Yaybahar, el nuevo instrumento que nació en Turquía

Cuando vi que Görken Sen, un músico turco, había creado un instrumento nuevo, pensé en contracciones, respiración y llanto: me dije que había nacido un nuevo lenguaje en el estrecho del Bósforo. Un habla, a más señas, extraterrestre.

Su madre sería asiática, su padre, europeo, el corazón, marciano. Un niño popurrí, que aúna el clasicismo del laúd medieval con los maullidos de la ciencia ficción.

Cada vez que oímos hablar de un instrumento nuevo es como si una lengua brotara en las orejas, un dialecto tribal que aspira a la universalidad del inglés. ¿No te parece?

La música es el argot común, el habla de locos y dichosos, tiende el mismo puente que la sonrisa, la nostalgia, el éxtasis, la extrañeza y la rabia. Un aparato que es a la vez percusión y cuerda, muelles, arcos y tambores. Un instrumento acústico que suena como un sintetizador, y que cuenta con membranas, bobinas, espirales y un cuerpo resonante. Una catapulta de sonidos.

Se llama Yaybahar, nombre digno para una tribu perdida de los Annunakis; apellido de princesa persa que salta sobre la arena caliente.

Y suena así

Görken Sen, con amor de alquimista, prestidigitador o cazador de tendencias, se inspiró en el digeridó australiano, el ney de Turquía y el tambor de trueno. Amaneció por el útero de su imaginación un instrumento descomunal, que ocupa una habitación. Sus sonidos no parecen de este mundo a pesar de contar con elementos orgánicos, cuerdas largas y un mástil que recuerda a un chelo.

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