Hiroshima: retrato de una ciudad 10 años antes del infierno

Hoy es viernes y miro esta peliculita de Japón, un found footage que dicen los ingleses. Es material encontrado e inédito, apenas unos minutos mudos que muestran una ciudad en los años treinta; ráfagas de vida, niños corriendo, pájaros, tranvías, mercados, mujeres con kimono que parecen venir de la compra, ajetreo, arterias que bombean un barrio, que huelen a barrio, que son el barrio, con sus carteros, los señores cubiertos por gorras y sombreros, ciclistas, autos, un tráfico denso, policías, transeúntes, mozos cargando paquetes, un día cualquiera, vaya, en una ciudad que me parece incluso moderna, con sus bulevares y teatros, sus puentes y río, las prisas y los atascos, y los alumnos que salen del colegio y sonríen inocentes hacia la cámara.

Pienso que si en Barcelona o Nueva York las señoras llevaran kimono la estampa no sería tan distinta. Solo por los magníficos almendros te diría que eso es Asia; árboles blancos, preciosos, una sinfonía de hojas enroscadas como en un haiku primaveral, tributos al reflorecer de la vida con los que el operador cámara inicia su reportaje sobre la existencia común en una ciudad cualquiera; los tiernos tallos de almendro que solo 10 años después acabarían pulverizados por Little Boy y sus 16 kilotones de soberbia; los 4.000 grados de asfixia, destrucción, radiación y muerte, desplegados en sendos lengüetazos de fuego por toda esa urbe que abandonó en aquella mañana de agosto su anonimato histórico.

Hoy es viernes y así era la vida en Hiroshima en 1935.

Tú también puedes mirar esta peliculita japonesa que publicó hace poco el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima. Se trata de una joya, porque apenas tenemos imágenes de cómo era la urbe nipona y sus 350.000 habitantes antes de que les cayera encima la bomba atómica que llamaron el Muchachito, en 1945. Fue la primera vez que probaban el invento achatado y terrible contra la gente, sobre vecinos, animales, ríos, árboles, tiendas, montes, flores, terrazas, cantinas… Aún nadie me ha sabido explicar por qué tuvieron la necesidad de hacerlo en Hiroshima. Poco después lanzarían a su Fat Man (Hombre Gordo) sobre Nagasaki.

Puede que a los mandos americanos les hiciera gracia el asunto, o que no supieran que en ese lugar señalado en un abstracto mapa militar había calles y casitas de madera, y que donde hay edificios y avenidas, sean de madera, acero o adobe, también encuentras niños, madres, abuelas, tías, cláxones, gorras, kimonos, patos, perros, contables, sastres, músicos, profesores, cocineros, tranvías llenos de pasajeros; puede que pensaran que allí no había nada importante y que era un buen sitio para desatar una nueva clase de infierno.

Lo cierto es que nunca supieron estos mandos americanos qué cosas corrían por las calles de Hiroshima porque desde que su Muchachito explotara, a unos 600 metros de altura sobre el centro de la ciudad, no quedó nada en pie; todo fue fuego, pero no un fuego de árbol o de quinto piso, fue un fuego de Biblia, de condena divina, una venganza a lo Gomorra: de los 350.000 vecinos murieron en el acto 70.000 personas, almas rotas, quemadas, secas, marcadas, marchitas, envenenadas, amputadas. Otros 70.000 caerían poco después por los efectos de la radiación.

Si vuelvo a mirar las imágenes y esos tranvías, los pájaros y los almendros, veo una ciudad tranquila y segura de sí misma, atareada en lo suyo, como todas las ciudades, sean ricas o pobres, modernas o antiguas, miles de personas que pasean en ese lunes, martes, o quizás sea sábado, un día más, pensado en ir al teatro, pagar la tintorería, superar el examen, enfadarse con la madre o hermano, dar a luz, pasear cerca del río, comprar una estantería, terminar un libro, salir en barca, escribir una carta, ir al médico, pescar mientras te fumas un pito, comprar fideos, mandar esa carta, tontear en el puente, tomar una copa con los amigos, organizar una trifulca de pillos; un día en una ciudad cualquiera, a diez años de eso que iba a ocurrir, de eso que iba a estallar y borrarlos del mapa, y que para nada puede pasárseles por la cabeza en las imágenes que vemos, con esas avenidas llenas de vida, esas calles con sus autos caros, y sus gentes tan atareadas, que va de aquí para allá, tan metidas en sus asuntos, con esos magníficos árboles repletos de flores que iban a desaparecer en ese día de agosto cuando los supervivientes, quemados y sedientos, sombras bajo una nube de fuego radioactivo, corrieran desesperados hacia al río y lo encontraran hirviendo.

Hoy es viernes y los desalmados tiraron la bomba un lunes de agosto.

Javier Rada

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8 comentarios

  1. Dice ser Fernando Martínez Martínez

    Es una muestra de a donde puede llegar el ser humano. Teniendo en cuenta la atrocidad cometida, creo que de no haber sido así muchos mas hombres mujeres y niños habrían muerto en guerra fratricida contra EEUU.

    22 junio 2018 | 12:54

  2. Dice ser jose1551

    uno de los mayores crimenes contra la humanidad …sin juicio con culpables hechos heroes que bien exigieron en nurenberg a sus hermanos genocidas..
    ¿quien nos dice que mañana no seremos nosotros si le molestamos al gran hermano?

    22 junio 2018 | 12:58

  3. Dice ser Fran

    También encontramos idílicas estampas y metrajes de Munich en los años 20, que no hacía presagiar en absoluto que a una panda de locos se les ocurriese montar allí su cuartel general.

    Pero es que en 1935 Japón ya era un estado completamente militarista, que ya había tenido 2 guerras con China. En la primera, con la escusa de proteger a Corea, proclamó un protectorado sobre ésta en 1910 y al final la incorporó al territorio imperial. En la segunda, antes de la IIGM, y más o menos contemporánea a estas imágenes de arriba, ya había invadido Manchuria. Japón no toleraba que otras potencias coartasen su área de influencia y su nuevo «espacio vital».

    En 1945 Japón estaba en una guerra que empezaron ellos, eso nunca hay que olvidarlo. Hiroshima no fue elegida al capricho, como pareces insinuar en tu exposición, sino porque era una ciudad depósito de armas con una extensión suficientemente grande. La verdad es que las condiciones climátológicas de los días siguientes, hicieron que no se lanzase una bomba sobre Yokohama, principal puerto japonés, sino sobre Nagasaki que era también un gran puerto militar.

    Las cruentas batallas de las Marshall, de las Marianas, pero sobre todo Okinawa con 12.000 bajas, provocaron que los Estados Unidos no estuviesen dispuestos a perder otros 500.000 hombres en una hipotética invasión terrestre de Honshu.

    22 junio 2018 | 13:08

  4. Dice ser Qué casualidad

    Resulta que Hiroshima y Nagasaki eran las ciudades de Japón con mayor número de católicos.
    Se eligieron por eso.
    Genocidio en todo caso; encima… con odio a una creencia religiosa.
    Así pasó.

    22 junio 2018 | 13:40

  5. Dice ser Vicente

    Estuve hace unos años en Hiroshima donde visite el museo de la bomba nuclear.
    Allí te explican que en Japón, ante las represalias de EEUU tenían orden de luchar hasta la muerte isla por isla y que si la guerra no hubiese acabado con las 2 bombas nucleares el numero de muertos hubiese sido incontable.
    También te explican que la mayor parte de los muertos eran ESCLAVOS coreanos que trabajaban en las fábricas de armamento japonesas.
    Esa representación idílica que te has hecho en la cabeza tras ver unos minutos de video no tiene nada que ver con la realidad del Japón imperial. Los japoneses en esa época asesinaron a millones de personas en China, haciendo esclavos y torturando a la población a su paso. Eran aliados de Hitler y empezaron las agresiones contra EEUU con un ataque sorpresa en Pearl Harbor…

    22 junio 2018 | 13:47

  6. Javier Rada

    Gracias a todos por vuestras aportaciones, muy interesante el debate. No insinúo que la escogieran a capricho, si no que cualquiera de los motivos que esgrimís (que el imperio japonés fuera un ente sanguinario, que querían terminar la guerra salvando bajas americanas, que había fábricas de armamento en la ciudad, que habría muerto más gente si hubiera continuado la guerra convencional, etc.) no justifica la destrucción y aniquilamiento que padecieron esas 140.000 almas (y el resto), fueran malas, buenas, pro bélicas o pacifistas (que de todo habría entre tanta población). Nunca se puede justificar algo tan atroz. Sé que la II Guerra Mundial fue una salvajada desde sus inicios. Quemar Tokio (una ciudad de madera con bombas incendiarias) poco dista de lanzar la bomba nuclear. Pero en el vídeo yo solo veo una ciudad, una ciudad cualquiera, como he escrito en la entrada, no un territorio idílico, no un bastión de fanáticos, y con eso me quedo, veo personas como las que estamos escribiendo aquí, debatiendo nuestra forma de ver la realidad, sin saber si un día, tal vez de aquí 10 años, todo lo que contemplamos desaparezca por la locura del mundo, por nuestros errores compartidos, por la estupidez de quienes nos gobiernan y votan. Si de aquí 10 años todo lo que veo ahora por la ventana desaparece, espero que tiempo después alguien diga: ¡Se equivocaron!

    Gracias otra vez por participar en este blog. Da gusto leer los comentarios cuando se argumentan las cosas, esté de acuerdo o no con vosotros.

    22 junio 2018 | 17:56

  7. Dice ser Charlesbub

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    23 junio 2018 | 04:16

  8. Dice ser sara29

    Les recomiendo también echar un ojo a este artículo para hacerse una idea de cómo era la ciudad antes del desastre:

    https://momentosdelpasado.blogspot.com/2015/08/fotografias-de-hiroshima-antes-de-la.html

    23 junio 2018 | 11:48

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