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El big data del alma

Las llamadas basura alimentan y destruyen la esperanza de sus víctimas

La pesadilla de las llamadas no deseadas es una tortura. Las llamadas basura son atentados contra la intimidad. Debe ser muy rentable porque no dejan de hacerlo. Machacan, trituran, destrozan. Llaman a todas horas, a la de comer, a la de la siesta, a la de cenar, después de cenar… nada se interpone entre la epidemia de spam telefónico y el usuario cliente víctima.

Las llamadas no deseadas son un terrorismo cotidiano que tensa y mata. Se aprovechan de las expectativas de la gente: quién no espera una llamada de un número desconocido, quién no alberga algún anhelo que puede llegar por esa vía ya absurda. Es una esperanza antigua, de un mundo que ya no existe, pero eso es la esperanza muchas veces.

Lo cierto es que nadie llama nunca fuera de los contactos registrados, ese mundo se ha extinguido. Y lo cubren con saña empresas infames, algunas muy famosas, otras desconocidas, subcontratas de gente más desesperada aun que acepta esos trabajos infames y que cargan con la ira, la decepción, la amargura y el dolor de aquellos a los que torturan mil millones de veces, a todas horas. Es horrible.

Las máquinas todavía no han suplantado este empleo inhumano, aunque hay ensayos, pero lo normal es que sean personas las que fastidian a otras personas.

Los gobiernos son casi mera propaganda, hace décadas que no pueden apenas intervenir en las realidades, o sea, las empresas, lobis, corporaciones… y suplen esa incapacidad anunciando mil cosas, promulgando leyes que ni ellos mismos entienden, emitiendo spam oficial comprado a amigotes y allegados… pero ni se acercan a las realidades. Como las llamadas basura.

Pronto los cargadores tendrán una única entrada usb, esta medida ridícula ha costado diez años a la UE, y ya veremos en qué queda o qué inventa la industria para soslayarla o encarecer esos chismes. Diez años anunciando el cargador universal. Así de áspera es la industria que no cede en un mísero estándar para el usb.

Los gobs promulgan leyes y decretos para impedir estas llamadas de la muerte, pero no lo consiguen. Ponen multas ridículas que nadie paga jamás.

Hay mil recursos para impedir las llamadas horribles, pero ninguno funciona, siempre ves a alguien sufriendo con esa cara de duda existencial mirando un número y zozobrando… lo cojo o no lo cojo. Hay listas de spam, pero los números son infinitos; está la lista Robinson pero no la respetan. Está la ley de protección de datos que nadie cumple…

Las llamadas basura son un terrorismo diario. Sin ilegales, incumplen todas las normas, empezando por la educación, base de la evolución que nos ha traído hasta aquí.

Riiiing

En las novelas de Javier Tomeo, de cuyo largo viaje se cumplen diez años en junio, siempre hay llamadas intempestivas, pero cuando responden nadie dice nada.

Los que ejecutan esas llamadas basura cargan con las maldiciones de sus víctimas por molestarles y por quebrantar sus esperanzas de que llame quien nunca llama.

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