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El big data del alma

La mitad del tiempo se va en negociar con el Estado

La mitad del tiempo se va en negociar con el Estado

y sus entes inabarcables

El Estado nadie sabe dónde acaba. Esta brizna de Whitman, esta paja que zarandea el bochorno, esta semifrase… pertenecen a Él.

La semifrase es como el semirremolque, que no cuenta con eje delantero, aunque a veces sí. Depende de la frase anterior, o del vehículo que tracciona.

Quietudes burocáticas

El Estado, en la Unión Europea, ha crecido también a lo ancho, por arriba. Se ha buscado mil pretextos para expandirse hasta el último folículo.

El Estado es el mayor proveedor de noticias y entretenimiento, sanciones, advertencias, legislancias…

Cada cien kilómetros cambian algunas normas, pero es difícil saber cuáles son…

Unos expertos exigen que se audite la actuación de España ante la pandemia.

Es posible que si se hiciera saliera que el Estado ha colapsado ante una emergencia enorme, es disfuncional, demasiado complejo y confuso…

Tampoco sería el único.

El Estado quizá se ha ofuscado a fuerza de desidia, la desidia creativa.

Ese mismo diagnóstico gratuito sería la causa de que no se abriera esa investigación.

El Estado, sea lo que sea, sostiene que lo ha hecho bien (y que todo ha pasado, pues el funeral «de Estado» canceló el episodio).

Alguien aducirá que eso es achacable al gobierno, no al Estado, pero en fin. Todo está muy liado.

Cualquiera sabe.

En estos años se ha evidenciado que el Estado, como les ocurre a sus ciudadanos, no es capaz de negociar consigo mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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