Mundo descompuesto, roto, algo hay que hacer en cada minuto, algo por la igualdad, la armonía y la paz.
El país se hunde o ya se ha hundido, pero todo sigue más o menos en marcha, cierta inercia, algo de algo. Poco de nada. Otra mujer asesinada, o casi. Por su ex. En este día, 8 de marzo. Tan cerca y tan imposible, igualdades en espera, siempre en espera, aguanta un poco más. Brecha de esto, brecha salarial, brecha de brechas. Brecha digital.
El país se hunde si no alcanza la igualdad de género y caso. La igualdad de comida, sopa boba, renta mínima, renta máxima universal. El rider puede reventarse sin que nadie lo vea ni lo sepa.
La mujer que se siente insegura en las calles.
Largo camino que cada día empieza.
Películas de la depresión del 29, de la del año 2008, Las uvas de la ira. Tantas. El gran golpe. La muerte como salida. En Suiza votan contra el burka. El mundo se hunde un poco más, el lunes de marzo, día de los días del origen del mundo.
Hijos en casas, viviendas imposibles, alquileres inalcanzables, abuelos perdidos por esos caminos, tractoristas de noventa años. Prejubilados de 55.
Las vidas errantes, las no-vidas online perdidas por esos páramos, suburbios en streaming, series series youtubers influencers, niños embobados adolescentes paralizados por sus gurús en las tabletas, caras que dicen cosas, día y noche, millones extraños para los influencers mundiales.
Hasta las ligas se han hundido, los grandes clubes lo deben todo otra vez, caminos polvorientos, tastarros devencijados, alquerías perdidas, partidas de soledad, películas en la palma de la mano, conventos de monjas que reparten comidas, la sopa boba ha vuelto, el inicio es el final.
Y los millones sin llegar.
Parece que nadie puede hacer nada, ni los gobs, que tampoco quieren o querrían, ni los jueces les dejarían, ni los cientos de expresidiarios y expresidentes y políticos que se colocaron en las megaempresas públicas que ellos o sus padres privatizaron para que les colocaran a ellos o a sus hijos, nietos.
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