Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Ni para el ascensor

La covid, la guerra y el cambio climático han pasado a peor vida. Nadie les hace caso, excepto que te peguen un coletazo.

Por ejemplo, hay mucha gente pasando el covid, una semana con dolores y malestar fuerte, otras personas lo llevan mejor, con paracetamol. Y les aconsejan hacer vida normal… con mascarilla a ratos.

La séptima ola es un hecho, aunque la llevamos con cierta naturalidad suicida, pero hay muchos casos, y algunos duelen. Cuidado, mascarilla, pocos besos.

Total…

Cualquier tema frívolo se encumbra enseguida, no podemos más con los problemas, ni siquiera la salud mental, que en los últimos meses se ha abierto hueco en la panoplia de las infamias que nos devoran, resiste el verano anticipado.

Quizá ha pasado el verano y no lo supimos.

La prostitución existió brevemente mientras se jaleaba en el Congreso, quizá el gob ha hecho una ley, a lo mejor hasta está en vigor, pero el tema se ha desvanecido.

Los combustibles, la inflación, la comida, la ropa… todo es burrufalla de ascensor.

Hasta el rey emérito tuvo su fulgor efímero.

El kk (cambio climático) y la invasión de Ucrania se han olvidado. Es un olvido preventivo, de salud mental. Algo en el cuerpo, el hardware, que es muy sabio, rechaza los problemones inmensos que nos agobian.

Todo lo echamos al futuro por si acaso llega.

Las minuncias, siendo nada, nos llevan y nos traen en los trayectos. El caso es no pensar, no pensar en pensar.

No pensar en no pensar.

Hasta los ascensores llevan una pantalla para quedarnos embobados en el bucle o rulo que se repite infinitamente. La nada triunfa.

Quizá estamos descubriendo el zen de la saturación. Salud mental en el vacío cósmico.

Ah qué fresco se está en el filo de este agujero negro que nos alumbra oscurece en el centro de la galaxia.

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