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Entradas etiquetadas como ‘frio’

Una semana sin calefacción en un instituto de Toledo: se hace muy difícil dar clase

Alumnos del IES Universidad Laboral de Toledo 

Somos alumnos de 1º y 2º del Ciclo Formativo de Grado Superior en Guía, Información y Asistencia Turística del IES Universidad Laboral de Toledo y os comunicamos que llevamos una semana sin calefacción en nuestra clase sin que sepamos cuándo van a solucionar el problema.

Frío en el instituto

El termómetro marca la temperatura en el aula del IES de Toledo.

Se hace muy difícil dar clases con temperaturas tan bajas, en vez de arreglar la calefacción para dar clase el profesor de turno tiene que buscar una clase que esté libre por todo el centro y así pasamos todas las mañanas, como nómadas. Denunciamos esta situación y la queremos hacer pública. Nos gustaría que lo publicasen por si ello facilita la solución del problema.

A veces la calefacción encendida es un lujo

Por Maite

Una mujer regulando la calefacción (Gtres).

Una mujer regulando la calefacción (Gtres).

Leo repetidamente en los periódicos acerca de la pobreza severa que azota a algunos hogares y, entre las carencias básicas, encuentro el no poder poner la calefacción. Yo crecí felizmente en una casa fría sin poner la calefacción salvo en contadas ocasiones, y aún hoy cuando a base de mucho trabajo de mis abuelos y padres la situación es mejor, no es algo que tengamos encendido por defecto. Todos queremos todo, pero distingamos lo que es básico y no, que estar calentitos y en manga corta en casa está muy bien, pero si no se puede pagar, hay batas, mantas y batamantas estupendas que hacen muy bien su función (hablo por experiencia propia).

Los días de lluvia

Por María José Viz
Lluvia.

Un hombre camina bajo la lluvia. (EFE)

Llueve. Me gusta mirar, escondida tras las cortinas, la caída constante de la lluvia. Aquí estoy a salvo, pienso. De pronto me imagino saliendo a la calle y chapoteando, como si fuese una niña, en alguno de esos inmensos charcos que se han formado. ¡Sería divertido! Pero mi sentido de la responsabilidad me impide hacerlo. Ya soy mayor para esas cosas. Me quedaré en casa compadeciéndome de los que intentan desplazarse, con el viento en su contra, empapados hasta los tuétanos.


Pasan las horas, y sigue lloviendo. Tras comer, leer, bailar, escribir, volver a comer, escuchar la radio, ver TV… me vienen a la mente los que han perdido sus cosechas -aquel río que hace un mes estaba casi seco de repente se ha desbordado con furia y violencia-, los que tienen inundado su garaje, los que han cogido una pulmonía, los que ven anegarse su local de negocio -que constituía su único sustento-, los que viven en la calle, los que trabajan a la intemperie; los que, a causa de la maldita lluvia, sufren un grave accidente de tráfico, los que se quedan con lo puesto y saben, mucho antes de solicitarla, que no van a recibir ningún tipo de ayuda… Es en ese momento, cuando noto que también llueve dentro de mi cómodo hogar. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, se me está mojando el alma, de pura impotencia y frustración, por no poder hacer absolutamente nada para evitar tanta desgracia.