En España es donde menos se sabe qué está pasando. Vamos a ojo, al buen tuntún.
Por eso las autoridades suelen aparecer con los ojos desorbitados, el gesto perplejo, la mirada visionaria…
La cruel realidad es que no hay test.
Y que sin test fiables no hay forma de saber si usted y yo tenemos el virus o solo somos aprensivos, como Woody Allen.
El mundo moderno, y el posmoderno, se aferra a los datos, a la zona medible, contable… ¡vendible!
Pero en este asunto de vida o muerte –covida o comuerte-, nos comportamos como intuitivos: la ciencia aprox.
¿Cuántos test se han hecho en España?
No hay forma de saberlo.
Ni siquiera eso.
Entonces, todo lo demás es una broma… macabra.