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Entradas etiquetadas como ‘playa’

Día de playa en agosto

Por Enrique Chicote

Una playa española, en una imagen de archivo. (EFE)

Una playa española, en una imagen de archivo. (EFE)

Estaba de vacaciones, así que me levanté algo más tarde. Desayuné y cuando fui a comprar el periódico ya no había. ¡Vaya por Dios!

Me dirigí a la playa, sombrilla al hombro, esperando encontrar un hueco donde abrirla y extender la toalla, pero no fue posible, así que dejé el conjunto enrollado en la arena y fui a darme un baño.

La distancia entre yo y el más lejano a mí no superaba los cuatro cuerpos tumbados, de modo que nadé poco; sin embargo, mi ánimo aún seguía intacto.

Rojo como una nécora, volví al apartamento. Por la tarde salí a dar un paseo y, al rato, busqué un banco para descansar. Esperé a ver si alguien se levantaba, pero no tuve esa suerte, de modo que miré en las terrazas de los alrededores.

Después de mucho caminar encontré una mesita libre, rodeada de gente por todas partes menos por una, llamada perro. Desde que pedí la cerveza hasta que la trajeron transcurrirían fácilmente veinte minutos.

Inasequible al desaliento, me acerqué al espectáculo que se anunciaba en la plaza mayor. Algo pude acercarme, desde luego, pero no tanto como para reconocer lo que ocurría en el escenario.

El día siguiente madrugué y, al menos conseguí el periódico, pero a partir de las once, me sentí como Bill Murray, en ‘Atrapado en el tiempo’.

El surf se adueña de las playas de San Sebastián

Por Rafa Zamora Sancho

Hoy me he dado un baño en la playa de la Zurriola de San Sebastián. Al salir del agua, un socorrista muy amable de la Cruz Roja me invitaba a ir a la zona de bañistas (una franja de unos 60 metros de ancho situada en el centro de la playa, que para cuando llegas se te han quitado las ganas de bañarte).

Decenas de jóvenes reciben clases de surf en la playa de la Zurriola de San Sebastián (Juan Herrero / EFE)

Decenas de jóvenes reciben clases de surf en la playa de la Zurriola de San Sebastián (Juan Herrero / EFE)

Bien, la playa mide 800 metros: 740 para los surfistas y, ¿60 para los bañistas? Entiendo que en invierno los ‘surfers’ monopolicen toda la playa (nadie más se baña) pero ahora que empieza el verano, ahora que acaban de echar tropecientos mil metros cúbicos de arena haciendo más ancha la playa para poder albergar a los turistas que no quepan en la cada vez más esmirriada playa de la Concha, ¿ahora las escuelas de surf quieren adueñarse de todo el espacio marítimo?

¿Pero qué es esto? Deben tener mucho poder estas empresas surfistas; primero se finalizan las obras en tiempo record (para no perjudicar sus cursillos) y ahora, a invadir toda la línea de costa porque como hay escuelas de surf de punta a punta de la playa y todas quieren tener el agua a sus pies…

Señores concejales del Ayuntamiento de Donostia, piensen un poco, no vale lavarse las manos delegando la responsabilidad a la Cruz Roja, la matemática es muy simple: ¿qué media de bañistas se prevé que haya en verano? ¿Y cuántos surfistas? Los bañistas ganan por goleada.

Antes de que pase un accidente porque un principiante atraviesa con su tabla la cabeza de cualquier chaval que se ha salido de su “gueto acuático”, sería aconsejable tomar medidas.

El poder del surf en esta ciudad es impresionante, un motor económico muy importante, pero en verano los bañistas somos mayoría.

Y si se empieza por reducir tu espacio de disfrute en el mar, llegaremos a la aglomeración como en las piscinas, y a lo mejor acaban por cobrarnos el acceso a las playas (que seguro ya se le ha ocurrido a más de uno).

¿Vacaciones?

Por Francisco Pineda Zamorano

Andamos tan enfrascados en los problemas del país que apenas nos da tiempo para disfrutar de los pequeños placeres que nos ofrece la vida. Entre primas de riesgo, bajadas de bolsa, el paro, la crisis, los corruptos de varios lados, gobiernos en la picota y malandrines de la política, se nos olvida hasta aprovechar los espacios de relax y la maraña de malnacidos nos estropean lo cotidiano.

No hay conversación en un café, en un paseo, en un chiringuito que no pase por darle un repaso a la actualidad de la desafección hacia la política, en un gira que gira de una espiral dolosa que convierte nuestra rutina en un sin vivir. Incluso en la época estival, donde deberíamos desconectar del peso de la losa, no podemos apartar demasiado tiempo del imaginario colectivo lo mal que estamos.

Tampoco deberíamos desconectar del todo, porque entonces estaríamos olvidando la cantidad de perrerías que están haciendo con nosotros saliendo impunes de todo o de casi todo. Pero un respiro sí que toca darse: unos buenos paseos por la orilla de la playa, por los paseos marítimos, jugar con los hijos o con los nietos, una cerveza fresca o tinto de verano contándonos lo que nos haya ocurrido durante el año, preguntarnos por la salud, refrescarnos la memoria de las amistades y tener la oportunidad de estar unos días sin hacer absolutamente nada.Descanso en la playa

Las vacaciones son cada vez más cortas, tanto por el presupuesto destinado a las mismas como por la necesidad de incorporarse cuanto antes a la actividad laboral, aquellos que como privilegiados la tenemos. Estaremos menos días disfrutando del ocio total, gastaremos menos reduciendo nuestras comidas en terrazas, pero es básico que tomemos estos días para poder enfrentar un otoño que no sólo se presenta caliente sino que es muy posible nos traiga algo de magma de volcanes en erupción. Después de un cuasi apaciguado veranillo tendremos que resituar el asunto de la crisis económica, política y social que vivimos en nuestro país. Por unos días le daremos descanso (aunque hablemos de ella), pero la crisis forma parte ya de nuestro presente y de nuestro futuro, viéndonos obligados a enfrentarla en todas sus vertientes.

Así que a reponer fuerzas, a disfrutar lo que se pueda y a prepararse para lo que se viene encima. Aquellos instalados en el poder por el poder, los que nos han metido en este pozo que parece sin fondo, no deben respirar aliviados porque estemos de asueto. Deben preocuparse de la reacción porque han conseguido que la ciudadanía despierte y esté dispuesta a ponerlos en su sitio: mandarlos a la cola del Inem.

 

Benditos guiris

Por Ricard Alapont Montañola

TurismoNuestro país recibe cada año millones de visitantes de otros países. Son los llamados guiris, que incrementan su número con la llegada del buen tiempo y por su búsqueda de sol y playa.

Dado el contexto actual de crisis económica, no se deberían poner demasiadas trabas a los pequeños empresarios y empleados del sector servicios que viven precisamente de los guiris.

Los turistas extranjeros, junto con la hostelería, el turismo y las actividades lúdico-culturales relacionadas con ellos son uno de los principales motores económicos de este país, y desengañémonos, es prácticamente lo único por lo que se nos conoce fuera de nuestras fronteras y en lo que somos competitivos.

Hay muchos municipios y ayuntamientos que justamente ahora aprueban ordenanzas relacionadas con rótulos e información de los establecimientos, tamaño y forma de las terrazas —e incluso el color de algunos de sus elementos— con un afán presumiblemente recaudatorio y oportunista cuanto menos. Aunque soy consciente de la situación económica de los consistorios e instituciones públicas, sería mejor abandonar estas políticas hasta que las aguas amainen por lo menos.

Los guiris generan ingresos y empleo. Debemos salvaguardarlos y protegerlos, y especialmente a las empresas y personas que trabajan y proporcionan servicios para ellos.