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El big data del alma

Terror permanente a ratos

En el montón de actores y factores que participan en el caos mundi no podía faltar el terrorismo islámico o yihadista. Ya tardaba en asomar. Hay tanta competencia entre Estados, celebritis, corporaciones multinacionales y agrupaciones supraestatales, como la Unión Europea, que no queda hueco para asomar el logo.

El terror busca esa presencia, susto y muerte, solo tiene ese marketing criminal. Cuando alguien se descuida, ataca. Putin, al parecer, se ha despistado esta vez. Y la rama tal y cual del ISIS (que se llama a sí mismo «Estado Islámico» para darse autobombo) ha atacado en Moscú.

Putin no hizo caso a los avisos de los espías USA y de otros países, que al parecer ya habían avisado (era vox populi para los servicios de inteligencia).

También Israel debería haber sabido el ataque sorpresa que planeaba Hamás en octubre del año pasado, una auténtica invasión. Aun no se ha explicado cómo pudo ser que Israel no hiciera caso a las señales y avisos.

Nunca sabremos nada, todo es secreto oficial eternamente sellado. El soldado (luego la soldado) Chelsea Manning y el informático Julian Assange abrieron la lata de los secretos con Wilkileaks. Edward Snowden también filtró secretos de USA (le dieron un oscar al doc de Laura Poitras) y está fugado en Rusia (vaya sitio).

Los terrosistas han atacado a Rusia y como está en plena visibilidad por la invasión a Ucrania y sus tentáculos en África, y como USA ha dejado de ser el policía del mundo y se limita a advertir (y menos mal), pues el terror ha actuado.

El mundo multipolar. El ejemplo de Putin ha desatado la furia invasora e irredentista.

El terror tiene competencia de entes oficiales, más o menos legítimos, las exrepúblicas soviéticas, tantos entes. Ha vuelto, se ha hecho hueco temible, hueco de la muerte. Es una variable horrenda permanente. Hay que hacer caso a las señales, avisos, signos, infos. Y quizá rezar.

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