Sánchez confunde dos veces Kenia con Senegal y Feijóo dice que Orwell escribió 1984 en 1984. Imposible que se pongan de acuerdo en destruir la justicia. Son iguales en cuanto a errores (o quizá quieren emular a Rajoy, gran maestro del lapsus absurdo).
Quizá se equivocan porque están pasados de vueltas, saturados de sus monsergas y peleas. El error 404 acecha, mejor que descansen si pueden, que no podrán porque sus propios medios les exigen contenido incesante, verborragia, clamores.
Si los dos se equivocan, aciertan. Doble negación afirma. Al ser idénticos se repelen, es un conflicto eléctrico. La transición está empezando cada día.
Lo bueno de este desencuentro sistémico de pp/psoe o psoe/pp es que la justicia puede seguir al ralentí por inercia y nadie se dará cuenta. Lo que podría acabar con el Estado sería que la justicia, su tercer pilar, comenzara de repente a funcionar bien, o normal.
La sanidad está reventando y las listas de espera ya igualan casi a las de la justicia, y quizá esa morosidad de la sanidad pública ponga celosa a la justicia, pues le ha salido un rival para el primer puesto en el ranking de la lentitud y el atraso.
Podría haber un conflicto de ineptitudes estatales no declarado. Bueno, el ejército le aumentan el presupuesto por exigencias mundiales: si el Estado renuncia a atender la sanidad y la justicia al menos que haya stock de balas.
Sánchez y Feijoo van a su bola partidaria y les da todo igual, empezando por la justicia y la sanidad.
La UE pide de nuevo que reparen la justicia, pero ya intuye que es irreparable, y quizá sabe que la quiebra del tercer poder en España es una cosa más del declinar general, que incluye el gravísimo derrumbe de la sanidad.
Quizá la Unión sabe todo esto y lo deja estar, admite dilaciones eternas y vuelve a dar avisos porque hay cosas más urgentes o porque estos deterioros forman parte del posmundo neolib que ya nadie sabe ni puede recoser.
Lo importante ahora es el gasto diario que los bancos monitorizan al minuto, las cifras reales que nunca llegan al común y cuando llegan ya no interesan a nadie.
O sea, el puente de Todos los Santos, ahora Halloween, el trasiego, la gasolina, el turismo, el iva, el bendito consumo que sostiene a los gobs y sus dilapidaciones innumerables.
Los fastos del poder, el prebendismo, las mil formas de agitprop y su barullo incesante.
Aprovechar el puente largo en pleno cataclismo, puente con buen tiempo, verano en otoño. El CC que nos mata, a cortísimo plazo, es una bendición.