Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Independencia y cobrar

El gentío móvil se ha contagiado de la exuberancia irracional de los mercados (frase mítica de Greenspan), hasta los propios mercados se han lanzado a la espiral de alzas del verano.

El gentío inmenso va por todas partes, circula sin límites y en todas las edades, baila y tapea, o solo toma una cerveza en una terraza, a saber qué hace el gentío.

Los mercados van locos, a punto de crack, ese subidón playero, pay play. la huelga de guionistas ha matado a las majors y la huelga de actrices y actores era obligada porque ninguna o ninguno tenía ya frases que decir.

Pero quién escribe las frases del cine y series.

La locura estivalera es total, Monegros Desert, pueblos de un habitante revientan la taquilla con toda clase de actos culturales, la cultura y los comistrajos de bellas artes calientan el verano y su ola de frío polar que ya se nota en los telediarios. Llega antes el frío por wifi.

Exuberancia racional, en el lado oscuro se empieza a hablar de dinero, que es la misma nitidez: independencia y cobrar. Es el summun, el famosísimo summun.

Independencia y cobrar del ente del cual te independizas. Dos utopías en una. El copón.

Exuberancia de expectativas / casi esperanza en código antiguo, cuando era una de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

Qué artículo si tuviera tiempo.

Peta Niger, se rompe África, que no acaba de entrar en la fiesta opípara (China no es buena metrópoli, por eso) y se arrojan a Rusia, qué desquiciamiento. Plutonio para Francia y hambre suicida. Estado tapón sin cobrar.

Independencia sin cobrar… imposible.

Los futuramas del New Frankenstein, los sociminis, quieren los pagarés por adelantado, avales, o mejor, el furgón del dinero, que lo mande Bruselas sin pasar por Madrid, que les haga un Bizum.

El gentío viaja más que nunca en la historia de las humanidades, incluyendo las movidas de Gengis Kan, Darío, Jerges y Artajerges y el gran Alejandro. El gentío consume todo lo que le echen, paella, pizza, tortilla, medusas fritas…

El ideal del Occidente impío en su largo declivar es sencillo: independencia y cobrar.

A ver.

A ver quién lo paga.

 

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