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Desmontando a Christian Grey

Esta semana se estrenaba en Madrid la película Cincuenta Sombras más oscuras, de la trilogía erótica de la aclamada E. L. James -una de las asistentes junto con los actores de la saga (más acaramelados que nunca para callar bocas) y el director del film- y con la que tuve el honor de coincidir en el improvisado baño que había junto a la sala en la que se iba a proyectar lo más sado del cine actual, con un escote balconet y generosos pechos con los que bien podría haber ahogado al mismísimo Christian Grey si se hubiera propuesto éste hacerla su sumisa.

E.L James, el director James Foley, Jamie Dornan y Dakota Johnson en el estreno de la película en Madrid. (GTRES)

Pero para sumiso maravilloso, mi marido, al que mandé -con caída de ojos y pestañeo incluido- a por el cartón más grande de palomitas (en Kinépolis son sin gluten) para alimentar a la cerda que soy, y no me refiero precisamente en la cama. Era importante preparar el estómago y la mente para disfrutar de una de esas películas que prometen jadeos y cortes de respiración, y en las que lo más divertido es observar la cara de la gente en las escenas más comprometidas.

De repente, las luces del cine se apagaron e hicieron su entrada triunfal en la sala Jamie Dornan y Dakota Johnson, a la que sólo alargando la pierna podría haberla puesto a cuatro patas con más gracia que su compañero de reparto en la primera.

Y aunque lo más próximo que estoy de grilletes, latigazos y cepos es dormir con férula en los dientes, andar sobre tacones y recibir alguna incómoda patada a mitad de noche, me dispuse a dejarme llevar por el universo Grey.

Después de 2 horas y pico de metraje yo ya era Anastasia Abenia. Y qué queréis que os diga de Chris:

  • No hay manera de que pise la tierra, es muy pesado con los aviones y sabe que me da pánico volar.
  • Con tanta zurra y la facilidad que tengo para hacer moratones, llevo el trasero color berenjena y, aunque abuso del Thrombocid, no me atrevo a ir a la piscina con mi madre a hacerme unos largos porque pondría el grito en el cielo y me prohibiría volver a ver a Christian.
  • Mr Grey cicatriza mal. Procuro que no me sorprenda mirándole el pecho. Tal vez sean verrugas, le tengo que preguntar.
  • Siempre escoge la comida en los restaurantes por mí y se pone como loco si pido mosto y no vino; eso sí, como es de billetera fácil, estoy ahorrando más que en toda mi vida.
  • No para de pedirme que me quite las bragas, no lo entiendo, un día de estos voy a agarrar una cistitis de las buenas y me veré obligada a beber litros y litros de Monurol.
  • Me elige la ropa interior, con lo a gustito que estoy yo con mis cosas de algodón, tan amorosas.
  • No suda cuando lo hacemos, es sumamente aséptico, tanto que me da apuro hacerlo yo. No paro de echarme el desodorante antitranspirante que compré el otro día en el supermercado por todo el cuerpo, ¿creéis que será malo?.
  • Temo preguntarle, pero todo lo que tiene en la habitación roja de su casa… ¿lo habrá esterilizado en el lavavajillas o estaré compartiendo gérmenes con otras sumisas?.
  • Otro tema que me preocupa es lo de andar por su casa desnuda, con esas paredes de cristal temo que haya algún depravado observando, o peor aún, algún paparazzi. Voy a hacer lo posible para que ponga las persianas de toda la vida, como en España.
  • Hay algo que no me atrevo a confesarle y es que, de tanto depilarme las zonas íntimas, voy todo el día irritada, y ni la Talquistina ni el Aloe Vera me alivian.
  • Menos mal que no usamos preservativos, soy alérgica al látex (le pedí, eso sí, los análisis para comprobar que todo estaba en orden, que ha sido muy golfo), aunque la dichosa pastilla hace que lleve los tobillos como los de un elefante.
  • Tanto misterio hace que mis amigos no se crean que sea algo más que un rollo lo que nos llevamos entre manos. Ya no sé cómo convencerlos de que lo nuestro empieza a ir en serio.
  • He dejado de morderme los labios porque si lo hago me conduce corriendo a la cama y no doy abasto con tanto ajetreo.
  • Cuando vamos por la calle vamos con guardaespaldas, me da vergüenza, parezco una ministra.
  • Me duele todo el cuerpo, estoy para que me lleven ya a una residencia de la tercera edad.
  • Necesito vacaciones.

Pero lo más importante de todo:

Creo que Christian Grey lo que quiere es formarme para ser faquir.

 

Avec tout mon amour,

AA

La otra lotería

Ayer 22 de diciembre el Gordo de Navidad caía íntegramente en Madrid, y era evidente que no iba a resultar agraciada con un solo décimo porque las probabilidades de que a una le vuelva a tocar la lotería en la vida son prácticamente inexistentes. De hecho -y aunque a mí bailarín y amigo de MQB, Pol, hace dos años le cayeran del cielo los 400.000 euros que todo ser humano que respira desea en estas fechas-, lo cierto es que se corre más riesgo en esta vida de parir cuatrillizos o de morir por ser un zurdo que abusa de los productos para diestros, que de que tengas la potra de que tu número surja de entre los bombos.

Y, en este sentido, sé que aunque los juegos de azar no están de mi parte, sí lo están los astros que hacen que cada mañana me levante pensando en la lotería que supone abrir los ojos junto a la persona con la que más batallas he librado entre las sábanas y conservar inalterada la ilusión de pasar un día más junto a un equipo que se deja la piel para que cada día gocéis de Hazte un Selfi News (de lunes a viernes, a las 19:30h, en Cuatro).

De pequeña pensaba que la tele sólo la hacían los presentadores y el cámara, pero hay un gran número de personas detrás velando por que todo vaya bien.

Desde nuestro pequeño gran dictador y director Alberto Pierres, todo ternura, que cada amanecer nos despierta con el dato y al que Uri Sabat y yo respondemos con gráficos emoticonos, a Zafra, responsable de guion y único culpable del comportamiento bipolar que gastamos ambos en plató.

Con nuestro guionista Zafra.

La vida es más amable cuando Alberto, Debo y producción está cerca mimándonos o deambula a nuestro lado Puchu, la regidora que más paz inspira pese a las tensiones que se viven a pie de pista.

Pero Hazte un Selfi no tendría el mismo ritmo sin nuestros intrépidos reporteros y la montaña rusa que supone estar en manos de nuestra veterano realizador Valentín, cuya visión artística de la jugada es una incógnita a despejar cada tarde y al que le gusta tenernos controlados a vista de pájaro, a través de Óscar, el hombre que pilotando desde una grúa sobrevuela con su cámara nuestras cabezas como si de un helicóptero se tratara, mientras se escuchan de fondo los ruidicos de Pulpo, el hombre de abrigo rojo encerrado en una garita cercana a plató, que remarca todas las collejas y zascas dirigidos a Uri y que tanto me gustan.

En mis pensamientos no pueden faltar David Cardona y Olga Cabanillas, ellos nos cuidan, nos aconsejan y evitan que nos metamos en líos, siempre con buenas caras y la mejor energía del mundo.

Los momentos que más unen al equipo son las lecturas de guion en las que jefes, colaboradores -Rober Bodegas, Sara Escudero, Sara Gil y Charly- y presentadores buscamos el tono y la intención de todo lo que va a suceder en directo, entre consejos, fluorescentes y selfis, alrededor de una frágil mesa de esas en las que si te subes te partes el alma, algo habitual en un programa de televisión, que siempre supone un extra de esfuerzo, trabajo e ilusión para que nos disfrutéis desde casa y seáis un poco más felices… la mitad, al menos, de lo que nosotros lo somos creando sonrisas para vosotros, aunque no sea Navidad.

Y ahora que sí lo es, pediré a los Reyes Magos que se repita mucho esta maravillosa rutina que me persigue desde hace unos meses, junto al presentador más atractivo de la pequeña pantalla y el más jefe de la radio.

Gracias a maquillaje, estilismo y sastrería por convertirme en una preciosa presentadora cada tarde. También a mis compañeros de redacción, edición, azafatas y a los técnicos que me ponéis el micro, por tan difíciles maniobras en ocasiones… (risas)

Con mi estilista Antonio

Peluquería hace magia con mi pelo.

Maquillaje me convierte en la más preciosa presentadora.

No puedo sentirme más dichosa de haberme embarcado en este proyecto de Cuatro.

Por muchos minutos a vuestro lado. Qué afortunada me siento.

Avec tout mon amour,

AA

Agosto en la ciudad

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Agosto me daba la bienvenida esta mañana, antes de acudir a mi cita diaria en Amigas y Conocidas en Televisión Española, con un escenario de película, el de la Gran Vía madrileña aletargada, más sola que la una y con el asfalto comenzando a evaporarse por el calor.

Con las sábanas plegadas todavía en mi cara y el semáforo en rojo, había tratado de encontrar la cámara que estaría rodando de nuevo la laureada película Abre los ojos, escuchar un “acción” en boca de Amenábar o subir a Eduardo Noriega el día de su 43 cumpleaños en mi coche con aire acondicionado y escapar los dos a una paradisíaca playa de Santander. Pero, como en la película del cineasta chileno-español, la vida es sueño y el semáforo se ponía de nuevo en verde dejándome huérfana de mis ensoñaciones en dirección al desvío de Boadilla del Monte, aprendiendo a dominar los delirios (se me aparecen oasis de agua turquesa por la Avenida de Portugal) hasta encontrarme con la misma chica que, bajo una gruesa capa de crema solar, vende pañuelos (que esconde detrás de un vehículo azul) todos los días.

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En el plató de las mañanas de La 1 hace calor, por eso a las Rodríguez nos gusta enseñar pierna. Unos cócteles y una cerveza (nada etílica) adornan nuestra mesa y nos invitan a imaginar paraísos ajenos a la capital. Nos lo pasamos muy bien, pero sabemos que el mar está lejos y que lo único que nos deparará con certeza la tarde es una piscina de cloro o bromo, para las más afortunadas, o en mi caso las gloriosas neveras del súper de El Corte Inglés próximo a mi casa por las que pasear palmito cuando la calle te asfixia con los dedos y el canto de las cigarras y las tiendas ya han cerrado.

Los nebulizadores de agua, a estas alturas del partido, ya son mis amigos y los busco como si fueran Pokémons. Cualquier obra de teatro o concierto es bien recibido si los grados bajan en torno a ellos, y Madrid de eso va sobrada, es un lujo, por mucho que os empeñéis en empapelar de manera virtual vuestras redes con fotos en bikini luciendo cacharrería, lugares que mojan sólo con mirarlos, noches estrelladas a kilómetros de la urbe o un Daiquiri de saturado color fresa, resultado de un filtro más falso que el bolso de un mantero, que hace más pocho al que repta por mi garganta cada mediodía.

Mañana, cuando deambule por los senderos de Dios de nuevo en coche, con el rostro transfigurado, le compraré un cargamento de pañuelos a esa chica, para secar la envidia y las lágrimas que arrastro como una zombie más a la intemperie, cuando por las tardes tiro de mis pies por las aceras sujeta a un té helado que me recuerda que también existe el invierno, pese a las imágenes que me devuelven las olas, que suenan a distancia como bofetadas.

Contentémonos con saber lo fácil que es encontrar aparcamiento en agosto en la ciudad. Eso es a lo que se agarra todo el mundo, ¿no?

¡Felices vacaciones a los desertores! Pese a todo…

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Avec tout mon amour,

AA

‘Amigas y conocidas’

 

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Tengo un grupo de whatsapp llamado “Las Rodríguez”, la versión veraniega del programa Amigas y Conocidas que promete dar que hablar. Y es que, desde el pasado viernes -y por culpa del responsable del formato al que es imposible darle un no por respuesta-, mi trasero rubio invade los mediodías y una de las sillas del plató de una cadena que me es felizmente familiar.

Tenía ganas de incorporarme a esa mesa gamberra, pero crítica y sincera, inspirada en el talk show estadounidense The View, entre las que ahora me encuentro. Peligroso todo, por estar constituido sólo por mujeres. Es claramente un “me asusta, pero me gusta” diario.

Es muy gracioso porque, el primer día, debido a mi naturaleza loca y creativa, el director del programa estaba atacado, intentando atarme en corto como a una criatura que viene de la anarquía más absoluta y come con las manos. Me habría gustado besarle la frente para que se relajara, como creo que no hace ningún día (risas); motivos no le faltan, somos una mesa más que efervescente. Al final puede que le coja cariño por atreverse a que dé mi opinión públicamente, cosa que, por muy raro que os resulte, es nueva para mí en televisión -no en mi blog, donde no dejo títere con cabeza- ya que siempre he trabajado con guion, narrando acontecimientos de manera improvisada o jugando a ser otra.

En lo poquito que llevo con Las Rodríguez, me alegro de haber congeniado tan bien con ELLAS, además a algunas ya las conocía, como a Berta Collado, Sonia Ferrer o Beatriz Cortázar. Ahora no nos queda otra que compartir, además de risas, las audiencias y hasta la maquilladora que nos restaura cada mañana que, cada vez que ve que Sonia lleva su perfume habitual, Chloé, al que tiene alergia y contra el que mantiene su personal cruzada (que por cierto huele increíble), no hay más remedio que fumigar la sala con un spray de limón que evoca directamente los baños de una gasolinera de carretera (risas).

Y cómo no hablar de las reuniones previas a la emisión, son maravillosas, en esa sala de muebles color cereza y sofás verdes tendría cabida otro programa. Alrededor de un espectacular catering compuesto por croissants calientes, zumos naturales, tortillas caseras y brioches, las Rodríguez nos pintamos las uñas o nos sacamos los ojos mientras debatimos acaloradamente los temas que nos han pasado por correo la noche anterior. Yo aquí tengo que decir que soy mucho de economizar, contarles lo que voy a soltar por la boca considero que hace que se pierda el factor sorpresa, así que siempre me guardo un as en la manga que va por autopista al directo, sin pasar por el peaje. Vale, lo del catering es mentira, me llevo yo la manzana de casa, pero el resto es cierto.

Café sí hay, para que estemos despejadas y cabales.

Aunque mi mayor preocupación es disfrutar, es lo que permanece al cabo del tiempo cada vez que emprendes un nuevo proyecto en la vida.

¡Vivan Las Rodríguez!

¡Y un beso a Inés Ballester, te estamos cuidando muy bien el chiringuito!

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Avec tout mon amour,

AA