Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Quede vida sin polarizar

La monserga partidista abrasativa se apodera de todo y todo lo contamina. Qué pesadez universal. El bulbo de cada persona sufre la inclemencia atorrante y a la retórica bélica de los bandos. Es mundial, es local es íntima. Todo es campo de batalla. Todo es orégano.

Este abrasamiento cerebral invade las vidas por cada poro y las glánduas sudoríparas reciben micropartículas de polución retórica más intensas y frecuentes que los neutrinos y los rayos que manda el universo. Entre los microplásticos y los megamemes no hay escape.

El humano medio, sometido al bombardeo comercial de los partidos en guerra perpetua, no puede defenderse. Las consignas se cuelan por todas partes. Atraviesan todas las capas. Matan el incipiente pensamiento. El silencio favorece al otro, sea el que sea, el silencio es sospechoso. Tanto como la risa.

La monserga atorrante es signo de vitalidad. La dictadura de uno es intolerable. La de dos es saludable siempre que no anulen la vida exterior (exterior al poder, si es posible).

He visto a un soldado intentando defenderse u ocultarse en campo abierto usando la puerta de una nevera ante el ataque de un dron que ha esquivado el rudimentario escudo y ha impactado en el cuerpo del militar: la cámara estaba en el propio dron, así que el espectador es, en cierto modo parte del artefacto que mata.

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