Buen días, feliz año nuevo.
Cada día empieza un año. Cada año empieza un día.
Buenos días, Greta.
Buenos días, Ursula.
O viceversa. Lo mejor que hace Euopa, o si quieres la Unión Europea, es tener a dos mujeres en danza por esos mundos llenos de mastuerzos.
Greta y Ursula.
La presi de la CE y la chica de 16 que es ídolo pop y conciencia del mundo ecol. O sea, el mundo.
Estas dos mujeres son el único valor seguro en un universo delirante y distopicado.
Donde todo se bambolea, surgen dos mujeres simbólicas de carne y hueso que mandan más que el Papa de Roma.
Cada una en lo suyo, no tienen capacidad ejecutiva, o muy poca, pero encarnan la conciencia líquida de la especie en peligro.
La especie siempre ha estado en peligro.
Y cuando no lo está (que siempre lo está), ella sola se pone.
El peligro inminente de extinción es la condición para sobrevivir. Los humanos y humanas han aguantado desde la espiroquet primordial por esa exigencia (que debe de estar impresa en el código, o quizá no): la angustia.
El humano y la humana despiertan (si es que han dormido) pensando que es su último día.
Y esa angustia, que no la tiene el oso ni el gorila, salva al humano ya la humana de perecer.
Fin del exordio darwíneo.
–
Cuando la especie no está en pelirgo, ella sola se pone.
Para ejercitarse y no dormirse. La modorra y el conformismo es letal o son letales, según.
La innovación, mantra de hoy, equivale a la máxima ansiedad.
Cuando todo iba bien inventamos la guerra fría y la amenaza nuclear.
El caso es estar el filo último, siempre con un pie aquí y otro allá.
Y ahora volvemos a estas mujeres, Ursula y Greta, que nos traen sendos mensajes de agobio y fin de serie.
Viva la vida.
____