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Cómo sentenciar un golpe posmoderno con un código moderno

El procés y sus monsergas ha sido, como argumentó Daniel Gascón, un golpe posmoderno. Como tal, no podía ser juzgado por un código anterior, que intenta ceñir hechos y tipos delictivos mediante pruebas.

Pero era un golpe, y lo sigue siendo, puesto que no ha concluido. y por lo tanto el Estado tenía el deber y el derecho de defenderse. El gobierno de la época, ya olvidado, se defendió tarde y mal, y con la mínima inteligencia posible (no encontró ni las urnas). En esto fue parejo a los instigadores del golpe. Pero el Estado, el gobierno aquel, no era posmoderno, al menos en la respuesta al desafío.

Así que como el gob no actuaba salió otro de los poderes, en general bastante mezclados, hay que reconocerlo (y reparar esa mezcla cuanto antes), el poder judicial, que si el golpe triunfaba se iba a quedar sin trabajo. El fondo de esta querella pesadísima y a veces entretenida es que todos pelean por su sueldo, sus cargos, su supervivencia. En eso no hay nadie posmoderno: Puigdemont se las ha apañado para ir cobrando, colocar a su mujer, tener una residencia, etc.

Ante la incapacidad del gob salió el poder judicial a por todas. Y salió el Rey, que también lucha por su puesto de trabajo: sin Estado no hay Rey, ni sueldo, ni palacio, ni nada.

El golpe líquido o gaseoso, si no se hubiera abortado, se habría convertido en un éxito, a lo tonto a lo tonto, habrían triunfado. Así que los jueces y el Rey, desde el punto de vista del orden y la ley y la vida cotidiana sin sobresaltos, han estado en su sitio. (La vida cotidiana sin sobresaltos es ya un sobresalto continuo, no necesitamos estos excesos de nacionalismos supremacistas para vivirla con la máxima intensidad).

La sentencia recoge esta dificultad de juzgar con categorías modernas un proceso posmoderno, lleno de equívocos, de símbolos y de monsergas publicitarias. Clasificar esas tontas peligrosas del procés en un código penal es difícil, pero lo han conseguido. Han ido con el bisturí fino y han afinado todo lo que ese código, el único que rige, la Ley Vigente, les permite.

Ahora empieza otro procés, pero ya partimos de la certeza de que si se intenta vulnerar las leyes, autonómicas, estatales o de tráfico, hay que atenerse a las consecuencias. Aunque solo sea porque al otro lado hay alguien que no quiere quedarse sin trabajo.

 

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