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El big data del alma

La bola de hierro del Titanic

Ha aparecido una boya de hierro, una esfera con un asa, en una playa de Japón. No es del Titanic, aunque podría, podría haber estado flotando ciento y pico años.

Estamos en el siquiátrico… si lo hubiera. Han cerrado casi todos y ahora nos vendrían bien unos cuantos.

Insomnio, ansiedad, agobio, estrés, postración… postergación…

Ha desaparecido la palabra procastinar o tiene menos presencia.

Con la fiebre del globo espía y sus émulos en Japón acariciaron la esperanza de que habían encontrado un ovni vintage. Es fabuloso: ¡un globo de hierro!

Un ovni medieval, quizá una bola de entrenamiento para samurais.

La bola desafía todas las leyes empezando por la de la gravedad, las de Mendel de los guisantes… y solo respeta la de Arquímedes, de momento.

Esta bola de hierro de 1,5 metros de diámetro, al estar vacía (la han mirado) va a dar faena a Mulder y Scully, pobrecicos.

La boya del Titanic es la bola de preso de un gigante que no sabemos dónde está.

La bola de hierro es un precedente del nuevo balón de basket impreso en 3d formado por exágonos perforados.

El típico gigante enano, un tipo normal, trans. Lo trans es lo normal, siempre lo ha sido, pero hasta ahora no se ha legislado a tope de vueltas. Lo básico en general es la reversibilidad. La sostenibilidad, que ha durado poco, es la reversibilidad. Por ejemplo, esto.

Tras los discursos y los desfiles de Putin y la visita de Biden a la zona cero cero estamos esperando algo, quizá nada, dentro de lo imposible que es tradicionalmente lo peor… hasta que ocurre. A veces ha pasado.

Pero aguantamos de momento como una piña o una pifia en torno a la OTAN y la madre USA, que manda armas seminuevas y hasta felicita a las periferias.

Al no funcionar los gasoductos Norstream hay menos estrés con Alemania. Nadie los ha volado oficialmente. Se han roto.

Ohio sigue en calma tensa, dentro de la normalidad semitóxica.

Falsas alarmas variadas. Todo bajo control.

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