Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Tras el crack la nada

Tras el clímax del suicidio institucional queda un vacío. La lotería y la Navidad. Qué plan. Tras el clímax de la furia política sectaria populística y crack del TC queda un vacío, hay menos intensidad.

Mejor así. De momento… el vacío es peligroso porque queda ansiedad, mono de intensidades, ALGO!

Y cualquiera con malas intenciones puede llenarlo emitiendo basura. Estamos esperando dopaminarnos…

Cuesta acostumbrarse al vacío súbito.

Ahora hay que tender la colada… con suerte. Esas cosas. La bendita rutina hogareña letal.

Lo que es el vacío: esta madrugada he léido medio artículo larguísimo sobre los aspiradores domésticos… Y no he pasado de la escoba. Pero epistemológicamente era una pieza notable.

Gotean opiniones sobre la deriva suicida iliberal del sistema hispano de democracia ya un poco suigéneris y homologable, es una tendencia mundial bla bla.

La lotería ha sido como siempre nunca una bendición ver anta gente feliz saliendo literalmente de la miseria –excepto Elon Musk y otros mil como él todo el mundo está en la miseria– con sus ropas destrozadas casi nuevas –ya vienen destrozadas de fábrica–, los fondos habituales espontáneamente espeluznantes donde caen los millones.

La confianza en la lotería nacional, y navideña, y del niño, sostiene el país, aunque en unos días haya quedado claro que ya no es tan guay como queríamos pensar o fingir, que no era liberal sino iliberal. Ay.

La lotería aguanta el país, ya que el fútbol solo aguanta a Argentina, que falta le hace.

El vacío súbito, y que dure, es una semitregua ipolítica. La «i» de iliberal, tristemente celebérrima, vendrá bien para calzar a la misma política, que es la que ha roto el sistema. Lo viene rompiendo desde hace décadas pero ahora es cuando ha estallado a la vista de todes y se le ven las poleas y se le salen los untos agrios, ayayay.

Así, la política se puede ya llamar la ipolítica. La «i» delante es como el signo de admiración de apertura que nos comemos a imitación del inglés. Y porque en los teclados está, como la interrogación, demasiado escondido. Nos han colonizado el tecladito. Mejor si eso.

Una invetigación sobre la velocidad en que diferentes especies captan los cambios.

 

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