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Entradas etiquetadas como ‘nacionalismo’

¿Qué se condena cuando se pita al himno de España?

Por María Monrabal

En referencia a la pitada al himno de España en el partido de la final de la Copa del Rey:

En España vivimos atrapados en el pasado. Le hemos dado a nuestra bandera e himno una connotación negativa derivada de dictaduras horribles y personajillos que han llegado al Gobierno con el único propósito de ver quién saca más para él y deja menos para el país. Tenemos que abrir un poco más nuestra mente, ver que somos algo más que una catástrofe política.

Hemos luchado entre todos por un cambio que posiblemente llegue y tenemos que dejar atrás el pasado y confiar en el futuro. Darnos cuenta de que todos en España estamos luchando por un objetivo común, que es el de lograr vivir en un país digno, y dejar atrás meras cuestiones nacionalistas que solo nos han llevado al odio entre unos y otros.

Debemos encontrar en este país cuales son los puntos en común que tenemos todos los ciudadanos y trabajar por ellos en vez de tirarnos los trastos a la cabeza cada vez que escuchamos un himno o vemos una bandera.

 Wert, Artur Mas, el rey Felipe y Ángel María Villar, en el momento de la sonora pitada al himno (GTRES)

Wert, Artur Mas, el rey Felipe y Ángel María Villar, en el momento de la sonora pitada al himno (GTRES)

Si pedimos un cambio, tenemos que empezar en todos los sentidos por nosotros mismos en vez de fomentar el racismo sin sentido entre iguales, darnos cuenta de que la política no lo es todo en nuestro país, que más allá de esto somos todos personas que pedimos que el país se rija desde la cordialidad y la racionalidad, y es como debemos actuar también nosotros.

Si nadie en el Gobierno trabaja por lograr una mediación, tenemos que ser nosotros mismos los que logremos ver que las actitudes violentas y de desprecio solo nos pueden llevar al caos, mientras que si trabajamos conjuntamente y vemos cuales son nuestros puntos en común, podremos llegar a alcanzar nuestros objetivos fácilmente, sin despreciar a nada ni a nadie.

Si somos un país lleno de personas que tienen una voluntad positiva, ¿para qué desviarnos de nuestros fines perdiéndonos en otras cuestiones?

Presumimos de ser personas de mente abierta, demostremos eso actuando pacíficamente y luchando desde el control y la racionalidad canalizando nuestra energía hacia lograr objetivos que realmente nos lleven a prosperar, porque de lo contrario no conseguiremos más que odio y el odio nunca lleva a nada.

Lo que nos deja Pujol

Por Juan José Fuente

Como era de temer, tras el estallido del escándalo, surgen las reivindicaciones del “lado bueno” de Pujol, por parte de sus cómplices o de inocentes útiles. Pero no se trata aquí de un mal paso al final de una carrera honorable.

El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol. (ROGER SEGURA/ACN)

El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol. (ROGER SEGURA/ACN)

Desde el principio, siguiendo el ejemplo de su padre y transmitiendo sus manejos a sus hijos, el banquero Pujol se dedicó a actividades fraudulentas en gran escala, utilizando incluso el Palacio de la Generalitat, convirtiendo desde la cumbre a Cataluña en una de las regiones más corruptas de Europa, según denunció la misma UE aún antes del 25J. Y, encima, llevándose este “amante de Cataluña”, -para robarla, claro-, el dinero a Andorra, Suiza, Latinoamérica, etc.

Sí, y es con mucho, mucho más grave que lo de la “pela”: antológico fariseo para desgracia de todos, utilizó la política y fomentó el peor nacionalismo, -tapándose con la senyera, hoy profanada con un trapo estrellado- para ocultar sus robos.

Nacionalismo muy racista, peor incluso que el de su mujer, que supo ocultar mejor. Aunque ya en 1950 escribió que “el inmigrante es generalmente un hombre poco hecho” que, si llegara a predominar por su número “destruiría Cataluña”; fiel discípulo, pues, de Sabino Arana.

Nadie quiere separarse si no se considera superior. Desde el en principio Pujol inculcó a los suyos el: “Hoy, paciencia; mañana, independencia”.

Durante su mandato, la fue preparando para garantizar su impunidad. Con mentiras, educó a muchos jóvenes, ahora al mando, en el odio a España dividiendo a la misma a la sociedad catalana, hoy al borde del precipicio por su fiel continuador Mas, también defraudador confeso y penado, quien, como otros, espera con la independencia escapar de rendir cuentas ante la Justicia de su comportamiento público.

Un país sin proyecto nacional

Por Moisés Gómez

137502Tras décadas de investigación, la psicología social ha llegado a la conclusión de que las personas nos convencemos mediante argumentos emocionales, y sólo después de estar ya convencidos buscamos argumentos racionales para sentirnos mejor. Pese a esto, políticos y creadores de opinión han coincidido en afirmar que el apoyo social a la separación de Cataluña respecto al resto de España disminuiría en el caso de que el Gobierno informara de los réditos económicos y sociales que Cataluña obtiene de la permanencia en España, así como de las consecuencias que tendría su salida.

Aunque podría ser interesante la puesta en práctica de esta iniciativa, hay que tener claro que el debate soberanista catalán se disolverá únicamente cuando los partidos que defienden la unidad nacional tengan un proyecto nacional que implique emocionalmente a aquellos catalanes que por razones emocionales quieren la separación de Cataluña respecto al resto de España. Mientras no lo tengan, el nacionalismo seguirá ganando la batalla de la opinión pública; pero no porque su proyecto sea interesante y adecuado para Cataluña, sino por incomparecencia del adversario.

Teoría de los izquierdistas contradictorios

Por Martín Sagrera Capdevila

No pocos izquierdistas reconocen que el nacionalismo separatista de las regiones más ricas es lo más contrario a la solidaridad internacional que proclama la izquierda. Pero después se niegan a participar en las manifestaciones contra esos nacionalismos egoístas… porque dichos actos están organizados por la derecha, cuando los culpables de que eso suceda son ellos mismos, que no toman la iniciativa para organizar esos movimientos y después ocultan su falta de militancia no colaborando siquiera a su éxito, o incluso criticándolos.