Por Ricard Alapont Montañola
Nuestro país recibe cada año millones de visitantes de otros países. Son los llamados guiris, que incrementan su número con la llegada del buen tiempo y por su búsqueda de sol y playa.
Dado el contexto actual de crisis económica, no se deberían poner demasiadas trabas a los pequeños empresarios y empleados del sector servicios que viven precisamente de los guiris.
Los turistas extranjeros, junto con la hostelería, el turismo y las actividades lúdico-culturales relacionadas con ellos son uno de los principales motores económicos de este país, y desengañémonos, es prácticamente lo único por lo que se nos conoce fuera de nuestras fronteras y en lo que somos competitivos.
Hay muchos municipios y ayuntamientos que justamente ahora aprueban ordenanzas relacionadas con rótulos e información de los establecimientos, tamaño y forma de las terrazas —e incluso el color de algunos de sus elementos— con un afán presumiblemente recaudatorio y oportunista cuanto menos. Aunque soy consciente de la situación económica de los consistorios e instituciones públicas, sería mejor abandonar estas políticas hasta que las aguas amainen por lo menos.
Los guiris generan ingresos y empleo. Debemos salvaguardarlos y protegerlos, y especialmente a las empresas y personas que trabajan y proporcionan servicios para ellos.