Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Letargo infinito por fin

El país se ha sumido en un letargo infinito. Como en tiempos de Rajoy en funciones. Había necesidad de esta calma solo turbada por las encuestas.

Que cesara la agitación gubernativa, los excesos de los cachorros —todos varones— ávidos de moncloar. Al fin elecciones, al fin solo propaganda declarada, la brutal sinceridad de la publicidad, el gañido de los machos alfa en agraz.

Todo es mero anuncio, proclamas, exabruptos, insidias y clamores.

El país, acaso sin saberlo, añoraba esta paz de la interinidad, el apagón del poder. El reposo del BOE y de sus 17 homólogos, la suspensión de la máquina de legislar. Hasta a los autónomos ha vuelto a estafar este gobierno, como todos los que le precedieron.

Nos despeñamos en esta agreste lasitud justo en los días que la autoridad asigna a quemar rastrojos. Por esas autovías a medio endeudar, por esas comarcales limadas a 90 Kms hora, se elevan humaredas que el urbanita rupestre identifica enseguida como señales de humo, presagios que nadie sabe interpretar. (El CIS va a fichar a un chamán).

Esta paz que precede a la monserga ritual es una bendición. Quizá esas demoras de meses o años en formar gobiernos son una forma de aflojar la presión gubernativa hacia abajo, hacia la indefensa ínfima humanidad.

 

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He sido el único que ha visto la entrevista a Sánchez y sus lapsus diciendo ERES en vez de «restos» al referirse a los de Franco.  ¿O lo he soñado?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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