que el año pasado también lo tenía, aunque me parece que está mejorado- para monitorizar la conversación en Twitter sobre los Oscar. Se llama Oscar Buzz.

En él se sigue todo lo que se dice en la red social de microblogging, supongo que también con vistas a estadísticas posteriores, en función de los hashtags. El principal es #oscars. Asimismo, se pueden ver agrupadas las imágenes relacionadas con los galardones gracias a otro widget ad hoc.

La web ofrece también la posibilidad de tuitear desde allí mismo qué vestido nos ha gustado más en la alfombra roja o simplemente aportar nuestra opinión. En Twitter, la academia regala posters y otros premios haciendo pequeños concursos; y no podemos olvidarnos, claro, de la app para móviles.

 

Este año, por otra parte, la organización ha llevado a cabo un viaje por todo Estados Unidos paseando una de las estatuillas doradas, el Oscar Road Trip, acción que tiene su propia web y su cuenta en redes sociales y que está destinada a los fans.

Como podéis observar, casi todo está enfocado a la participación, encuestas aparte. Aunque la cuenta atrás para los Oscar no podía dejar de lado ni a los vídeos ni a YouTube.

Todo el mundo ha ensayado alguna vez frente al espejo un discurso de Oscar. Confesad. Para aprovechar todo ese talento casero, la academia anima a la gente a que se grabe en vídeo y suba a su canal de YouTube los agradecimientos. My Acceptance speech, que así se titula la iniciativa, pide discursos originales y divertidos hasta el próximo 8 de marzo.

 

Aunque os diré que, como era previsible, ya se ha colado entre los aspirantes el viral de moda, es decir, el Harlem Shake, que acaba de saltar al número uno en Billboard después de que se hayan empezado a tener en cuenta los vídeos de YouTube para elaborar la lista de éxitos. ¿Lo hará alguno de los premiados el domingo? ¿Apuestas?

 

oscar

 

Vale, dilo, pero en 140 caracteres

Por alusiones (léase el título de este blog), tengo que decir algo. O al menos solicitar oficialmente que la medida ‘140 caracteres‘ entre en nuestro sistema métrico decimal.

Si los campos de fútbol y el sueldazo de CR7 -¿o era 9? Me pierdo- han recibido el consenso social y mediático en este tema -para extensiones euroalcorconeras, millones supuestamente afanados o rescates inconclusos, por ejemplo-, no veo razón por la que las expresiones tuiteras no puedan ser reconocidas. De hecho, su uso ya marca tendencia (ojo, señores RAE): ya nadie dice «una imagen vale más que mil palabras», pensadlo. Ahora todo es, si cabe, más afil(n)ado.

 

 

El líder de CiU, Duran i Lleida, ha dicho durante su intervención en el debate del estado de la nación que «reducir la política a 140 caracteres no es política». Depende del cristal, como casi todo. Supongo que el diputado se refiere a los modos, la depreciación y los globos sonda que en ocasiones rellenan el discurso político. Se queja de que muchas veces no hay contenido en lo que los líderes y dirigentes transmiten a los que les escuchan. Se olvida Duran de que existen los benditos enlaces, que son los que acompañan a las palabras y los titulares.

 

 

El contenido siempre fue lo importante, aunque mucho se contribuya para difuminar esta idea. Si no se hace, no es que no se pueda, a lo mejor es que no se sabe hacer. O no se quiere, vaya. La política está más que capacitada para colocar enlaces en esos simbólicos 140 caracteres y no dejar que le saquen los colores por pasarse con la retórica.

 

 

Lo interesante es que los ciudadanos pinchen y accedan (cuezan y enriquezcan). Y lo más difícil, también. ¿Hemos caído en el clic fácil con la política? ¿Hay en ella como en el ecosistema -siento el palabro– de Internet community managers con subidones? Hay debate, porque nadie piensa lo mismo al respecto.

 

 

Casualidad, el Congreso de los Diputados ha escuchado hoy esta alusión cuando Twitter pone en marcha una limitación en el espacio. Los tuits con enlaces o fotos pierden caracteres y se quedan en 118 o 117 si llevan un enlace https -los que incluyen solo texto mantienen incorrupta su extensión-, aunque no dejan de tener tantos como para que la vida misma (o la muerte misma) no pueda ser retratada.

No obstante, habiendo tuiteros cuyos caracteres son distintos a los del resto -en la variedad reside el gusto, pero también la sabiduría- y reciben premios por ello, no hay nada que temer. El universo conversacional es enorme. Y sí, me refiero a @mtascon y sus…

 

 

En cualquier caso, recordad: dotar de contenido nuestro mensaje de 140 caracteres con enlaces, contexto o sustancia no quiere decir que tengamos que ser farragosos o extremadamente pesados. Y, sobre todo, es esta una tarea que demanda -hablemos de Twitter o de política- un elemento muy importante para la comunicación en general: ir al grano.

 

 

Pontifex, ¿el Twitter vacante?

Todo el mundo sabe a estas alturas que ligar una cuenta personal de Twitter al nombre de la empresa donde uno trabaja puede no resultar un acierto. Porque uno se va -y a lo mejor no puede quedarse con la cuenta-, uno escribe algo indebido e involucra a su jefe, uno no sabe equilibrar, etc.

Y me refiero estrictamente al nick, no a colocar debajo de él el nombre de la compañía en cuestión, que eso es opcional y siempre puede añadirse, por si las moscas, eso de ‘estas son mis opiniones, solo mias y de nadie más, por los siglos de los siglos, amén’.

Pasa algo parecido cuando un político se abre una cuenta solo para una web electoral, con año incluido, y después lo deja porque ya ha pasado el día de urnas en cuestión. Las prácticas han mejorado en este sentido, que conste. Ahora se modifican los nombres -en vez de eliminarlos- para adaptarlos a nuevas realidades -casi siempre después de perder-, aunque siempre quedan los que se metieron en Twitter casi por ‘obligación’ y, tras dejar por imposible lo de entender el medio, cierran el chiringuito (Burbujas, burbujas).

Yo soy partidaria de tener una cuenta personal en la que mezclar diferentes aspectos de la vida y de intentar gestionarla adecuadamente. Pero con un nick propio, significativo, con un valor que identifique a su dueño con aquello que dice. Si se aplica el sentido común, no debería ser un problema.

Esto tiene, claro, la salvedad de las empresas que obligan a separar a sus trabajadores las cuentas personales y profesionales (en el sector de los medios de comunicación pasa mucho). Y si hablamos de una institución o de una figura política o religiosa mundial al frente de la misma, la cosa también puede cambiar (vale, con Obama no).

Por eso @pontifex fue (es) un buen nombre. Sin ataduras y ligado al papado, que no al papa. Un nombre creado para perdurar y con un significado más allá de lo terrenal: «constructor de puentes». El Vaticano ya lo dijo: «Twitter es más institucional». Y ahí pudimos (y podemos) suponer que una vez dejado el anillo, el pontífice no iba a hacer de su móvil un sayo y ponerse a tuitear.

Por el momento, el Twitter del Papaaún en manos de Benedicto XVI y su equipo– no ha dicho nada sobre la inminente renuncia. Quizá no sea esa su función. Su último mensaje fue: «Confiemos siempre en el poder de la misericordia de Dios. Todos somos pecadores, pero su gracia transforma y renueva nuestra vida».

 

 

En la Agencia 101, que consiguió dotar de identidad digital al papa el pasado mes de diciembre, me comentan que prefieren no hablar sobre la continuidad, en tiempo y forma, de la misma hasta hablar con el Vaticano. El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, ha asegurado que Benedicto XVI seguirá actuando como hasta ahora hasta que comience la sede vacante.

Gustavo Entrala, CEO de 101, dijo en diciembre, por su parte, que la cuenta seguiría siendo utilizada por los sucesores de Benedicto «hasta que Twitter deje de existir». Supongo que esa era la intención inicial y que lo estarán meditando. En cualquier caso, entiendo que el día 28 de febrero, a las 20 horas, inicio de la sede vacante, @pontifex cambiará, al menos, de avatar y la cuenta quedará en stand by hasta la fumata blanca.

Lo único que ha manifestado Entrala -en su cuenta de Twitter- es que el lunes, día del anuncio de la renuncia, @Pontifex «sumó 40.000 seguidores» y la versión en español, @pontifex_es, «sumó 16.000». Además, informó de que tuvieron que «multiplicar por cuatro» los servidores de news.va, la web de información del Vaticano que también gestionan.

De momento, los hay que con 34 tuits de nada andan haciendo estadísticas. Pero aún queda algo por saber: ¿cuál será el próximo tuit de Benedicto XVI -que habrá al menos uno, supongo-?…

 

Por cierto, que la periodista de la Agencia Ansa que dio la noticia de la renuncia, Giovanna Chirri, lo tuiteó. ¿Su acierto? Por supuesto, contarlo primero donde debía; pero lo fundamental fue que sabe latín y entendió al papa a la primera.

 

*Foto: EFE.

#OpenDraghi o el pulso de Twitter al BCE

El señor Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, va a comparecer en el Congreso de los Diputados español el 12 de febrero (a las 14 horas). Pero a puerta cerrada. No habrá transcripción de lo hablado, ni actas, ni grabaciones, según ha contado hoy mismo el portavoz de Izquierda Plural, José Luis Centella.

Lo que sí habrá es una rueda de prensa posterior, pero nada más. Así que dos diputados de ese grupo, Joan Coscubiela (ICV) y Alberto Garzón (IU), han anunciado en sus cuentas de Twitter de forma simultánea que tuitearán desde dentro lo que diga Draghi. «Algunos cumpliremos con nuestra obligación de informar de lo que allí suceda. Como intentamos siempre», ha escrito Coscubiela.

 

 

Tras pedir ayuda a sus seguidores han establecido que el hashtag que utilizarán para la retransmisión de la sesión será #OpenDraghi, aunque otros finalistas han sido #LuzYTaquígrafos #DerechoASaber y #BCEnsura. «Yo haré RT», ha dicho Chesús Yuste, diputado de la Chunta Aragonesista.

Pero también lo utilizarán a partir de ahora «para denunciar lo que no podremos decir» en los 6 minutos que durará su intervención, según Garzón, y «para suscitar debates sobre las políticas en la UE y en especial el papel del BCE», ha apuntado Coscubiela. (Draghi hablárá primero y los grupos parlamentarios tendrán turnos de seis minutos; después, les responderá el presidente del BCE).

 

 

Al parecer, ha sido el propio Draghi quien ha impuesto el formato, el mismo que usó cuando compareció en el parlamento alemán (Bundestag). La Cámara «ha aceptado» sus condiciones. En concreto, el tema se trató en la Mesa del Congreso de los Diputados y se optó -«aunque no como una decisión formal», me explican fuentes del Congreso- por aceptar la propuesta.

«No» se trata, me dicen, de una comparecencia «ordinaria» en comisión regida por el reglamento del Congreso en estos casos. Se trata de una «invitación». ¿Y por qué se ha aceptado el ‘formato Draghi’, que incluye que no haya prensa presente?, pregunto. «Porque si no, no viene». La Cámara decidió que le compensaba que el presidente del BCE se sentara en una sala del Hemiciclo, esa es la explicación.

Leo que el Congreso podría sancionar a los diputados rebeldes, aunque a mi me han explicado que la Cámara «no prevé nada» en estos casos, «no puede prever nada», insisten las fuentes. Dicen que esto es un «futurible» y que prácticamente todo dependerá de la «reacción de Draghi» que, por qué no, podría levantarse y marcharse, quién sabe.

«A la comparecencia de Draghi acudiremos con iPhone en una mano y la Constitución en la otra. Espero no prohíban las dos», ha dicho Coscubiela en Twitter. He preguntado directamente por medidas preventivas y me insisten desde la Cámara en que eso no se contempla. Igual se monta el número en plena comparecencia que, me han confirmado explicitamente, «que sea a puerta cerrada no quiere decir que sea secreta». Ojo.

 

 

Esto es: que se puede contar lo que alli se dirá…. pero no en el momento. ¿Absurdo? Pues en plena tramitación de la Ley de Transparencia, en plena demanda ciudadana de la misma hacia las instituciones y en plena crisis y angustia vital y económica de muchas personas y siendo que el presidente del BCE no es cualquiera, pues sí lo parece.

Va a estar la clave en la (in)formalidad de la convocatoria. Van a estar ahí las lagunas porque, por supuesto, esto no es un tribunal ni habrá un juez en la sala y las normas del Congreso nada dicen de las redes sociales, solo de las «grabaciones gráficas o sonoras».

Es un pulso. Podremos saber lo que ha ocurrido en la comisión a posteriori, si es que alguien nos lo quiere contar. La rueda de prensa «dará cuenta» de ello, aunque sin transcripciones -por cierto, que en las sesiones secretas sí se levanta acta taquigráfica… ¿declararán secreta la comparecencia?- ni grabaciones lo que nos llegue será una versión mermada, es lógico.

 

 

Tuitear lo que hablen Draghi y sus señorías en directo por iniciativa personal no rompería ningún secreto, puesto que la comparecencia no lo es oficialmente, al menos de momento, pero sí romperá el compromiso adquirido por la Cámara, que ha pactado el formato. Hay que recordar que Izquierda Plural no tiene representación en la Mesa del Congreso, donde solo hay miembros del PP, del PSOE y de CiU.

No me cabe duda de que se sabrá lo que ocurra en la comparecencia de Draghi, tuiteen unos u otros, desde dentro o fuera, tomen notas en una red social u otra o en una wiki compartida; y tampoco creo que se vayan a prohibir los móviles en la sala, faltaría más. La polémica durará aún un par de semanas.

 

Vine: seis segundos, no más

Es el teaser del teaser. El gif en versión del director. La introducción del vídeo en Twitter -aunque en una aplicación separada- de forma oficial. Se llama Vine y, tras un tiempo de especulaciones sobre metrajes en el microblogging, ha llegado para hacer nuestras vidas aún más complicadas en la red social.

Otros lo intentaron antes, pero no supieron mantenerse a flote. Por eso supongo que el estreno de hoy es una prueba-error. La aplicación, de momento solo disponible para iPhone e iPod Touch, permite grabar 6 segundos de vídeo con sonido y hacer planos diferentes. Una muestra casera:

 

 

Los 140 caracteres del vídeo. Aún diría más: los «urgentes» de los medios de comunicación, los titulares de un boletín, las imágenes que se te pasan por la cabeza antes de un susto, el «Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir». Eso es Vine.

¿Y sirve para algo? En un primer vistazo, los vídeos marean un poco, sobre todo porque cuando la creatividad aflora y nos creemos, no sé, Soderbergh o Luhrmann, podemos llegar a intentar construir relatos demasiado pretenciosos. En realidad, ya lo hacemos con las fotos muchas veces y el vídeo aguantará más en nuestra retina. Supongo.

Twitter intenta hacerse multimedia poco a poco, pero en condiciones. Quiere fotos y vídeos integrados, de ahí que en su día entrenara un mini editor de fotos en la aplicación, además de filtros a lo Instagram; ahora quiere ser un poco Tumblr. Porque ya se podían subir vídeos a Twitter, pero con sus problemillas.

La utilización de Vine es sencilla: hay que descargarse en el móvil la aplicación, entrar con el usuario de Twitter y proceder. Con la simple acción de poner y quitar el dedo sobre la pantalla del móvil, se pueden escoger los planos que conforman la película entera, si es que se quieren grabar varios diferentes.

Las pildoritas -es que no lo llamaría vídeos- se pueden compartir en Twitter, Facebook y Foursquare, es decir se pueden geolocalizar, aunque también se pueden subir exclusivamente a la aplicación de Vine, una suerte de Instagram pero de vídeos -vaya, pronuncié la palabra otra vez-.

Los cortos subidos a Vine se pueden ver en web, pero no se pueden embeber, no así los tuits en los que nuestras pildoritas visuales vayan incrustadas. Solo espero que esto no sea un pretexto para darle movimiento a nuestras fotos comiendo (y de comida). Aunque lo de las recetas exprés es otra historia: tiembla, Arguiñano.

 

 

**Actualización: Facebook ha movido ficha con Vine y ha decidido no permitir hacer búsquedas de amigos desde la aplicación en esta red social. En principio, las pildoritas se podrían seguir compartiendo en Facebook desde la app, aunque en Mashable dicen tener problemas con eso.

En cualquier caso, con la url directa de Vine se ven perfectamente. Es un recadito de Facebook a Twitter, después de que esta hiciera lo mismo con Instagram. ¿Quédarán los jefazos de ambas redes para pegarse?

Facebook en Vine

En una tarde en Twitter… (II)

…te enteras de que, después de algunos problemillas, el Partido X comienza este lunes su «segundo movimiento». Proponen leer, comentar y compartir legislaciones en redes sociales con el hashtag #infoDemocracia. «Toca a los ciudadanos mover ficha para asegurarse de que no les estamos vendiendo humo», explican.

 

 

Mientras tanto, os podéis entretener -a quien le guste el personaje y sus reflexiones- con la parrafada tuitera de hoy del escritor Arturo Pérez Reverte, con posterior conversación social. En esta ocasión, el caso Bárcenas es el tema tocado en el debate, que como siempre ha estado muy concurrido.

 

 

Otra discusión que he estado siguiendo en las últimas horas con atención es la que ha generado un artículo publicado en El Diagonal titulado Machismo gafapasta, con un planteamiento arriesgado, polémico y que ha recibido respuestas de todo tipo: el sexismo en la música indie.

Aquí podéis leer un Storify sobre lo que ha dado de sí el asunto en Twitter (al menos una parte), elaborado por Marta, una de las autoras.

 

 

Vamos con un par de acciones muy diferentes. La primera, del periodista José Antonio Piñero, que llama con un vídeo en silencio y desde las redes a compartir virtualmente un lazo naranja para apoyar a los despedidos en ABC Punto Radio, su radio.

 

 

La segunda, que descubro gracias a Merche @pintiparada, tiene otro tinte. El actor Julián López deja de tanto en cuanto un par de entradas reservadas para alguien que no existe en los teatros en los que actúa y da el aviso a través de Twitter un rato antes de la función. El primero que las pida, se las queda. Me encanta.

 

 

En una tarde en Twitter… (I)

…descubres algunas cosas interesantes, como por ejemplo, que Wikileaks anda diciendo que Aaron Swartz, hacker, cofundador de Reddit y uno de los creadores del RSS, que se suicidó hace una semana, mantenía contactos con Julian Assange, ayudó a la red y que podría haber sido una de sus fuentes:

 

 

Swartz tenía puestos encima los ojos del Servicio Secreto estadounidense que, por cierto, tiene cuenta en Twitter, algo así como cuando en la serie 24 cogían el teléfono y decían, grosso modo, «Oficina secreta de la UAT, ¿dígame?». En cualquier caso, los espías no charlan, no siguen a nadie y muchos de sus tuits enlazan a notas de prensa. Pues vaya.

 

 

Si repasáis su timeline, este domingo se han dedicado, como no podía ser de otra manera, a tuitear informaciones de servicio público sobre la 57 toma de posesión. Las cuentas de la Casa Blanca, del presidente Barack Obama y la recién salida del horno @FLOTUS -muy fan, igual que de POTUS-, de Michelle Obama, han narrado también los actos.

De momento, la primera dama no llega a la treintena de tuits y solo sigue a cuentas oficiales -no a su marido-; la cuenta es gestionada por un equipo, aunque ella escribe a veces y firma como «-mo».

 

 

Otro que ha estrenado cuenta -más bien re-estrenado- es el Papa. A su lista de idiomas en Twitter, Benedicto XVI ha sumado el latín. Hoy mismo ha escrito su primer tuit: «¿Qué nos pide el Señor para contribuir a la unidad de los cristianos? Orar constantemente, practicar la justicia, amar la bondad y seguirlo».